Demasiadas princesas

La escuela ha fracasado con su modelo educativo actual y como consecuencia, a estos muchachos no les gusta estudiar. No les interesa porque la escuela no llena sus expectativas.

Opina - Sociedad

2017-12-26

Demasiadas princesas

En muchas ocasiones he escuchado el comentario aquel de que “los niños de hoy ya no son como los de antes”, con sus variaciones “ya nacen más inteligentes que antes” y por supuesto, me puse a reflexionar un poco a propósito de la época navideña de regalos y complacencias; y quizá cuando uno se pregunta por la infancia está tocando las puertas de la vejez. O quizá es como me lo dijo alguien una vez, es muy fácil ver los toros desde la barrera. No lo sé.

El caso es que me lo pregunté porque ahora más que nunca he visto como los padres modernos se dejaron dominar de sus hijos pequeños. Ahora más que siempre, los padres han convertido a sus hijos en unos seres insaciables presos del consumo y la necesidad creada de tener y tener más juguetes que más temprano que tarde, engrosarán los contenedores de basura de las ciudades modernas.

Estos nuevos reyecitos van de acuerdo con su época, pidiendo y pidiendo; y al fatigado padre y a la abnegada madre, no les queda más que obedecer, pues los gobierna un sentimiento en apariencia noble y es el de darle a su hijo las cosas que ellos por carencia económica o buen juicio de sus padres no tuvieron. Estos pequeñuelos crecen creyendo en verdad, que el mundo les pertenece y pensando que, si a la primera no consiguen lo que quieren, bastará con un berrinche y ya está.

Con esto no quiero decir que, si se tiene el poder adquisitivo de darle a un hijo premios y juguetes, no se le puedan dar. Lo que quiero expresar es que debe existir un equilibrio y el niño o la niña deberá aprender que las cosas cuestan porque no en vano, reza el aforismo popular “lo que nada nos cuesta, volvámoslo fiesta” y las cosas con sacrificio se disfrutan más. Y reitero que no estoy en contra de las dádivas. Solo que éstas, se deben regular a las dinámicas del comportamiento del menor y al cumplimiento satisfactorio de su única obligación, la cual es estudiar.

Pero no sólo en lo económico están sometidos nuestros padres modernos. Hoy en día a los niños no les puedes dar una orden, o imponerles algo en virtud de tu autoridad como padre o madre. Hoy en día, con los príncipes se llega a una negociación: “tómate la sopa y te dejo ver tv” o “arregla tu cuarto y puedes salir a jugar” pareciera que los padres están al mismo nivel del niño,  cuando éste sin ningún tipo de restricción les impone su voluntad y así sin más, se dejaron dominar para evitarse una pataleta de proporciones gigantescas.

La tecnología cambió el mundo y para los infantes no fue la excepción y es por ello, que los niños de hoy nos parecen más inteligentes y despiertos que los de ayer. Lo que sucede es que estos nativos digitales, ven las cosas de otro modo. Quizá para ellos no hay fronteras y por eso mismo les cuesta aceptar un organigrama de poder o una línea de autoridad, pues sus relaciones se manejan de forma horizontal, de tal manera que todos, incluidos padres, profesores y amigos, estamos a un mismo nivel.

Pero este inconveniente generado entre otras cosas por la tecnología, puede solucionarse con una buena educación familiar; donde se le enseñe al menor la distinción entre lo virtual y lo real, entre sus amigos de juegos y sus padres o maestros. Pues de lo contrario, veremos más jóvenes indiferentes a su entorno, con poco o nulo respeto por las autoridades, proclives a la delincuencia y a buscar refugio en sustancias psicoactivas.

La televisión también ha hecho su parte. Y es que les ha metido en la cabeza a nuestros niños, que viven en un mundo de ensueño donde príncipes y princesas gobiernan el mundo según sus antojos y caprichos. Y donde la fantasía es mucho mejor compañera que la escuela o su familia.

Y no es que no se les cuenten cuentos o que no tengan derecho a imaginarse protagonistas de alguna aventura épica. El problema es que lo trasladen a sus vidas y efectivamente, crean que son princesas o reyes y que sus padres son sus mejores esclavos. Los niños no tienen la culpa. El tema radica como lo expresé arriba, en una buena educación y una excelente comunicación con ellos para que se den “golpes” de realidad.

