Drogas, mentiras y desastres

Opina - Internacionales

2017-09-22

Drogas, mentiras y desastres

Como a cualquier república bananera, nos viene ahora -otra vez, como en el pasado-, a amenazar el presidente de los Estados Unidos con “descertificarnos” y, por lo tanto, con quitarnos cerca de 400 millones de dólares que ese país le da a Colombia para ayudar en la erradicación de cultivos ilícitos y como parte del llamado Plan Paz Colombia. Como si fuéramos sus bastardos o sus hijos no reconocidos, nos trata ese nacionalista extremo que mira la paja en el ojo nuestro, pero no la viga en el suyo.

Desconoce el mandatario gringo los esfuerzos enormes que ha hecho el país por acabar con los cultivos de coca, ya sea de forma voluntaria o forzosa. Desconoce principios elementales de economía, pues el consumo de cocaína en su país no se ha reducido tampoco y, por consiguiente, al haber demanda, pues la oferta sube.

Estamos en pleno siglo XXI pero todavía la superpotencia nos ve como si fuéramos su patio trasero, y no solo a nosotros, a cualquier país que no haga lo que ella diga. Hasta amenaza con destruir naciones, con pueblo y todo incluido. Y aquí, muchos, en lugar de defender la autonomía y las decisiones libres que debería tener cualquier república, aplauden al multimillonario que cree que la Presidencia del país más poderoso del mundo es para “montársela” a los demás.

Lo que se busca de una nación poderosa es ayuda y no regaños ni amenazas. Que acabe con el régimen de Corea del Norte, es lo que se espera de los Estados Unidos si es que sigue con esas monstruosas pruebas nucleares de consecuencias insospechadas, pero que no salga míster Trump, en plena Asamblea General de la ONU, a decir que va a destruir un país. Eso lo acerca mucho al nacionalsocialismo que todo el mundo criticó y del cual tenemos recuerdos inmensamente ingratos.

Que no venga a mostrarle los dientes a Venezuela sino que propicie un diálogo o vías diplomáticas para salir de la crisis que vive por cuenta de otro dictador. Que piense, más bien, en ayudar a su pueblo en lugar de andar pregonando una intervención militar.

El Republicano con visos de dictador pasa por alto, volviendo a nuestro país, las cifras y las causas del aumento de cultivos de coca en Colombia, así como las que revelan que se está trabajando seriamente para reducirlos. Esas cifras hablan por sí solas y ya el ministro de defensa, Luis Carlos Villegas, las dio en una breve entrevista para El Tiempo.

El jefe de Guardacostas de Estados Unidos nos informó que la interdicción de cocaína en el año 2016 sería de unas 600 toneladas en todo el continente americano. Colombia incautó 362 y Panamá 60, es decir 422 toneladas entre los dos países, de las 600 que se incautaron en el continente americano. Hay que hacer un esfuerzo mayor. En interdicción Estados Unidos tiene medios marítimos muy importantes, tiene una frontera con México que puede cuidar mejor en materia de droga, no solo en materia de inmigrantes”, dijo Villegas.

Y en el mismo sentido se pronunció el vicepresidente de la República, general Óscar Naranjo, en diálogo con Yamid Amat: “Sin duda, lo que hicieron las Farc durante 30 años fue presionar a los campesinos para estimular la producción, y luego cobraban lo que llamaban “impuesto de gramaje”. Hoy, las familias se sienten libres, y 105.000 de ellas ya han firmado acuerdos colectivos de sustitución voluntaria”.

Y atribuye el crecimiento de los cultivos a múltiples causas y no solo al proceso de paz: “Una de las razones fundamentales del crecimiento tiene que ver con la depreciación del peso frente al dólar; pasamos de un dólar de 1.800 a uno de 3.000; ese es un incentivo atractivo para las mafias, para promover la siembra y producir más coca”.

Afirma además: “Nosotros reconocemos el problema y, lejos de entrar en una discusión, lo que tenemos que hacer es trabajar conjuntamente para enfrentarlo”.

Pero esas cifras y esos esfuerzos de nada valen, y de nada valdrán. Todo será una lucha perdida, serán unos esfuerzos desperdiciados y unos recursos botados a la caneca.

