El Duque Vargas Llosa

Vargas Llosa se hace el ciego-sordo-mudo y véanlo ahora elogiando al muchacho tan berraquito que estudió cinco días en Harvard, pero no aprendió a forjar la personalidad para detener a los que le pintan canas.

Opina - Política

2018-05-18

El Duque Vargas Llosa

Los mismos argumentos claros y sensatos que por más de un cuarto de siglo llevaron a Mario Vargas Llosa a criticar el régimen de Alberto Fujimori, a sus cómplices y hasta a sus descendientes políticos, no los esgrime cuando se trata de otras geografías como la colombiana. Véanlo ahora hablando maravillas de Iván Duque en la reciente Feria del libro de Bogotá y en su columna de El País de Madrid.

Y sí que tuvieron similitudes los gobiernos de Fujimori y el de Álvaro Uribe: violación de los Derechos Humanos, ejecuciones extrajudiciales, espionaje a la oposición a los jueces y a los periodistas, corrupción para avanzar sus políticas y para el enriquecimiento de sus familiares. Llegó a tal la animadversión de mi novelista favorito contra Fujimori que hizo lo impensado al apoyar la candidatura del izquierdista Ollanta Umala con tal de contrarrestar la de Keiko Fujimori.

Ahora el enorme escritor ignora las toneladas de informes de la prensa seria y de organizaciones internacionales que describen y prueban los delitos de Uribe, mientras que elogia a los cuatro vientos las virtudes del ungido por el expresidente.

Hay otra incoherencia: Vargas Llosa contradice su columna de hace dos años en la que apoyó el SÍ en el plebiscito y por ende las concesiones a las FARC, convencido por los argumentos de Héctor Abad. Ahora Llosa ignora las barreras que le pondría Duque a los exguerrilleros en caso de que ganara las elecciones. Ahora cualquiera es bueno con tal de que pueda ser el más idóneo ejecutor del modelo neoliberal de sus amores sin importar la figura siniestra que catapultó a Duque en las encuestas. (Habría que informarle a Vargas Llosa que el padre de Duque alertó sobre las malas gestiones y relaciones peligrosas del joven Uribe Vélez en la Aerocivil a principios de la década de los ochenta).

Berracos los peruanos que han logrado tumbar a presidentes en ejercicio y perseguir o encarcelar a expresidentes: Alan García, aunque luego se redimiría, Fujimori, Ollanta Umala y Alejandro Toledo.

Nada berracos los colombianos que no han logrado procesar a Uribe ni siquiera por los crímenes menores de los que lo acusan y que sí han llevado a la cárcel o a la picota pública a muchos de sus excolaboradores, allegados y parientes. Pero Vargas Llosa se hace el ciego-sordo-mudo y véanlo ahora elogiando al muchacho tan berraquito que estudió cinco días en Harvard, pero no aprendió a forjar la personalidad para detener a los que le pintan canas por torpes estrategias.

Todo se vale con tal de mantener la supremacía de la derecha en Colombia, quizás doscientos años más: vean a otro peruano, Jaime Bayly, con su programita de televisión made in Miami. Cada cual con su público y sus patrocinadores, pero hay que ver al pequeño novelista limeño dele que dele a la majadería de que si Colombia elige a Petro le espera el mismo destino que a Cuba y a Venezuela, con un desconocimiento mañoso de cómo está repartido el poder en Colombia y del resultado de las elecciones para el Congreso.

Hay que ver con repulsión en YouTube la manera como entrevista a Abelardo de la Espriella, doctor honoris causa en derecho de la Universidad Autónoma del Caribe. (No creo que haya ganado el título por buscar la justicia en la Costa Caribe, sino por defender a los terratenientes y paramilitares que empobrecen la región). De una manera tendenciosa Bayly conduce la entrevista y deja que el abogado cacaree sus miedos y falacias al público, para luego asentir y repetir el horror si Colombia eligiera un presidente de izquierda. (Hasta Fajardo es condenado con lo que es de izquierda a sabiendas de que lo es muy poco).

Recientemente estuve un mes de visita en Medellín y quedé aterrado de indagar las posiciones políticas de algunos conocidos y amigos. “¿Por qué Uribe sigue teniendo tanto apoyo y la gente ignora sus pecados?”, le pregunté a López. “Porque muchos acá son como él”, respondió. O sea gente que vive de la calle 33 hacia el sur, de cierto éxito económico, transitan en sus camionetas con la calcomanía de Duque Presidente hacia sus viviendas cercadas y vigiladas; o trepan unos pisos más arriba hasta el majestuoso oriente antioqueño, su tierra prometida para la raza elegida.

Gente de tez más bien blanca y nariz respingona de nacimiento o de tijera, temerosa del cambio social o de la justicia social y que mejor mantiene las ventanillas cerradas para que la realidad y el calor no les amargue el día. No creen el cuento del “castrochavismo” esgrimido por Uribe; simplemente, prefieren que los muy ricos sean más ricos aunque no los beneficie, antes de que haya un poco más de oportunidades, pan o educación para los menos favorecidos.

Cualquier programa social lo asocian con el comunismo a la manera de los blancos racistas y desinformados de acá de EE.UU. que eligieron a Trump que tanto daño le hace al mundo y a ellos mismos. Porque es blanco y porque vocifera.

Más desconcertante fue ver a viejos amigos de infancia que viven con lo justo y que apoyan a Duque y a su jefe, simplemente, porque lo asocian con la berraquera paisa, con el que no se deja joder de nadie de la capital o por vulgar regionalismo. Detecto en ellos, genes conservadores; acaso heredaron rencores del período de ‘La Violencia’ que enfrentó a liberales y conservadores; ignoran que la derecha ha prevalecido y que las políticas y programas liberales han prosperado muy poco.

No toleran que un presidente de la oligarquía bogotana se moviera para la centro izquierda y lograra un acuerdo de paz que el mismo senador buscó. Ven su orgullo herido porque aunque se avanzara en la pacificación del país, no fue a la manera o al gusto de su mesías. (Como los hinchas del Atlético Nacional que celebran las derrotas en el exterior de los equipos bogotanos). Así pues, muchos paisas desdeñan los beneficios instantáneos y visibles del acuerdo con las extintas FARC.

He comprobado que muchos antioqueños quisieran que los líderes populares, los sindicalistas, los que reivindican la justicia social y, por supuesto, los rebeldes en retiro o los que aún empuñan el fusil, corrieran la misma suerte que el ejército de desarrapados que en el siglo 19 se rebeló en la región de Canudos en Brasil. Lo narra La guerra del fin del mundo, la extraordinaria novela histórica de Vargas Llosa: hasta los que se rindieron fueron exterminados.

Señores Vargas Llosa, Bayly y de la Espriella: la rebelión y las aspiraciones de los pobres existen con razón. Hay una gran deuda social en la que Colombia debe trabajar desde Colombia, no desde Miami ni desde el palacete de Isabel Preysler.

 

 

( 1 ) Comentario

  1. GRACIAS POR EL PUEBLO COLOMBIANO. Muy bien craneado y redactado…Lo estamos reproducieondo Ojala puedas seguir Produciendo, sin Problemas porque a miles de periodistas alternativos o críticos nos han desplazado a tiros a refugiarnos en el Exterior..Pero aqui volvemos a la resistencia en todas las Formas..PETRO LOS ASUSTA, PORQUE TUENE AL PUEBLO DE SU LADO

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Joaquín Botero
Reportero y traductor en NY. Ciclista. Cinéfilo. Autor de tres libros de no ficción: El jardín en Chelsea, Memorias de un delivery y De Montenegro a Morristown.