Autor: Andrés Villamizar serrano
El 10 de octubre de 2018, cerca de 300 mil estudiantes y maestros en todo el país salieron a movilizarse y exigirle al Gobierno Nacional más financiación para la educación pública. Así inició el para nacional estudiantil que se mantendría por 66 días hasta lograr un acuerdo por un presupuesto de $4.5 billones; pacto que hoy no se ha cumplido del todo y que junto a unos ‘paquetazos’ (reformas laboral y pensional) han causado una inconformidad en el pueblo que parece estar alcanzando su límite.
Desde el 7 de agosto del año pasado, los fuertes vendavales y el energúmeno e incendiario discurso de Ernesto Macías en la posesión presidencial de Iván Duque, serían el presagio de un Gobierno sin rumbo que carecería de credibilidad, y que hasta ahora ha presentado muchos percances y cuestionamientos por estar bajo la sombra del exmandatario Álvaro Uribe Vélez.
Basta con ver que, según la encuesta Gallup Poll, tan solo un 29% de los colombianos aprueban la gestión de Duque, y que el 71% creen que las cosas en el país están empeorando.
No es para menos, pues el joven presidente ha tomado decisiones que no le han ayudado a su popularidad. Por ejemplo: las objeciones a la JEP, abrir las puertas al fracking, su apoyo al glifosato, e involucrarse en problemáticas con Venezuela, que incluso, lo llevaron a pasar vergüenzas por presentar pruebas falsas ante la ONU para denunciar el supuesto apoyo de Nicolás Maduro a grupos armados al margen de la ley.
Igualmente, ha sido cuestionado por las órdenes de letalidad en el Ejército Nacional que denunció The New York Times y que revivió el fantasma de las ejecuciones extrajudiciales. Esta situación la agudizó aún más el asesinato realizado por militares contra Dimar Torres, un desmovilizado de las Farc que le apostaba a la paz.
Asimismo, es reprochable la poca protección brindada a los 229 líderes sociales y defensores de derechos humanos que fueron asesinados desde la posesión de Iván Duque hasta el 26 de julio de 2019, de acuerdo con un informe de Indepaz. Pero también es preocupante la tasa de desempleo del 10,8% que anunció el DANE para el país.
Es claro que el mandato de Iván Duque no ha sido bueno. Ariel Ávila, subdirector de la Fundación Paz y Reconciliación, opina que vivimos una ausencia de gobierno:
“Es que ni siquiera se puede hablar de que la gestión sea mala, porque sencillamente todo pareciera indicar que Iván Duque no está gobernando. El Congreso está paralizado, no aprueban nada, en las regiones no le hacen caso al presidente, tenemos otra vez aumento de la violencia en todo el país. En Colombia vivimos un desgobierno”.
Ávila tiene razón, y es que el mandatario más joven de nuestra historia no fue elegido por su experiencia ni por sus propuestas, ni siquiera era reconocido nacionalmente. Su elección fue el resultado del apoyo del uribismo y de una campaña que infundió el miedo en los electores contra su contendor, aprovecharon la desgracia del vecino país para sembrar el pánico en las personas que día a día veían en los noticieros la migración venezolana.
Por otro lado, Un sondeo, del portal web Asuntos Legales, realizado a sindicatos, asociaciones y gremios, revela un total de 70 marchas y 220 paros a nivel nacional durante 430 días de Duque en el poder (7 de agosto de 2018 hasta el 11 de octubre de 2019), es decir, que cada 2 días ha habido una manifestación social en el país.
Es evidente la inconformidad de las personas con este periodo presidencial, y si le sumamos las recientes marchas estudiantiles, y el anuncio de un paro nacional para el 21 de noviembre contra la reforma laboral y pensional, así como una posible inspiración por la ola de protestas en Ecuador, Bolivia y Chile: es sensato pensar que vienen fuertes meses para el joven presidente.
Es necesario que Iván Duque deje de estar mirando tanto para Venezuela, que empiece a tomar sus propias decisiones para encontrar su rumbo, que trabaje en los problemas estructurales del país, que deje de resistirse tanto al diálogo y decida sentarse con los estudiantes y trabajadores.
Es importante que entienda que tiene que escuchar primero los gritos de su pueblo, que está alcanzando su límite, antes que las peticiones de su mismo partido; de lo contrario, que busque una buena pastilla y tome asiento porque viene aproximándose un brutal dolor de cabeza que será una angustia lamentable.