De la amenaza del castrochavismo a la realidad del castrouribismo

Así como el castrochavismo paulatinamente se tomó el poder en Venezuela, hoy la doctrina uribista viene permeando todas las instituciones y anclándose en las mentes de los desprevenidos eufóricos.

Opina - Política

2019-04-09

De la amenaza del castrochavismo a la realidad del castrouribismo

Llevamos ya varios meses recorridos desde el fulgor de las elecciones presidenciales hasta la realidad de la política del gobierno del presidente Duque.

Durante los meses de campaña el partido del entonces candidato Iván Duque vociferó por todos lados por lo que pasaría este país al no resultar elegido, pues si su contradictor ganaba nos veríamos abocados a estar gobernados por una persona que coartaría la libertad de expresión, cerraría a los medios de comunicación y las altas cortes, concentraría el poder en el ejecutivo, acabaría con la economía del país, hasta el grado de ver vacías las estanterías de los supermercados.

Además, expropiarían las tierras, bienes y todo lo que fuera propiedad privada pasaría a ser un bien común, no podríamos tener paz porque se había “conejeado” a los ganadores del NO; todo en el panorama más oscuro y aciago, es decir, bajo el régimen del castrochavismo.

De esa fatalidad era que el entonces candidato por el partido Centro Democrático, al igual que los integrantes de ese mismo político y los infaltables furibistas de las redes sociales, nos iban a salvar.

Era necesario pues tener ese héroe en cuerpo ajeno ya que el mesías no podía volver aspirar a le presidencia. Y quién mejor que el candidato que simuló sus canas para liberarnos de la amenaza castrochavista, máxime si el problema del castrochavismo había sido detectado por el expresidente Uribe y este era el único que desinteresadamente podría brindarnos la solución.

Pero la fórmula de recurrir a la amenaza de lo que sucede con los países vecinos para afectar el estatus quo nacional no se inventó bajo la égida del uribismo, ya por los años ochenta durante el gobierno de Belisario Betancur, mientras se realizaban los diálogos con las Farc y ante los vientos de cambio dados en el continente, a raíz de que el sandinismo ganara el poder en Nicaragua y la expansión de comunismo en Cuba, los medios nacionales apoyaron la realización de los diálogos para evitar la “centroamericanización”.

De la misma forma en 1884, el uribismo pretendió evitar que tal modelo se reprodujera en nuestro país y con el ánimo de salvarnos de tal designio, enarboló las banderas y todo el arsenal del marketing político para acuñar el miedo al castrochavismo.

Entre tanta información sobre ese fatal designio circuló una acertada columna de Diana Martínez Berrocal en la que concluía que cuando nos hablaban de castrochavismo no nos estaban advirtiendo, no estaban notificando.

Y efectivamente la amenaza se volvió realidad, pero tal notificación no era porque los efectos del castrochavismo nos fueran a invadir, era porque llegaría el régimen del castrouribismo, repitiendo la fórmula de lo que sucede en Venezuela de eliminar el sistema de pesos y contra pesos, pero en la versión muy colombiana de la concentración del poder en el mesías, el señor de las sombras, esto es, en el expresidente y hoy senador Álvaro Uribe.

En Colombia, al igual que en Venezuela, para que el proyecto totalizante político fuera realidad necesitaban la presencia de un caudillo, es así como el castrochavismo tuvo al Comandante Hugo Chávez y en Colombia hoy tenemos al presidente eterno Álvaro Uribe. Para que el proyecto político perviva en cuerpo ajeno, allá tiene al títere de Maduro y acá tenemos al subpresidente Duque.

El haber pasado de la amenaza, a la notificación y encontrarnos hoy en la realidad del castrouribismo se evidencia desde que el gobierno de Duque inició con el desafortunado discurso del senador Macías; desde ese entonces el partido político de gobierno se ha dedicado a reproducir ejercicios totalizantes, dictatoriales y de concentración del poder en una sola ideología política, recuerden que en Venezuela estaba la ideología chavista y acá contamos con la doctrina uribista.

Un primer elemento evidente es la controvertida ley TIC. Con esta, el gobierno concentra el poder de la comunicación, la información y las telecomunicaciones en el Ministerio de las TIC al ser esta la entidad que regula, vigila y controla la generación de contenidos.

Esto significa que será el gobierno quien en última terminará diciendo qué programas y contenidos comunicativos consumiremos los colombianos, y al medio que no le parezca, lo terminarán cerrando.Así como ocurrió bajo en el régimen Chavista.

