De los plagios y las citas

Si se revisaran los miles de documentos se llegarían a establecer mil y una formas de violación a derechos de autor; es decir, de plagio. Es más, se hace referencia a que todo lo que uno ha expresado y escrito ya se ha hecho con anterioridad. Sin embargo, en la práctica poco se cumple.

Opina - Educación

2021-11-26

De los plagios y las citas

Columnista:

Diana Abril

A propósito del proyecto de grado de maestría de Jennifer Arias y del comunicado de la Universidad Externado, he notado en mi labor de asesora académica que hay temas del plagio complicados que se dan hace muchísimos años. Conocí del plagio en una de las oportunidades que tuve de pertenecer en un grupo de investigación y en mis primeros semestres de universidad; nunca me imaginé que estuviera estipulado como delito, plasmado en el Código Penal así: «De los delitos contra los derechos de autor». En el título VIII se estipula en el artículo 270 lo siguiente: «Violación a los derechos morales de autor. <Penas aumentadas por el artículo 14 de la Ley 890 de 2004, a partir del 1o. de enero de 2005. El texto con las penas aumentadas es el siguiente:> Incurrirá en prisión de treinta y dos (32) a noventa (90) meses y multa de veinte seis punto sesenta y seis (26.66) a trescientos (300) salarios mínimos legales mensuales vigentes».

Si se revisaran los centenares de documentos se llegarían a establecer mil y una formas de violación a derechos de autor; es decir, de plagio. Es más, se hace referencia a que todo lo que uno ha expresado y escrito ya se ha hecho con anterioridad. Sin embargo, esto en la práctica poco se cumple. 

En mi trabajo he identificado maneras de plagio en los cientos de documentos académicos que reviso para corregir textos. Y, muchos de los que han solicitado de mi trabajo se han visto perjudicados al ser rechazados sus escritos por las universidades debido a un porcentaje elevado de plagio al pasar los trabajos por los programas antiplagio con los que cuentan los centros académicos, que, por lo general es Turnitin del que más hacen uso. Estos programas también se están utilizando a fin de verificar las entregas de los trabajos en la modalidad virtual de los pregrados y posgrados, lo que me parece excelente técnica para los que creen que hacer un trabajo es hablar pura cháchara sin pensar ni citar.

Aunque muchos se preguntan por qué molestan tanto con el tema de las citas y las normas APA, que por lo general son las que se piden. Sería demasiado fácil hacer trabajos solo cortando, copiando y pegando, opción ideada por Lawrence Larry Tesler, quien falleció hace casi dos años y nos dio esa herramienta tan elemental para hacer cualquier trabajo, algo que a su vez requiere de responsabilidad para usarla. Se puede copiar todo lo que se quiera, pero citen; es más, no es recomendable citar al mismo autor muchas veces en un texto y, se sugiere, además, que la cita no lleve más de 100 palabras. Adicional a ello, muchas otras son las sugerencias para citar en el momento de elaborar un trabajo.

Cada palabra, frase o lo que sea que usted vio, escuchó, leyó o usted mismo dijo o escribió antes, debe estar plasmado junto con el apellido del autor, el año de referencia y la página o el número de párrafo, dependiendo de lo que esté citando. De lo contrario, bastará una pasadita por un programa antiplagio para darse cuenta de que no es de su autoría la información que, en apariencia, está pasando como suya.

Cabe agregar que participé hace más de un año en un grupo de investigación, que, como tal, no está avalado por Colciencias, pese a ello, hace aportes a través de escritos distintos y me pasó algo particular. Estaba, en un inicio haciendo un trabajo con uno de los grupos, con el propósito de publicar un texto sobre educación cuando apenas comenzaba la pandemia, y me quedó difícil continuar, debido a otros problemas que tenía que no me dejaban concentrar en mis quehaceres. El líder del grupo (con una hoja de vida impresionante, egresado de la Universidad de los Andes) me anunció que no podría trabajar con ellos más y estuve de acuerdo. Aunque les recomendé que no tomaran mi parte (unas tres o cuatro hojas del total del escrito) y, no obstante, al enviar la publicación, tiempo después, estaban mis aportes con las bibliografías (tal cual) que yo había buscado y citado de la parte que me correspondía.

