Por: Alexánder Quiñones-Moncaleano
Hace 20 años asesinaron a uno de los críticos más sagaces e inteligentes de esta patria maltrecha. El Tribunal Superior de Bogotá consideró que el asesinato del humorista Jaime Garzón no es un crimen de lesa humanidad, con lo que en poco menos de dos semanas el exsubdirector del DAS José Miguel Narváez —a quien además le rebajaron de 30 a 26 años la condena por el homicidio— podría quedar libre al no existir una sentencia en firme tras dos décadas de la muerte violenta. Esto es una afrenta a la sociedad colombiana que todavía espera que el crimen sea esclarecido y la verdad salga a la luz.
El 13 de agosto de 1999 asesinaron a Jaime Garzón, el humorista más serio e inteligente que ha tenido nuestra patria. Un tipo carismático y amigo de muchos, crítico de todos, en especial de nuestra sociedad y cultura; una sociedad a la que le hizo análisis y chistes constantes.
Se reía de Colombia por su cultura floja y sin ganas de hacer nada para cambiar, frases que hicieron carrera donde nos achacaba la culpa de todo lo que pasaba: la culpa es suya porque no lee, porque no estudia, porque no respeta.
Verlo en su performance, fuera en persona o en una pantalla era un acto de apertura de consciencia. El hombre que nos hacía reír con sus ocurrencias y muecas; ese que entrevistaba a políticos poderosos, a hombres de negocios a mujeres bellas y famosas y a todos les sacaba una sonrisa.
Ese que siempre fue crítico acérrimo del paramilitarismo y la corrupción. Un hombre íntegro que escribió el discurso de posesión presidencial del bobo sin mama de Andrés Pastrana. Fue un personaje político, sobre todo político, formado en la Universidad Nacional de Colombia, pero su manera de hacer activismo político nunca fue la violencia como algunos actores armados querían hacerlo pasar.
Hoy recordamos a Jaime por su carisma, por sus formas francas e inteligentes, directas y sin delectaciones. Ese hombre que fue a la Picota a hablar con Castaño para pedirle que no lo asesinara. Fue y le puso la cara para pedirle de manera directa y, sin intermediarios, que no le quitara la vida: no valió de nada, las fuerzas oscuras de Colombia matan a sus líderes y condenan a quienes se atreven a confrontarlas.
Ese fue el caso del humorista e intelectual colombiano, dio su vida por no transigir con la injusticia social y el mal gobierno, ese colombiano que le dolía el país, y conocía su pobreza. Y ese era el dolor de Jaime, que mientras al país se lo robaban sus políticos había, y aún hay, miles de niños sin educación ni comida.
Pero quién y por qué asesinaron a Jaime Garzón. Darwin Betancur, un exinformante de la Brigada XIII del Ejército, declaró bajo juramento cómo el general (r) Rito Alejo del Río y el coronel (r) Jorge Plazas Acevedo habrían planeado, junto a Carlos Castaño, la muerte del periodista. Donde fuera el coronel del Ejército colombiano, Jorge Eliécer Plazas, el facilitador para que siguieran al periodista y humorista, y quien hospedó en Bogotá a sus sicarios.
Pero el que estaba al mando de todo era Carlos Castaño, y no solo él estaba involucrado, pues varios testigos informaron en su momento a la Fiscalía General de la Nación la interferencia del jefe de seguridad del expresidente Álvaro Uribe Vélez, el general Mauricio Santoyo, quien además de intervenir en la investigación en contra de los autores intelectuales del macabro crimen, fue quien entregó a los sicarios a alias Don Berna, para que fueran ejecutados posteriormente.
Y lo mataron por ser una pieza que no encajaba en su rompecabezas, ese personaje ponía a pensar a un sector de la sociedad y despertaba consciencia política, cosa que no le gusta a cierto sector del poder.
En estos 20 años de su asesinato, rendimos homenaje a un colombiano que nos hacía reír y nos ponía a pensar en el presente y el futuro de Colombia. En redes podemos ver a chicos que despertaron a la consciencia política del país con esa muerte, chicos de 8, 10 y 15 años que hoy tienen 27, 29, 34 y que rinden un homenaje a ese gran colombiano que fue Jaime, el joven de la risa eterna.