Según el programa Somos Defensores, a 62 asciende la cifra de líderes sociales asesinados en lo corrido de este año en nuestro país. ¿Hay garantías para la participación y expresión política de líderes sociales? ¿Qué pasará con los desmovilizados de las FARC que cuando vuelvan a la vida civil decidan ingresar a la palestra pública?
Así muchas personas se sigan rasgando las vestiduras con el tema de la participación política de miembros de las FARC, esto es algo que no podemos evitar. El precio que tenemos que pagar para impedir que sigan en los montes de Colombia con un fusil al hombro es tener que ver a 10 de sus representantes en el Congreso de la República defendiendo sus ideas con discursos y no con armas.
Aún así, una preocupación que ronda en mi cabeza en estos días es la de la seguridad de estos líderes. Recordando episodios tan trágicos de la historia de nuestro país como lo es el genocidio de la UP, donde algunas fuentes aseguran que fueron asesinados 5.000 de sus militantes, la pregunta es: ¿Estamos preparados? ¿Estamos los colombianos preparados para aceptar convivir con personas que piensan diferente? Un gran reto tienen no solo los grandes líderes políticos o influenciadores de opinión, sino nosotros, los ciudadanos de a pie, el reto de desde las bases de la sociedad aceptar la diferencia, el pensamiento divergente y convivir con el mismo en medio de un debate constante y lleno de consensos a los cuales debemos llegar.
Los asesinatos de los líderes sociales no tienen un gran cubrimiento
de prensa, pero bien es cierto que estos 62 sucesos ocurridos a lo largo de este año son una alerta para pensar en como sociedad, garantizarle desde nuestras posibilidades a los líderes que piensan diferente, un espacio de debate sano y dejar a un lado cualquier tipo de estigmatización. En materia de seguridad, es el Estado quien les debe brindar su protección, pero en algo creo y es que de nada sirve un esquema de seguridad para cada líder, sin un trabajo de concientización con la ciudadanía donde se le haga entender a la gente que pensar diferente no es un delito ni un “pecado”.
Como bien dijo el profesor Antanas Mockus, “la vida es sagrada”, y
la vida de TODOS los colombianos es igual de valiosa, sin importar su militancia política, condición racial o social, o su creencia religiosa. La vida es sagrada y debemos garantizarla en su máxima expresión.
El llamado que hoy quiero hacer es a que pensemos en esta frase
comúnmente asociada a Voltaire: “No comparto tu opinión, pero daría mi vida por defender tu derecho a expresarla”. Estimados amigos, puede que no estemos de acuerdo con las opiniones de los demás, pero no debemos sesgarnos y promover políticas y políticos que creen tener la verdad absoluta y solo buscan callar posiciones diferentes.
Publicado el: 22 Nov de 2016