El problema de la droga, solo terminará cuando se legalice, lo cual garantizará que se acaben el crimen a su alrededor, las muertes violentas por su causa y las inmensas injusticias en su nombre.

Algún día, quizás en siglo XXII, cuando ya no estemos en este mundo, tendrá que darse ese paso, esa legalización que, por supuesto, deberá ir acompañada de fuertes campañas y acompañamientos educativos que muestren su enorme perjuicio, pero que, en últimas enseñen, también, a respetar las autonomías individuales y de las naciones.

Como si fuera poco, se suman, a las amenazas del presidente Trump, las divisiones que se dan en el país por cuenta de las mentiras que todos los días tanto uribistas como fanáticos de todas las estirpes propagan por la redes, en los foros virtuales y reales y en los medios de comunicación. Y estos últimos se prestan como moderadores de congresos en los que se les hacen encerronas a la paz y a los candidatos que la defienden.

Miren nada más lo que sucedió con Nexos, el congreso de comerciantes, en donde se invitaron precandidatos uribistas y público uribista para que chiflaran a De la Calle, a Fajardo y a Clara López.

Ahora, los que nunca estuvieron de acuerdo con el proceso de paz y no están de acuerdo con la reconciliación y la concordia, disparan a diestra y siniestra contra todo lo que les sepa a paz y hasta acusan a cualquier persona de haber pertenecido a las Farc, así, sin dárseles nada, poniendo una lápida en los hombros de los acusados.

Y todo dizque porque hay que hacer sanción social a la exguerrilla, lo cual es nada más y nada menos que un acto de discriminación inaceptable, pues si los exguerrilleros se desmovilizaron, entregaron sus armas y se comprometieron a vivir en la legalidad, la misma sociedad tendrá que aceptarlos así nos les guste a esos fanáticos amantes del odio.

¿Cómo se va a reparar a las víctimas de falsas acusaciones? ¿Cómo se garantiza que esos actos no quedarán en la impunidad? ¿Cómo podemos estar seguros de que esos señalamientos calumniosos no se repetirán?

Porque si se trata de que se castigue a los miembros de las Farc, que lo merezcan, por sus atroces delitos, pues hay que esperar a que la JEP empiece a funcionar. Ese fue el pacto que se firmó y que el país debe respetar.

Pareciera que Colombia es feliz con las desgracias, con todo lo malo que pase. De nada valen palabras sabias como las del Papa Francisco que nos invitaron a la reconciliación, aquí la cizaña sigue campante deslizándose por las bocas y los corazones de los opositores del bien y los apologistas del mal.

Ojalá que los terribles desastres naturales que por estos días han sucedido, nos enseñen que la vida es muy corta y que en un abrir y cerrar de ojos podemos perderla. Ojalá que entendamos que en lugar de estar peleando por el poder o por la gloria, deberíamos dedicarnos a vivirla sin hacer daño a nadie, con la libertad que nos da la misma vida de obrar en consecuencia con lo que pensamos, respetando siempre al que no lo hace igual.

El terremoto de México es una inmensa tragedia de proporciones mayúsculas, de las cuales no estamos exentos, así como la ocasionada por el huracán Irma y el María. Eventos naturales ante los cuales poco se puede hacer salvo seguir las recomendaciones de la autoridades si es que se logra salir vivos de ellos.

Son pues, esas tragedias, pese al dolor y a la desgracia, una oportunidad para que recapacitemos y nos preguntemos de corazón, si es que de verdad queremos seguir peleando por un líder que ni nos conoce ni conocemos, o si deseamos seguir envenenando el ambiente con ataques por ideología, raza, credo, sexo o cualquier otra característica que nos diferencie.

 

Adenda: Mi alma y mi corazón están con el pueblo mexicano, con las víctimas y con todas sus familias. Oro por ese hermoso país al que amo con todo mi corazón. #FuerzaMéxico.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Mauricio Galindo Santofimio
Comun. Social-Periodista. Asesor editorial y columnista revista #MásQVer. Docente universitario. Columnista de LaOrejaRoja.