Columnista:
María Abad
Las grandes batallas y luchas libradas por los movimientos independentistas que, lideraba Simón Bolívar hace más de 200 años, tuvieron como gran recompensa la formación de la República de Colombia que en ese momento recibió el nombre de La Gran Colombia. Desde ese entonces, aunque ha cambiado de nombre varias veces, las dificultades en la unificación de criterios para gobernar esta patria han sido siempre las mismas y, se podría decir que después de más de dos siglos, la situación política y social del país tiene exactamente las mismas características de la república de ese entonces.
Las primeras diferencias se dieron debido al modelo de gobierno que se debía instaurar una vez liberados del yugo de la corona española. Unos defendían la posición de un gobierno centralista y, otros, la de un gobierno de tipo federalista. Unos, aquellos de la élite, querían seguir aliados con la corona española a través del virrey; y otros, proclamaban la importancia de una república completamente independiente. Mientras tanto, muchos de los soldados que fueron parte del ejército independentista y, algunos campesinos e indígenas, morían de hambre en las calles de la capital de la nueva república. Desde ese mismo entonces, la oligarquía, conformada por aquellas familias poderosas alineadas con el poder de la corona, ya tenía gran influencia en la vida política y social de la nueva nación; muchas de estas familias, aún se turnan el poder en el gobierno.
Desde ese entonces, en que se creó la república hace mas de 200 años, había racismo, clasismo, discriminación y desconocimiento de la importancia del pueblo indígena en la sociedad. Había conflictos entre corrientes de pensamiento y se fue creando un conflicto civil denominado «la patria boba», que se conoce en palabras simples como un periodo de guerra entre compatriotas y, la Convención Nacional reunida en Ocaña en 1828, que se disolvió sin que los diversos partidos hubieran logrado ponerse de acuerdo. Bolívar, aclamado dictador, logró escaparse en Bogotá de un atentado contra su vida. La pregunta aquí en este punto es: ¿Qué ha cambiado desde entonces?
Todo aquel que nos ha hablado de justicia social en esta república ha sido asesinado. Nuestra patria ha vivido en una guerra civil desde entonces, con un sistema político que había intentado emular la democracia sin éxito alguno, y un sistema económico que ha intentado emular el capitalismo, pero que en realidad no ha salido del feudalismo.
Si Simón Bolívar supiera que 200 años después de la formación de la república, aún los partidos no se ponen de acuerdo, tal vez, había decidido suspender la lucha; porque para que un pueblo pueda salvarse, este tiene que querer hacerlo.
Hoy, después de tantos caudillos masacrados, por fin llega al poder alguien que habla de justicia social y no ha sido asesinado; esto se constituye en un gran progreso. Hoy, gran parte de los colombianos respiran un aire de esperanza; el mismo que respiraban aquellos que hicieron parte de los movimientos independentistas cuando se formó la república y Simón Bolívar fue nombrado presidente. Hoy, se sabe que habrá en la Casa de Nariño un presidente que comparte las mimas ideas libertarias y de unificación del sistema político y social que eran el hilo conductor del pensamiento de nuestro libertador.
Muchas vidas tuvieron que ser sacrificadas para este menester, al igual que la lucha que se dio en aquel entonces para librar a nuestra patria del dominio del reinado español. Sin embargo, esperamos que la nueva corriente de pensamiento no sea masacrada por los «realistas» de este tiempo y que todos aquellos que no logran entrar en sintonía con la política del amor permitan que Colombia dé ese gran paso hacia la formación de esa república que nuestro libertador soñó y, que aún, ningún colombiano ha tenido la dicha de ver en paz desde aquel entonces.
El pueblo colombiano ha tomado este momento como el verdadero comienzo y el despertar de una conciencia política que pueda llevar a nuestro país hacia el desarrollo y el equilibrio social que ha estado necesitando desde aquel entonces. Si entramos en conciencia, el cambio puede comenzar hoy por todos y cada uno de los que queremos patria y democracia. Paulo Freire, en su texto denominado Pedagogía del oprimido, defendió la teoría de que solo el amor puede salvar una sociedad herida, de que solo el amor nos puede devolver la paz que tanto anhelamos, y es precisamente esa misma teoría la que plantea el nuevo mandatario, la cual podrá ser desarrollada solamente si los colombianos nos ponemos de acuerdo y no seguimos en el mismo punto en el que estamos desde que se formó esta república.