El agricultor

Por enésima vez, sin reflexionar antes de escribir, mientras se sonroja detrás de un teclado, Uribe publica un desesperado «mensaje» como último intento de salvar a Colombia del «castrochavismo». En su publicación se autodenomina «trabajador del agro». Pareciese que los «autos» son la moda de este Gobierno…

Opina - Política

2021-12-17

El agricultor

Columnista:

Diana Abril

 

No contento con el sinfín de adjetivos y sustantivos, que, a la vez, son apodos o alias que resuenan en Colombia y en el mundo; desde los pasillos del Congreso hasta los lugares más recónditos e inhóspitos o en cualquier reunión de amigos o familiares, se suma, además, un calificativo más a la enorme lista que acompaña al nombre Álvaro Uribe. 

Pero, como por enésima vez, sin reflexionar antes de escribir, mientras se sonroja detrás de un teclado, él mismo agrega un sustantivo más a su nombre y lo hace a través de sus redes y de manera singular: en Facebook, con más de 15 000 reacciones de las que se cuentan 3600 «me divierte», Uribe publica un desesperado «mensaje» como último intento de salvar a Colombia del «castrochavismo». En su publicación se autodenomina «trabajador del agro». Pareciese que los «autos» son la moda de este Gobierno…

Pensaría cualquier mortal, en este país, al leer ese autodenominado oficio, que se refiere a un campesino, a un hombre sin tacha, repleto de «honorabilidad», que muy lejos está de recibir miles de billetes de $2000 y menos en bolsas. Por favor, eso no es de gente de bien y para eso están los bancos que lo respaldan. Aunque cabe agregar que en uno de sus informes, varios organismos internacionales mencionan que los trabajadores agrícolas, quienes dependen de un salario, «no poseen ni arriendan las tierras en las que trabajan, ni las herramientas ni equipos que utilizan. En este aspecto, son un grupo distinto al de los campesinos». Es decir, que el expresidente y expresidiario está bastante lejos de parecerse siquiera un poco a un campesino o trabajador del agro, lo cual, considero yo, es una ofensa grave para quienes deben sobrevivir en este territorio en el que hasta para sembrar un papa, puede resultar siendo peligroso. 

Demuestra, además, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, la Unión Internacional de Asociaciones de Trabajadores de Alimentos, Agricultura, Hoteles, Restaurantes, Catering, Tabaco y Afines y la Organización Internacional del Trabajo en su informe Trabajadores agrícolas y su contribución
a la agricultura y el desarrollo rural sostenibles, lo siguiente:

«que estos trabajadores agrícolas asalariados –que constituyen el 40% de la mano de obra rural– permanecen en gran medida invisibles ante los ojos de quienes definen las políticas y toman decisiones en los gobiernos, los organismos de desarrollo agrícola y rural, las organizaciones intergubernamentales, las instituciones de ciencia e investigación, los bancos agrícolas y las instituciones de crédito, así como ante numerosos grupos y organizaciones de la sociedad civil». (FAO, OIT, UITA, 2007)

Unos trabajadores del agro obtienen más ingresos que otros; eso sí, pero, los que en realidad lo son, están a kilómetros de asemejarse con quienes buscan por cualquier medio, perpetuarse en el poder y aparentar lo que no son. La FAO, la OIT y la UITA (2007) sustentan que el «término «trabajadores agrícolas» prevalece sobre el de «agricultores» porque refleja mejor la amplia naturaleza de las plantaciones, la horticultura, el procesamiento básico de productos agrícolas, la acuicultura… y reconoce que los trabajadores agrícolas asalariados son parte de la fuerza de trabajo rural».

Pues bien, basta revisar las últimas opiniones, publicaciones e intervenciones de Uribe y percibir ese miedo que irradia por medio de supuestos que él mismo pone todo el tiempo en duda. ¿Pero a qué le tiene miedo Uribe? Consideraría uno que a nada, no obstante, hasta el más temido de los delincuentes siente temor y, en este sentido, Uribe tiene miedo de quedarse sin el control del país, de sus líos jurídicos, de morir en el exilio, de perder más seguidores. El miedo se refleja en cada una de sus actuaciones y hasta en sus hectáreas de tierras. Hay una terrible, denotada y anticipada derrota. Ya no hay más que hacer ni qué decir. Se acabó su tiempo y llegó la hora. La era uribista se fue al piso. ¿Culpa de Duque, culpa del 82, culpa de quién? Con exactitud no se sabe, sin embargo, sí que se siente alivio. 

El ‘trabajador del agro’, beneficiario de Agro Ingreso Seguro, deja una evidente certeza: su derrota ha llegado. Ya el discurso estúpido (que incluso repiten algunos de mis conocidos) la mayoría de ciudadanos decentes no lo creen, a excepción de quienes no quieren salir de esa, que más que una zona de confort, lo es de la imbecilidad, una zona de la que, personas que alguna vez se pensaron inteligentes, lejos están de algún día y, de verdad, llegar a serlo. 

Y es que qué esperanza queda si repiten como loros afirmaciones irresponsables y siguen a los mismos personajes como inútiles e idiotas borregos. La cuestión ahí es que ya de esos «seguidores» quedan pocos y somos más los que podemos pensar (razonar) por sí mismos, aunque nos consideren brutos, dizque por querer convertirnos en Venezuela. Al fin y al cabo, no todo lo que brilla es oro y lo que se ve un poco opaco u oscuro, resplandece en sus adentros. 

P. D. Esta columna la titulo El agricultor, aunque aclaré que no es lo mismo ese concepto al de trabajador del agro, según el sustento de organismos referenciados y expertos en el tema. 

( 2 ) Comentarios

  1. Excelente columna!!!

  2. Cuanta verdad en una columna, cada día los colombianos abrimos nuestros ojos.

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Diana Abril
Exbecaria de la Organización de los Estados Americanos (OEA). Magíster en Tecnologías Digitales Aplicadas a la Educación. Administradora pública. Integrante de la Asociación Colombiana de Correctores de Estilo, y de su junta directiva, miembro de la Red de Investigadores Latinoamericanos, editora junior de la revista Justicia y Derecho de la Universidad del Cauca, asesora y consultora académica, investigadora (nivel II), de la Escuela Superior de Administración Pública (ESAP) y par evaluador ocasional de la revista Nova et Vetera (ESAP).