Columnista:
Hernán Velandia Palomino
Gracias a Dios fueron pocos los que se equivocaron votando por Germán Vargas Lleras para el periodo presidencial actual. Cuánto nos habríamos lamentado si le hubiéramos permitido imponer sus nefastas ideas contra las clases trabajadoras menos favorecidas. Afortunadamente dejó conocer su regresivo proceder sin el poder absoluto para imponerlo, pero habrá que esperar la respuesta del presidente Duque y de los congresistas, porque como aliado del Gobierno actual, aún es muy escuchado, así sus ideas sean tan irracionales.
¿Será una cuenta de cobro al ciudadano raso por no haberlo apoyado? Creo que con esta actitud demostró que su pose de falso estadista salvador de masas, ha sido puesta en evidencia para que en un futuro ni él ni ninguno que cuente con su respaldo, reciba el apoyo electoral de quienes somos sus potenciales víctimas.
Siendo de conocimiento general los niveles de pobreza que existen en el país, porcentajes que son maquillados en las estadísticas oficiales, sería absurdo que se diera una letal estocada económica a quienes luchamos día a día para medio subsistir, con la propuesta de quien nunca tuvo una situación tan indigna como la que soportamos millones de colombianos.
Es muy fácil imaginar, desde la superabundancia del poder económico y político, que sus escenarios de opulencia se clonan en cada hogar colombiano. No señor Vargas Lleras, está usted muy equivocado y así su propuesta sea “transitoria” estamos acostumbrados a esas etiquetas de falsas promesas que con el pasar del tiempo se eternizan, como sucedió con el famoso 4 por 1000.
Ojalá que quienes estamos registrados en el Censo Nacional Electoral no seamos tan amnésicos, como hasta ahora hemos sido con esos políticos que en campaña son la voz del pueblo, pero una vez elegidos en el cargo al que aspiran, se convierten en el cerebro de los poderosos y solo lo que ellos piensan es lo que sirve, dejando en el olvido las necesidades de la gente y las imágenes de miseria que compartieron en campaña, con quienes ilusionados por una calidad de vida mejor, creyeron en la falsedad de sus abrazos y promesas.
Pasando a otro escenario actual, esta situación de confinamiento ha servido para que quienes tienen la codicia de quedarse con los presupuestos del pueblo, puedan ser detectados por las comunidades y sean relegados al olvido electoral de una vez por todas. Lo que no entiende el pueblo es el boom mediático que se originó por los medios de comunicación y, de un momento a otro, no se volvió a mencionar palabra alguna para casos tan graves como el del director de la gestión del riesgo, quien con su deshonesta actitud nos permite creer que es el interesado número uno para que se produzcan desastres de toda naturaleza, y él pueda obtener ganancias económicas de cada situación calamitosa que se presente en el país.
A todas estas, nada ha dicho la Presidencia de la República, de quien depende directamente el funcionamiento de esta dependencia, ni nadie ha explicado por qué el director de marras no debe registrar o publicar las adquisiciones de la oficina a su cargo en el Secop, según él mismo, lo aclaró en entrevista por Caracol, cuando lo que allí se invierten son miles de millones, dineros oficiales que aparentemente se dilapidan en maniobras contractuales o de otra índole, sin ninguna transparencia legal y que se obtienen por pago de impuestos de ciudadanos que no pueden reclamar estos procederes, así hayan cumplido con el acto de votar.
Quedamos pues en manos de los “trillizos fantásticos” de las ‘ías’, con la esperanza de que algún día podamos ver a ciencia cierta que se enjuicia, condena y encarcela a nefastos personajes que han matado más gente en la puerta de los hospitales sin necesidad de virus, porque se han robado los dineros de la salud. ¿Y nuestra justicia? Bien, gracias.