Columnista:
Germán Ayala Osorio
Diego Molano Aponte es otro uribista que desea ser alcalde mayor de Bogotá. Al cuestionado ministro de Defensa del Gobierno del presidente-títere Iván Duque. Se suman Lara, Oviedo, Vargas y Galán, todos de la derecha tradicional.
Molano Aponte llega a la contienda electoral con una enorme carga negativa representada en dos hechos que lo confirman como el más uribista de todos: el bombardeo de campamentos guerrilleros con la presencia de menores de edad a los que calificó como «máquinas de guerra» y la responsabilidad política que deberá asumir por la masacre perpetrada por militares en el Remanso (Putumayo) en el que fueron asesinados una mujer embarazada y una menor. Estamos frente a una masacre que el propio Molano mintió sobre lo ocurrido e incluso, le alcanzó la farsa para inventarle alias a los muertos.
Molano, junto con Lara, Oviedo, Vargas y Galán hacen parte de la misma estrategia de la derecha uribizada: quien triunfe, deberá hacer férrea oposición al Gobierno del presidente Petro, haciendo aún más invivible la capital del país. La idea es insistir en la narrativa que señala que desde el Gobierno nacional no se giran los recursos o se ralentiza su entrega; o que, por culpa del presidente Petro el país no avanza, cuando las malas gestiones en ciudades capitales están atadas a la naturalización de la corrupción de una derecha a la que solo le interesa dar continuidad a los procesos de privatización y captura mafiosa del Estado. Más claro: el uribismo le está apostando a evitar que regrese un alcalde progresista. Por ello, los cinco candidatos que andan en crocs, como el inefable y expresidiario Álvaro Uribe Vélez, hacen parte de la estrategia Todos Contra Bolívar, el único candidato que usa Ferragamo.
En el plano estrictamente distrital, el propósito de Molano es dar continuidad a TransMilenio, sistema masivo de transporte que hace años colapsó, pero con el que insisten en mantener a flote los vendedores de buses Enrique Peñalosa y Claudia López, figuras que hacen parte de esa derecha uribizada que habla de seguridad mientras el Tren de Aragua se consolida, lo que justamente legitima el discurso de una derecha incapaz de examinar, con enfoque sistémico, problemas como la inseguridad, la pobreza y la exclusión que acosan a las principales ciudades capitales.
Molano Aponte exhibe un falso perfil administrativo y gerencial con el que intenta ocultar su talante despótico y clasista. Molano puede parecerse a Iván Duque en lo obsecuente y al pertenecer al nefasto círculo uribista, ello se traduciría en una constante tira y afloje con el presidente de la República.
Ojalá los bogotanos entiendan que los candidatos uribistas que hoy están en la contienda electoral representan todo lo que ha estado mal en el país: corrupción público-privada, pobreza, concentración de la riqueza en pocas manos y la privatización del Estado y de lo público.