Columnista:
Patty Suescún
El coronavirus sigue recorriendo nuestras calles, frecuentando tumultos y llevándose la vida de millones de personas diariamente en todo el mundo. Aun así, muchas personas están actuando como si ya hubiéramos vencido esta tortura biológica. Fiestas, grandes reuniones, tapabocas en el bolsillo y más fiesta.
En Colombia la vacunación avanza mejor en algunas ciudades que en otras, dependiendo del talento humano y de la disponibilidad de dosis que va asignando el Ministerio de Salud.
La ocupación de las camas UCI, que se da tanto por otras patologías como por COVID-19, sigue en crecimiento, por lo que se hace necesario recordar que no hemos terminado la batalla contra el coronavirus todavía. Y menos ante la llegada de otra época tradicional de vacaciones, viajes y multitudes.
Andree Uribe Montoya, secretaria de Salud de Medellín, recuerda la importancia de seguir implementando con rigurosidad las medidas preventivas para combatir la pandemia: el uso constante del tapabocas, distanciamiento social, lavado de manos frecuente y alejarse de lugares cerrados y poco aireados.
De acuerdo con Andree, y ante la velocidad que se está teniendo actualmente en la administración de dosis, “estamos pensando en Etapa 2 de vacunación tener unos sitios masivos, donde además de ampliar el talento humano en salud, se utilicen otras estrategias que permitan, con canales de industrialización, una mayor agilidad en cuanto a la recepción y en cuanto al registro de cada una de las personas, que es donde hay más demora de tiempo”.
Parques, bibliotecas e instituciones educativas serán escenarios utilizados para montar protocolos de seguridad muy amplios que permitan una agilización del proceso, de modo que se puedan atender en esta segunda etapa a esas 400 mil personas que van a llegar a los puestos de vacunación en la capital antioqueña.
Son muchas las suposiciones y malas informaciones que rondan en redes sociales sobre la pandemia y su repercusión en la vida; pero hay que estar en los hospitales para ver salir diariamente a personas que pierden la batalla contra el coronavirus, familias sin sosiego que se han desintegrado a múltiples niveles. Algunos pierden a sus abuelos, algunos a sus padres, otros se quedan solos para llorar a los que se apagan a su alrededor.
No, no es hora de bajar la guardia.