La Cumbre Mundial de Premios Nobel de paz, recién acontecida en Bogotá, aun siendo la 1era hecha en Latinoamérica, debió ser de trascendental importancia para el gobierno Santos y más para el alcalde Peñalosa; sin embargo, la Cumbre devino en una vitrina de politiquería oportunista y de payasería peñalosista.
Los aportes de la guatemalteca Rigoberta Menchú –proponiendo que la paz sea considerada política pública que asegure su sostenibilidad- y las alentadoras palabras de apoyo de la yemení Tawakkol Karman, fueron las únicas voces que realmente brillaron de los pocos Premios Nobeles de Paz que vinieron a esta importante cita en la capital colombiana.
Esta Cumbre resultó una vitrina para alimentar el ego de Santos –cuando más o menos se inspiró, fue en el discurso inaugural, para demostrarle al público y a sus pares que él también era tan intelectual como ellos y capaz de hablar bonito (cursilerías sobre amor y miedos) atacando sutil e indirectamente al uribismo, anulando a las FARC y al ELN como partes importantes del proceso de paz colombiano, ignorando también a los partidos políticos y movimientos sociales que apoyaron el sí a la paz; y obviamente nada de hablar sobre el paramilitarismo y de la corrupción que ya hace metástasis en el país.
El peor y más payaso en este circo político fue Peñalosa, dedicó su discurso a monologar sobre las “bondades” del Transmilenio, con tanto bombo y platillos que llegó a catalogarlo como el más democrático medio de transporte e idóneo para fomentar la paz, disparatada barrabasada en su politiquero discurso que le ganó miles de abucheos y rechiflas.
Peñalosa y Santos, dándoselas de pacifistas, fueron puestos al desnudo por uno de los hechos más ruines: ni a Santos se le ocurrió y a Peñalosa no le interesó, agasajar la presencia de los Nobeles de Paz entregándoles las Llaves de Bogotá a estos huéspedes ilustres; sin embargo, Peñalosa –acompañado de Santos- antes sí se las había entregado al presidente de Argentina, Mauricio Macri, y al presidente de México Enrique Peña Nieto, cuando visitaron al país. ¿Por qué a ellos sí y a los Nobeles de Paz no? Por la afinidad neoliberal que tienen Santos y Peñalosa con Macri y Peña Nieto. A los Nobeles de Paz no, porque a Peñalosa el proceso de paz jamás le ha interesado y a Santos le interesa sólo para alimentar su ego… lo peor es que ya se le subió a la cabeza su Nobel de Paz, tanto que con esta fea acción menospreció el valor de sus colegas nobeles.
Lo más burdo de la Cumbre fue traer al polaco Lech Walesa: el ex agente CIA “Bolek” que saboteó ideológicamente a la sociedad polaca, acabando con el socialismo que se abría camino, a quien los servicios de inteligencia occidentales luego premiaron haciendo que le dieran el Nobel de Paz en 1983 y luego llevándole a convertirse en Presidente de Polonia en 1990 (pruebas en documentos desclasificados por la CIA); Lech Walesa, quien nada aportó a la Cumbre, sí ayudó a la oligarquía criolla metiéndole ruidos a la izquierda y a los progresistas colombianos. En Polonia trabajó para la CIA y aquí estuvo al servicio de Santos.
Oscar Arias, expresidente de Costa Rica y también Nobel de Paz, fue más sutil: su discurso fue tan culto que llegó a ser poético –el abierto- pero entre bambalinas y hablándole a los jóvenes inyectó sus vacunas fomentadoras de líderes neoliberales, tal y como hizo en Centroamérica y por eso fue “premiado” con su Nobel. Gorbachov, Obama, Carter, no pudieron venir, lástima porque esos sí son estadistas.
Rigoberta Menchú y Tawakkol Karman, grandes mujeres, se robaron el corazón de todas y todos los que compartimos sueños de paz por los que trabajamos. Estas dos inmensas mujeres, con sus claros mensajes de que no calláramos, fueron las que motivaron y propiciaron que pudiera entregar la propuesta a la Comunidad Internacional de que los países acreedores de la deuda externa colombiana les condonen tal deuda a Colombia siempre que el gobierno use los miles de millones de dólares que dejaría de pagar en el desarrollo de la educación, viviendas, salud y emprendimientos; así los países estarían ayudando al pueblo colombiano en la construcción de la paz. Ya la deuda externa de Colombia equivale a más del 50% del Producto Interno Bruto; es decir que más de la mitad de lo que produce el país es destinado al pago de una deuda impagable y cada vez más creciente.
Las causas que dieron lugar al conflicto armado colombiano todavía están latentes: desigualdades sociales abismales, de ahí que ésta propuesta de condonación de la deuda externa como ayuda al pueblo colombiano durante el posconflicto sería muy importante para asegurarse una paz sostenible. CNN abrió espacio a la propuesta, a través del Foro Digital con los Nobeles de Paz y Rigoberta Menchú se entusiasmó con ayudarnos a promover esta propuesta.
No se pudo incluir en la Declaración Final de la Cumbre porque ya estaba redactada –desde el día inaugural- muestra del amañamiento que hizo el gobierno de esta Cumbre, convirtiéndola en un Circo Político, financiado con casi 300 millones de dólares aportados por las organizaciones internacionales patrocinadoras de tan importante Cumbre de Paz.
La nueva Cumbre de Nobeles de Paz debería hacerse en Venezuela para así crearse puentes entre oposición y gobierno -nuestros hermanos venezolanos necesitan urgente la paz- empero, excepto Rigoberta Menchú, a ninguno de los Nobeles de Paz les sonó ir a Caracas para incentivar diálogos, apagar fuegos, calmar ánimos, ayudar a que el pueblo deje de sufrir tanta escasez y desmanes por culpa de la avidez por petróleo y otras riquezas que tienen enfermos de poder a los dos bandos que aprisionan al sufrido pueblo venezolano, separándole por el muro de los intereses mezquinos.
Los Nobeles de Paz están interesados por ir contra otro muro, el de Trump, quizás por mediático, moda política, o que consideran más importante; hablan de hacer la próxima Cumbre de Nobeles de Paz en la capital mexicana, y bien por los mexicanos.
Hace falta que Peña Nieto y el Alcalde de la Ciudad de México no sigan los malos ejemplos de sus pares colombianos, quienes convirtieron a esta cita de Nobeles de Paz en maratónicas secciones de monólogos políticos sin permitirse la interlocución y el debate con el público asistente, escenarios devenidos en vitrinas políticas.
Si el interés por estas Cumbres es alimentar egos que las hagan privadas; transformándolas en Circos las payasadas duelen por el sabor amargo que nos dejan por la sensación de que se juega con la paz que tanto necesitamos.