El escenario es el siguiente: estudio de La FM, en una esquina el mismísimo Abelardo de la Espriella, en la otra Yamit Palacio y de réferi hace Hassan Nassar, quien citó a analizar la última gran encuesta presidencial —donde Sergio Fajardo quedó muy bien parado, hasta que despuecito salió la Contraloría de Antioquia a embargarle bienes, un hecho hasta normal si uno entiende que está entiendad responde al Gobernador de Antioquia y ficha de Cambio Radical, Luis Pérez, de quien hasta abogados del Departamento dicen que tiene al contralor en su bolsillo.
De la Espriella, que entró mostrando su amplio repudio a todo lo que no sea su enarbolada derecha, calificó de peligroso que esa ‘plaga de la izquierda’, es decir Claudia López, Fajardo, Petro y De La Calle pudieran llegar al poder, pues instaurarían de entrada una dictadura comunista.
El periodista Yamit lo increpó, pues ninguno de ellos ha propuesto el socialismo o el comunismo para Colombia. Ambos intercambiaron acaloradas frases, donde se dijeron que no les causaban miedo las amenazas de denuncias que volaban en el aire, particularmente incitadas por el jurista Abelardo que dejó claro que no era analista, pero hasta le preguntó al periodista si sí era varón aprovechando que el réferi había abandonado la escena dejando un holograma en su reemplazo que repetía señales intermitentes.
Entre unas y otras, De la Espriella defendió a Vargas Lleras, porque esa es la nueva estrategia discursiva de la derecha acomodada, promover a San Coscorrón como el macho que vendrá a apretar el cabresto y enderezar el rumbo. Como si lo jodido del camino no fuera gracias a él y su primogénito aborrecido, Cambio Radical.
Uribe dizque nos salvó de Pastrana, hoy mejores amiguis contra el progreso; luego Santos vino a ‘salvarnos de Uribe’ y ahora quieren vendernos a Vargas Lleras como el nuevo Mesías redentor, nacido y amamantado en la oligarquía y la derecha polarizadora.
Después, el apasionado abogado manifestó: ‘El país está buscando un liderazgo fuerte que saque a la Nación de la decadencia en la que hoy se encuentra sumida ante un Gobierno débil frente al terrorismo, que ha negociado además los cimientos de la democracia’.
Y hasta tiene razón De la Espriella, estamos buscando un liderazgo que nos saque de la decadencia en que nos tiene sumidos la derecha recalcitrante que ha gobernado este país. Y claro, Uribe sí que negoció los cimientos de la democracia torciéndole el cuello cuanto pudo a la Constitución que nació para defendernos y dejó permear la parapolítica en el poder, pero si no hubiera sido así, ¿cuántos casos habría dejado de recibir De la Espriella cuando se destapó el escándalo? Como por hacer de abogado del diablo, aunque ya tenga varios.
‘¿Entonces los parapolíticos no tienen derecho a la justicia?’ preguntó Abelardo en medio del debate. Doctor, pues desde luego que tienen derecho y ojalá fuera una justicia ecuánime y JUSTA, no amañada por el aceitado mecanismo que abogados sin escrúpulos pero con dinero y malas influencias han logrado mantener en movimiento, con pocas fallas de carácter público, hasta ahora.
La administración de justicia en Colombia está en cuidados intensivos de cuenta de la falta de escrúpulos de personajes como este, que son capaces de instigar la muerte de un mandatario de otro país y luego salir amedrentar a la gente para que salga a votar con miedo —¿o berraca?— y se perpetúe el linaje corrupto en el poder a nombre del cambio, de la restauración, pero ¿qué podrá cambiar como queremos si nos sigue gobernando la misma gente, porque mejor malo conocido? Así los nuestros sean tan malos.
Este tipo de personajes como Abelardo, que le pregunta a un periodista si tiene testículos por llamarlo a no mentir, es el tipo de opinadores que al llegar a los medios busca embolatar toda investigación o cuestionamiento contra sus favorecidos para que la opinión pública no los vea tan malos y crea que peor es quien puede llegar.
Estamos en un punto donde el debate se aprecia denigrado y mancillado, manchado por la sangre de las víctimas de la verdad que murieron tratando de develarnos lo que pasa al interior de nuestros órganos políticos y de control. Y aunque algunos dicen que todo esto es nuevo, que las redes sociales se están tirando en la tranquilidad de la gente de cuenta del incubamiento de odios que se ve allí; pareciera que esas personas olvidan que las redes sociales no son más que un reflejo digital de nuestra personalidad, un espacio ‘seguro’ donde miles de personas pueden opinar e increpar a sus oponentes desde la comodidad de la virtualidad y el anonimato.
Allí la gente es, dice y piensa lo que realmente tiene en su cabeza. Entonces más que decir que dichas redes se han vuelto un pozo de odios, reconozcamos que como sociedad odiamos por naturaleza, sólo que es la primera vez que podemos comunicarlo y hacerlo visible a la misma vez.
Los insultos y madrazos que recibía el aire hace unos años, hoy los leen en tiempo real los políticos, periodistas, opinadores y columnistas que han tenido que entender que no hay más púlpitos para dar sermones, sino dinámicas de comunicación donde siempre hay varias partes y varias posturas.
Desde luego que los problemas de Colombia no son nuevos, lo único nuevo es la posibilidad que tenemos como pueblo de salir a cuestionar las acciones de nuestros mandatarios que siguen administrando el país como si de su finca de recreo se tratara. Lo nuevo es que podemos salir a enfrentar a abogados tan señalados como Abelardo de la Espriella, que así pretenda dar lecciones de periodismo y buenas maneras, no termina por ser más que un avivador de odios que cambió los argumentos por amenazas ante la oportunidad de triunfar como la rama más torcida del helecho.
‘Qué placer. Qué placer’ le dice Nassar a De la Espriella para cerrar. ‘Qué placer’.
Abogado de la Espriella lucrado con dineros de narcos y de sangre derramad .por las autodefensas, que se puede esperar algo bueno de él