La escuela ha fracasado con su modelo educativo actual y como consecuencia, a estos muchachos no les gusta estudiar. No les interesa porque la escuela no llena sus expectativas. Por ello, la escuela como prolongación de la familia los deberá atraer de nuevo a sus dominios modernizándose y entendiendo que el tablero y la clase magistral a 50 alumnos se acabó con el siglo XX y que a los nativos digitales hay que motivarlos de otra forma.

Hay que hacer algo porque una generación de inútiles está a la vuelta de la esquina y ya no habrá golpes de pecho que valgan, cuando sean ellos quienes decidan y gobiernen este bus de por sí ya extraviado llamado Colombia.

 

( 3 ) Comentarios

  1. ReplyIsmael E. Urrego V.

    Con respeto por el autor, me parece que el análisis de la relación entre padres e hijos en los últimos 25 años se queda corto, muy corto, a mi juicio. Para entender lo que ha sucedido es necesario tener encuenta que la familia y la escuela sufrieron un cambio abrupto en relación con el tema de la autoridad. La familia católica, autoritaria, cuasi militar y represiva se vio confrontada por las nuevas corrientes sicológicas que señalaban (con razón) los excesos del maltrato físico y emocional. Otro tanto sucedía en la escuela que compartía con la familia las mismas características. Estas nuevas corrientes sicológicas hicieron énfasis en evitar a toda costa los traumas en los hijos de los 70s para acá e influyeron de manera notoria en las «nuevas pedagogías». Entonces, los discursos de la sicología, la pedagogía y el derecho describieron un movimiento pendular hasta el otro extremo dando lugar a padres, escuelas y leyes permisivos y sin autoridad. Las leyes y los fallos de las cortes amparan sin restricción las conductas a las que alude el artículo. El presupuesto inconfesado de esas doctrinas es la obsoleta idea roussoniana del ser humano: un ser bueno corrompido por la sociedad. Olvidan todas esas corrientes la dimensión biológica del Hombre como base no neutra de todas las demás determinaciones de suexistencia. Al decir de Savater, nacemos no humanos y el trabajo de la educación familiar y escolar es hacernos humanos. Esto no se logra sin un cierto grado de represión de los impulsos biológicos que traemos (el malestar en la cultura del que hablaba Freud). Estas corrientes, entonces, han retrocedido en su concepción del ser humano al siglo XVIII y ha desechado los aportes de varios pensadores que señalan cómo el hombre no es solo (y tal vez ni principalmente) racional sino que hay otras motivaciones como el interés (Marx) y los impulsos de agresión y placer (Freud). Pero nada de esto importó en los 80s y 90s, pues las nuevas corrientes pedagógicas y sicológicas resultaban muy convenientes para la puesta en marcha del modelo económico neoliberal.

  2. ReplyEliana Tamayo Mejía

    Podríamos discutir el tema de manera más amplia 😉

  3. El modelo educativo no ha fallado lo que falla son las herramientas con las que hoy se imparte la educación, la falta de compromiso de los padres en la formación de los hijos. Cuantos padres acuden a las escuelas de padres? Cuantos padres están comprometidos con la educación de los hijos? Recuerdo que mi madre constantemente pasaba a la escuela a preguntar por mi rendimiento académico y no solo esperaba la entrega de notas, cuando estaba flojo en un tema el compromiso hera trabajar en casa para mejorar los temas flojos y en casa papá y mamá trabajaban en mi y mis hermanos valores y principios. En cuantos hogares hoy se complementa la educación con la formación? Cuantos padres hoy por su afán profesional y de consumismo han dejado en manos de docentes la formación y educación? Para finanlizar? Que personas estamos formando para en futuro?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Mauricio Ceballos
Mauro Ceballos Montoya (Junnio), es abogado, comunicador social-periodista, amante de la literatura, la música, la radio y los animales. persona sensible, buen amigo, alegre y optimista. le gusta hacer las cosas bien y por eso es algo perfeccionista. no le gustan las injusticias y trata de no quedarse callado, aunque a veces es difícil. tiene la costumbre de malpensar, porque dice que así está más consciente de su realidad. por último, quiere compartir con usted, este pequeño escrito que en mucho o en parte, lo condensa todo: Puro humano. Soy juez y parte, fiscal y defensor, luz y oscuridad, ángel y demonio, egoísta y altruísta, tímido y despierto, soy la duda y la razón, lo ideal y lo absurdo, creyente y necio, trasparente y mentiroso. Soy la contradicción perfecta, humanidad pura.