Columnista:
Daniela Mejía
En la entrevista que le hizo El Espectador a Iván Duque en la recta final de su mandato, hace más o menos dos meses, las periodistas Natalia Herrera y Fernanda Torres le hicieron dos preguntas que llamaron mi atención. La primera, hecha por Natalia, fue esta: «Desde la firma del Acuerdo de Paz han asesinado 278 firmantes, ¿cuál es su posición frente a eso y cómo detener ese fenómeno?».
Iván Duque con su cara rolliza y seria le responde: «Me emociona mucho la pregunta porque volvemos al tema de la percepción y la realidad, y a mí me parece que eso es determinante. Empecemos por una cosa, mucha gente dice «¡oiga, 278 firmantes asesinados!». Lamentable y he sido el primero en rechazarlo, pero empecemos también por quiénes fueron los firmantes, ¿dónde está Iván Márquez?». Luego, Duque y la periodista intercambian unas palabras. Después, la periodista hace una anotación brillante: «De acuerdo, pero presidente estoy hablando de los firmantes del Acuerdo de Paz no de los disidentes».
Y es verdad, en su respuesta Duque no solo menciona las caras de quienes incumplieron con el acuerdo sino las que más cobertura mediática tienen, y parece usarlas como justificación para la situación que le expone la periodista: que habían matado 278 firmantes del acuerdo al momento de formularse la pregunta. También puede ser verdad que esa interpretación macabra sea solo mía, y que entre lo que él quería decir y lo que yo comprendí haya una gran distancia.
La segunda pregunta que llamó mi atención la hizo la periodista Fernanda: «¿Cree que el gobierno ha dejado abandonados a los militares retirados y [estos militares retirados] han llegado a instancias que no han debido llegar?». Antes la periodista le había mencionado al presidente un común denominador de los últimos atentados que ha vivido Colombia: El ‘Capi’, un capitán en retiro del Ejército involucrado al parecer en el atentado contra la vida de Duque y las instalaciones de la Brigada Treinta. Y, si se mira más allá, el magnicidio del presidente de Haití y los mercenarios-exmilitares involucrados.
Duque le responde a la periodista que «en el caso particular de Haití todos hoy fueron responsables en mayor y menor grado, pero todos son responsables. Ahora ellos [los militares en retiro involucrados] son 23. En Colombia en los últimos 10 años se han retirado 80 000 soldados profesionales, ¿23 de 80 000 son un patrón? ¡Yo no creo!».
Qué tal si parafraseo al mismo Duque así: En el caso particular de este acuerdo de paz todos son responsables en mayor o menor grado, pero todos son responsables. Ahora, ellos, Iván Márquez, el ‘Paisa’, ‘Gentil Duarte’, ‘Mordisco’ y los demás, es decir, los integrantes de las disidencias son entre 2500 y 2600. En este proceso se desmovilizaron 13 202 combatientes según la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, ¿2500 de 13 202 es un patrón? ¡Yo no creo!
Pero una de las tragedias de los colombianos ahora mismo es esa, que Duque es incapaz de ver las semejanzas entre los suyos, a quienes lee con cabeza fría y corazón bonachón; y los demás, a quienes a él le parecen justificables sus asesinatos como consecuencias de sus acciones. Bajo su misma lógica el pobre nunca entendió que debió ser el presidente tanto de los suyos como de los demás.
Ahora leo un libro que pronto se publicará al español titulado Dignos de ser humanos, escrito por el neerlandés Rutger Bregman, en el que se mencionan dos condiciones del ser humano que explicarían la ceguera de Duque. En nuestros cuerpos tenemos oxitocina, una hormona que nos hace ser la especie más amable del planeta, pero que tiene su contraparte, somos amables con los nuestros y mostramos aversión por los otros, a quienes consideramos extraños. La oxitocina es algo así como la hormona de «mi gente primero», dice en el libro.
También menciona que el poder es como un anestésico que nos permite ser insensatos con las demás personas sin ruborizarnos, aun cuando no es natural que seamos insensatos. El poder nos hace comportar como si tuviéramos daño cerebral: de manera más impulsiva, egoísta, temeraria, arrogante y grosera.
Duque es un digno ser humano con poder que hace pocos esfuerzos por incluir en su bando a los que él considera «los otros», y para nuestro pesar aún le queda casi un año por gobernar.
Y a la brillante respuesta de Natalia le agregaría algo más: los firmantes del acuerdo de paz que están siendo asesinados son personas como Arnoldo Medina, excomandante de nivel medio y origen indígena que fue asesinado en el Cauca, donde lideraba un proyecto productivo de venta de peces y gallinas.