Columnista:
Jesús Antonio Córdoba
Es frecuente ver que muchas personas en la opinión pública se quejan del nivel de debate que existe en Colombia en todos los espacios donde éste se lleva a cabo. Todos saben que los expertos en esa materia son los miembros del Centro Democrático, pero junto a ellos también está el partido Alianza Verde y demás actores políticos del autodenominado centro que han creado en la palabra «polarización» el enemigo a vencer, otorgándole una connotación negativa que no tiene un sustento real.
Esta es una diatriba contra el mismo debate político que se supone quieren rescatar y que precisamente deja en entre dicho la veracidad y lealtad con la que ese sector está adelantando la conversación política en este país.
Estas personas que se han erigido como los dueños de la verdad absoluta, además de reconocerse como orgullosos tecnócratas (otra manera de estigmatizar las ideas políticas y de querer despolitizar hasta la misma política), han adoptado como único argumento aquella gran mentira de la «polarización».
Se han valido de ella utilizándola mediáticamente como esa falacia de la existencia de dos extremos nocivos en pie de igualdad porque son los que supuestamente dominan el panorama nacional en la actualidad, y de los cuales ellos obviamente no hacen parte.
Esa fue la bandera presidencial del candidato Sergio Fajardo, amparada por los verdes con Claudia López y Jorge Enrique Robledo con el Polo. Bandera sin ningún fundamento y sumida en un profundo vacío político, con la única intención de quitarle uno de los activos más importantes a la democracia, el representado en la contradicción respetuosa y leal de las ideas.
Con ese engaño de la «polarización» están estigmatizando toda intención de debatir en Colombia porque la política y todo lo que ella implica es polarizante, y no en el equivocado término de los dos extremos, sino en la simple apertura democrática de las ideas que se encuentran representadas en los distintos actores políticos nacionales.
Otra cosa es la mentira, el engaño, la difamación y toda posible calificación dentro del debate público que contribuya o atice el deterioro de la conversación política. Eso es otra cosa. Tal vez sea ese el punto que quieran acabar y terminar ellos, el sector que abandera esa ficción de la «polarización», el partido Alianza Verde.
Pero también caen ellos en una inmensa contradicción al pedir rigurosidad y decencia, a la hora de discutir políticamente, si su bandera por excelencia es la de difundir esa figura ficticia de los extremos.
Juguemos a hacerle caso a ese falso debate y trasladémonos al escenario de la pasada elección presidencial. A segunda vuelta pasaron Iván Duque y Gustavo Petro, quedándose en la primera vuelta la opción de Sergio Fajardo, pero con la peculiaridad de que estuvo a muy poco de quitarle el puesto al líder de la Colombia Humana, es decir que en el panorama nacional quedó una fuerza política viva, lo que ellos mismos llaman una tercería, dejando por el piso esa pobreza argumentativa de la «polarización».
Escasez discursiva que se hace más evidente en las elecciones para alcaldes y gobernadores donde el presunto centro político ganó el segundo cargo más importante del país, la alcaldía de Bogotá, logrando también ser la mayor fuerza política en el concejo de la ciudad y asegurándose otros logros en las demás ciudades de Colombia. Entonces es ahí donde uno se pregunta, ¿Cuál polarización, cuáles extremos si el poder lo ostentan son ellos en varias partes del país?
Gracias a esa increíble mentira es que han logrado todos esos puestos de elección popular, la gente en las calles repite y repite el mismo estribillo: “no más polarización”. Es a punta de politiquería, de pura palabrería que se han enquistado en el poder distrital, y con algo aún más sorprendente y es que a ese poder llegó Claudia López, tal vez una de las personas más «polarizadoras» (en el término falaz que usan) y que tiende a politizar espacios que en el imaginario colectivo están concebidos como alejados de un contenido político, como por ejemplo la pandemia.
Terminaron eligiendo a alguien que representa los mayores temores que les infundieron.
Son ellos, los del presunto centro —representados en el liderazgo de Sergio Fajardo con Compromiso Ciudadano (que va ganando en favorabilidad según la nueva encuesta de Guarumo y Eco Analítica)— los que también han auspiciado el deterioro de la conversación política, huyéndole siempre al debate público y victimizándose cuando los confrontan en democracia, acudiendo a la lamentable excusa de que Colombia no necesita más «polarización».
Y esa se supone que es la opción que se perfila como el cambio que necesita el país, una opción vacía de contenido y que difunde el analfabetismo político.
Jesus, tratas de decir muchas verdades a medias, pero te quedas en la calunia y la cursileria, ej. elejimos la alcaldesa que representa el peligro!!!!
el pelligro de que y de quien! es mala porque gobierna para el pueblo y no gobierna para la Colombia inhumana. que son los demas que no enfrentan el debate publico y se quedan en la calumnia y la babosada. etc, etc. de todo lo que
quisiste decir nada tiene el minimo sustento. pura
baba.