Columnista:
Cristian Álvarez
Como toda una contradicción se podría catalogar el actuar de la alcaldesa de Bogotá Claudia López durante este segundo fin de semana del mes de mayo.
Debido al aumento de los casos positivos de la COVID-19 en la localidad de Kennedy, la administración de López decretó la alerta naranja en las UPZ Bavaria (que comprende barrios como Nueva Alsacia y Marsella) y Calandaima (en los barrios Tintala, Galán y Osorio). Dicha alerta incluye el endurecimiento de las medidas de la cuarentena en estos sectores por dos semanas.
La alcaldesa de Bogotá explicó las razones por las cuales se tomó esta decisión:
“Hemos estado monitoreando todo el tiempo con la Secretaria de Salud en donde tenemos más personas que han dado positivo, que tuvieron más contacto con personas que dieron positivo y hemos visto que va subiendo el contagio en Kennedy de manera que vamos a concentrar nuestros esfuerzos aquí”.
Por eso mismo, Claudia López, decidió recorrer las calles del barrio Marsella con megáfono en mano para hacer “perifoneo” informando los alcances de la medida decretada.
“Tenemos riesgo de muy alto contagio. En estas dos semanas tenemos que cuidarnos mucho. Es indispensable, por favor no salgan, especialmente las mayores, por su bien y su cuidado”, anunció López desde un megáfono mientras iba montada en una camioneta oficial.
La contradicción
Mientras López hacía perifoneo en Kennedy invitando a la gente a quedarse en casa, a casi 20 kilómetros de allí, en el sector de Altos de la Estancia de Ciudad Bolívar, se realizaba el desalojo por parte del Escuadrón Móvil Antidisturbios ESMAD de cerca de 700 familias de un lote que ocuparon ilegalmente.
Los desalojados señalan que se vieron en la necesidad de levantar sus humildes ranchos en el lote de 46 000 metros cuadrados, ya que, pese a las indicaciones entregadas por la Presidencia de la República, ellos fueron desalojados de las viviendas y de los inquilinatos en los que se encontraban porque no habían podido pagar el valor del arriendo.
Durante el desalojo, los manifestantes denunciaron el uso de fuerza desmedida por parte del ESMAD en la expulsión de estas familias. A esta denuncia se plegaron algunas organizaciones sociales y personales públicos que han alertado sobre las arbitrariedades por parte de las autoridades en Altos de la Estancia, señalando que la Administración Local y la Fuerza Pública han agredido a la comunidad en medio de la pandemia de la COVID-19.
Frente a la denuncia, Hugo Acero, secretario de Seguridad de Bogotá, explicó que la alcaldesa López autorizó el desalojo de las familias, ya que estas personas se encontrarían en alto riesgo por los riesgos de deslizamiento que presenta el terreno donde se asentaron. Eso sí, la mayoría de estas familias se quedan, literalmente, en la calle.
Abusos en desalojo de indígenas
A esta situación se suman los hechos ocurridos el pasado jueves 7 de mayo cuando efectivos del ESMAD desalojaron a un grupo de 350 indígenas de la etnia Embera (que habían sido desplazados de sus regiones de origen por la violencia de los armados irregulares), que se habían tomado a la fuerza tres edificios de interés social en el barrio Candelaria Sur en Bogotá.
Trascendió que, en dichos hechos, una indígena fue golpeada por el ESMAD, lo que hizo que perdiera su bebé. Sin embargo, tanto la Policía Nacional, así como la Secretaría de Salud (que atendió a la mujer) desmintieron que ella estuviera en estado de gestación.
De otro lado, en un video publicado en Twitter, en el mismo lugar, se ve cómo uno de los agentes de Policía apunta con su arma taser a una menor de edad indígena.
Tras estas denuncias, la concejala de Colombia Humana en Bogotá, Ana Teresa Bernal, le solicitó a la Alcaldía de Bogotá que le entregue un informe detallado por la presunta violación de derechos humanos ocurrido durante los desalojos a los hogares de familias vulnerables.
Por actos como este resulta contradictorio que mientras Claudia López invita a los bogotanos a quedarse en casa cómodos y calienticos, la alcaldesa hace grandes esfuerzos por desalojar a poblaciones vulnerables sin siquiera ofrecerles opciones de albergue o alimentación a las que puedan remitirse y pasar en paz el que sería el día de madres más amargo de sus vidas.