Ese es otro tipo de plagio, Turnitin le llama «clonación» y Girón, (2008, p. 6) lo caracteriza como el hecho de «presentar como propio un trabajo de forma parcial o total sin ser el autor o autora de dicho trabajo». Finalmente, los líderes de todos los grupos, después de varias reuniones realizadas, decidieron que el grupo no había hecho plagio porque se trataba de una investigación descriptiva. Me quedé impresionada, porque no se podía hacer ninguna objeción más. Tenía en mi cabeza que en el mundo de la academia el tipo descriptivo hace parte de los cuatro alcances de investigación cuantitativa junto a la exploratoria, la correlacional y la explicativa de las que tanto han hecho referencia Hernández-Sampieri y otros autores en varios de sus libros sobre metodología de la investigación.

El cuento quedó así, el líder al que acusé y yo nos salimos del proyecto, y todo esto que les comento, para qué lo hago. El plagio lo hacemos desde niños, y no por ello lo defiendo; al contrario, soy correctora de esos errores que conllevan a consecuencias jurídicas. De este modo es; comenzamos imitando comportamientos y, con los años, copiamos ideas y trabajos completos, porque se desconoce lo delicado del tema y, además, esta práctica se hace debido a que en ocasiones opera el facilismo: sabemos que estamos haciendo mal, nos interesa avanzar y no importa si estamos incurriendo en un delito.

Por tales motivos, considero que, en algún momento nos pasó a todos; no teníamos conocimiento a fondo de la importancia de citar. En este sentido, no contamos con la certeza de saber si Jennifer Arias actuó de mala fe en el momento de hacer su trabajo de grado. Quizás, copió y pegó y consideraba que al parafrasear al autor, no debía citar. A muchos estudiantes que están por graduarse en pregrado o posgrado, que desconocen las diferentes normas de citación, bien les puede suceder. A mí, por ejemplo, me pasó algo increíble un día que hice un trabajo corto, pero todo escrito bajo mi punto de vista, sin leer a ningún autor, sino desde mi experiencia; posterior a ello, lo pasé por el antiplagio y me salió una gran coincidencia con los escritos de otros autores.

Pues bien, lo complejo del plagio aquí, es, que se trata de alguien que nos representa y que venía con antecedentes familiares por los que no debió aceptar el cargo. Por otro lado, si sabía que ya la venía Grupo PlagioSOS investigando por las denuncias de citación de su trabajo de grado y que, debido a ello, sabía que no representaba un ejemplo a seguir, tenía que haberse sometido, en primera medida, a ser examinado su trabajo, además, el proyecto de grado que autenticó era diferente al original, según la Universidad Externado. Entonces, empieza a generar incredulidad su inocencia cuando se observan tales actos. De allí la relevancia de la ética y la honestidad que debe imperar en el trabajo público y en la política como tal.

Eso es lo que sucede en Colombia, los funcionarios que tienen su pecado encima esperan hasta las últimas consecuencias para actuar de la manera en que corresponde y, a pesar de que, en un momento, no procedieron bien (con culpa o sin culpa), tienen que saber que al ser de público conocimiento su hoja de vida, estarán siempre en el ojo del huracán; sean de la ideología que sean. Por ahora, sabemos que sí hubo plagio, y ya serán las instancias correspondientes las que tomen la decisión acorde a un evento como estos. Casos son los que hay, y lo importante es que, en una situación de estas, la persona implicada debe renunciar por respecto a los ciudadanos, por medio de los cuales, obtiene sus exagerados ingresos.

Mientras tanto, la presidenta de la Cámara de Representantes puede afirmar que el trabajo de grado que verificó el Externado no es el que ella entregó, pues no estaba en digital. Ese es el modo normal, se entrega en físico y la universidad digitaliza el documento. No considero que la universidad le haya hecho un análisis al primer proyecto de grado que encontró, como si se tratase de un muestreo aleatorio, aunque, es preciso señalar que la universidad y el asesor de Arias tienen, de cierta manera, responsabilidad por el hecho. De cualquier modo, si Jennifer Arias está segura de que su proyecto de grado, el que autenticó en notaría es el mismo de 2016, tendrá que probarlo. 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Diana Abril
Exbecaria de la Organización de los Estados Americanos (OEA). Magíster en Tecnologías Digitales Aplicadas a la Educación. Administradora pública. Integrante de la Asociación Colombiana de Correctores de Estilo, y de su junta directiva, miembro de la Red de Investigadores Latinoamericanos, editora junior de la revista Justicia y Derecho de la Universidad del Cauca, asesora y consultora académica, investigadora (nivel II), de la Escuela Superior de Administración Pública (ESAP) y par evaluador ocasional de la revista Nova et Vetera (ESAP).