La política-espectáculo ha servido como anestesia social para que la ciudadanía viva los problemas de su cotidianidad, pero en una comodidad mental que da cabida a la politiquería, en la cual el objetivo no es administrar correctamente el Estado, sino hacer creer que se trabaja para todos, mientras se beneficia a los suyos y buscan ganar las próximas elecciones.
Uno de los elementos favoritos de la politiquería es la distracción, que como bien explicaba Chomsky, es una herramienta de manipulación de lo público, que opera con miembros que sirven como títeres de otros, ausentes de la realidad, sin ideas concretas, sin proyección histórica (porque lo que pasó, no pasó en realidad) y cuya bandera, muchas veces, es la vulgaridad y la contradicción.
En Colombia acudimos a una clase magistral de politiquería y manipulación, dictada por quienes hoy dicen gobernar para todos. Y mientras la ciudadanía no se pierde una, tras bambalinas el monstruo se fortalece de diferentes formas. Hoy hablaré de dos: distorsión de la realidad y ataque machista.
Aquí no ha pasado (ni pasa) nada
Empecemos con la escuela para militantes del uribismo. ¿Ya alguien dimensionó la gravedad de que el Centro Democrático quiera enseñar su propia versión de la historia colombiana a las nuevas generaciones de políticos que se están formando?
¿Será que las lecciones de historia para uribistas son revisadas por María Fernanda Cabal, para quien la masacre de las bananeras no existió?
¿Qué les dirán a los pupilos uribistas sobre la Operación Orión, que dejó 70 desaparecidos, la mayor fosa común urbana del mundo y una MinDefensa responsable que hoy es vicepresidenta?
En Colombia han luchado contra la historia quienes no quieren asumir sus responsabilidades dentro de la misma. No de gratis llega un negacionista del conflicto a dirigir el Centro Nacional de Memoria Histórica y, de entrada, se niega a publicar el último informe.
Lo cual tampoco es un hecho de menor relevancia, pues si esa verdad no se distribuye, imperará la verdad que la oficialidad ha construido con ayuda de múltiples medios de comunicación tradicionales.
Ahora bien, ¿recuerdan cuando el Consejo de Seguridad de la ONU pidió que se firmara de una vez la Ley Estatutaria de la JEP y el canciller Holmes Trujillo dijo que la implementación del acuerdo es un compromiso que el Gobierno Duque ha asumido con incuestionable voluntad?
Pues bien, ello nos sirve de ejemplo, porque este presidenciable del uribismo también busca vender otra historia de cara al mundo, mientras al interior de la casa la realidad es otra, ¿o cuándo ha demostrado el Gobierno esa voluntad incuestionable? ¿Con las objeciones a la JEP?; ¿con el discurso incesante de odio o con los trinos promasacre del presidente eterno?
Machismo acolitado
Hay que reconocer que Marta Lucía Ramírez, a quien en otra época la acompañó la razón, pues rechazaba las acciones de Uribe Vélez y su partido, hoy parece hacer gala de su puesto como la vicepresidenta de un emporio de la politiquería, más que de una nación.
Así, mientras el país se llena de muertos, la paz se termina de descoser y el narcotráfico puntea como el emprendimiento naranja más rentable. Marta Lucía se dedica a hablar sobre la brujería que, supuestamente, le están haciendo a Guaidó y postea fotos en las que utiliza niños para vender su mentira.
¿Podría calificarse como explotación infantil el uso de dos menores de edad para validar la incompetencia programada de un Gobierno? Porque, no nos hagamos los pendejos, Duque y Ramírez bien podrían gobernar a Colombia, pero al parecer el interés que los mueve es el de perpetuar la manipulación y, por ende, ser incompetentes para el país.
Lo que hace la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez es sumamente peligroso: mientras ella dice posar como representante de las mujeres, que por primera vez llegan a ese cargo, por otro lado, distrae la atención con tonterías para restarle importancia a que en su partido hay gente como Rafael Nieto Loaiza, quien se abandera en contra de los derechos de las mujeres, lo que podría desembocar en una agenda legislativa que perjudique su autonomía. Más.
Porque, claro, la mujer no puede decidir sobre su cuerpo, ni cuando se trata de miccionar; típico pensamiento de esos políticos que son pro-vida, hasta que entra en juego la vida de la mujer, y ahí sí aflora su fascismo.
Duele que ninguna mujer del partido haya rechazado estas afirmaciones. Ni siquiera la vicepresidenta misma. Aun cuando Nieto Loaiza bien podría llegar al cargo de procurador o fiscal, o a lo que fuere, y claramente buscaría dar una estocada en contra de esas mujeres que Marta Lucía jura representar y defender.
No son gratuitas las acciones de los funcionarios del Gobierno y los altos mandos del partido. El uribismo no está compitiendo contra Sábados Felices, simplemente está en una gran campaña nacional para que el pueblo siga distraído, de modo que importe más el bienestar astral de Guaidó, que la vida de nuestros líderes sociales y los derechos de nuestras mujeres.
Por eso, desde la campaña presidencial, preferían cabecear un balón o tocar una guitarra, que comprometerse con la solución de las problemáticas sociales que sus Gobiernos previos han acentuado.
Acudimos a un show mediático con el que los mismos que lo han ejercido siempre buscan seguir en el poder para disfrutar, en exclusiva, de los beneficios de un país sumamente rico; pero sumamente distraído en cuanto a prioridades y soluciones se refiere. Eso sí, no olviden dar las gracias a Caracol y RCN por millones de horas de El Chavo y Betty la fea. Que se hunda el país, pero que al menos estemos entretenidos, riéndonos de los mismos chistes una y otra vez.
Adenda: mientras el circo sigue, todos los responsables del Cartel de la toga están por quedar libres de cargos, gracias al vencimiento de términos. ¡Esa es la lucha de Martínez Neira y de este Gobierno contra la corrupción!