No es, sino que recuerden los casos recientes de censura en cabeza de Juan Pablo Bieri contra el programa los Puros Criollos de Señal Colombia o la no continuidad del programa de Diana Uribe en Caracol Radio.

Otro elemento evidente es el sistemático ataque a otras instituciones que hacen parte del esquema de pesos y contra pesos; es decir, el ataque a la justicia, que ya en el primer gobierno de Uribe se vivió con los montajes a las altas cortes y hoy se vuelve a vivir con el desprestigio hacia la JEP, y que también se da, por ahí derecho, al desconocer el fallo de la Corte Constitucional respecto a todo lo acordado con la desmovilizada guerrilla de las Farc.

Y en ese mismo sentido el querer cooptar al legislativo para que aprueben todo proyecto de ley que presentan los partidos de gobierno y el ejecutivo; engranando la maquinaria aplanadora de las votaciones en el congreso.

También se suma a esta serie de elementos el querer cambiar las reglas de juego para las próximas elecciones, improvisando una segunda vuelta para la ciudad capital, lo que aseguraría para el uribismo tener el segundo cargo más importante de elección popular.

Y para  ganar en el resto del país, no es sino poner a funcionar la maquinaria clientelar que poseen, además utilizar todos los elementos de marketing político que disponen para que los electores no voten con la razón sino con el estómago y salgan a votar “verracos”, toda vez que están volviendo activar la discusión del Sí y el No.

De esa forma es como intentan garantizar una eficaz y favorable contienda electoral para terminar de consolidar sus intereses totalizantes. De igual manera lo hizo el chavismo en Venezuela que terminó con la mayoría de alcaldías y de diputados en los cargos de elección popular.

Tampoco debemos olvidar el pequeño artículo del Plan Nacional de Desarrollo en el que quieren darle poderes extraordinarios al seudopresidente Duque para que realice una reforma administrativa al Estado.

Esto es, poder estructurar el gobierno a la imagen y semejanza del mandatario de turno (o como lo quiere el eterno presidente Uribe), con la que puedan copar todas las instituciones y no dejar cabida a otras tendencias políticas de centro o de izquierda, aspecto que ya han venido haciendo paulatinamente al entregar cargos, embajadas y mermelada a los familiares y amigos de los congresistas y militantes del partido oficialista; aunque en los medios salga a decir lo contrario.

Tal cual como pasa en todos los regímenes autoritarios, así como en el del vecino país, donde se hacen nombramientos de esposos, hijos y demás familiares en cargos del gobierno.

Durante el mandato de Hugo Chávez este siempre buscó generar unidad alrededor de su propuesta política acusando y atacando al capitalismo neoliberal representado en el gobierno de los Estados Unidos, por eso señalaba a Bush dentro de la ONU y lo comparaba con el diablo. Ni qué decir de lo que hoy sucede con los sablazos que Maduro le hace a Trump.

Pero también había tiempo para sacer chispas entre Chávez y Uribe, así como entre Maduro y Duque. Recurriendo siempre a la estrategia de tener un enemigo externo para unir a la nación, recordando el hecho más reciente con el concierto auspiciado por Duque en apoyo a Guaidó, descuidando lo que sucede al interior del país para apoyar las causas de afuera, algo que en su momento criticaron mucho a Chávez por patrocinar productores y actores de cine, así como dar donativos a los países de la UNASUR.

Puede que económicamente hoy no nos parezcamos a Venezuela, pero en otros aspectos se viene allanando el camino para que el régimen y la doctrina totalizante del uribismo se tome el país y no se dé la posibilidad de que existan otras vertientes y formas de pensar la política.

Así como el castrochavismo paulatinamente se tomó el poder en Venezuela, hoy la doctrina uribista viene permeando todas las instituciones y anclándose en las mentes de los desprevenidos, eufóricos y productores emprendedores que terminan legitimando y validando la seguridad democrática a cambio de la libertad.

Así operó el castrochavismo: entregó las comodidades del socialismo del siglo 21 producidas por la bonanza petrolera a cambio de libertades; pero hoy el castrochavismo dejó de ser una amenaza y le sirve enormemente a la realidad del castrouribismo.

 

 

( 2 ) Comentarios

  1. Muy bien , pueblo a despertar,

  2. muy acertada la descripción de la realidad de la política colombiana de estos tiempos, el miedo como factor decisivo logrò su cometido, solo la capacidad de discernir de las mentes educadas nos orientaran para salir de este momento lóbrego y de su politica coercitiva.

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Óscar Iván Muñoz Giraldo
Abogado - Sociólogo.