Hablando con una monjita sobre por qué los sacerdotes no pueden contraer matrimonio y formar una familia, ella argumentaba que los bienes de la iglesia son de Dios, y que deben permanecer así, ya que si una unión civil se realizara y de esta, como es de esperarse, salen hijos, estos se convertirán después en herederos que querrán reclamar tras la muerte de su padre; y eso sin mencionar los derechos del cónyuge.
Lo irónico del asunto es que para la iglesia, representante legal de Dios en la tierra, no es tan malo acrecentar el patrimonio, pues este es usado en ayuda del prójimo. O al menos así se justitica la existencia del Instituto para las Obras de Religión, o mejor dicho el Banco del Vaticano, por la necesidad de administrar los activos destinados a obras religiosas o de beneficencia, que si bien en teoría suena idílico, es una institución que ha pasado de escándalo en escándalo desde 1942 cuando al papa Pío XII lo fundó.
Ya sea que hablemos de dinero que misteriosamente mueven a paraísos fiscales, o de los US$1.300 millones que desaparecieron y están respaldados como préstamos a empresas en América Latina, pero empresas que no existen en realidad. O bueno, también podríamos hablar de los US$30 millones en activos del Vaticano que fueron incautados por la policía en septiembre de 2010, pues estaban violando las leyes de lavado de dinero.
El asunto es que esta empresa divina, que si bien parece estar dando un giro teniendo al papa Francisco a la cabeza, ha utilizado la fe de las personas para su conveniencia desde tiempos inmemorables. Es decir, como Maria Luisa Piraquive, o cualquier otra iglesia que empezó como tres reunidos sin un peso y con ganas de muchos, pero a gran, gran escala.
En su camino, poco les ha importado maltratar a las mismas personas que han querido apoyar y participar de ese supuesto proyecto de evangelización y conversión del mundo, siguiendo la enseñanza que Cristo nos dejó, etc, etc, etc., porque tan pronto como alguien decide entregar su vida al Señor, debe olvidarse que tiene una vida, unos sentimientos y, sobre todo, unas necesidades.
Mucho se ha hablado ya de que los curas deberían poder formar una familia, pero poco se menciona sobre la homosexualidad que abunda entre los integrantes de la Iglesia. Sí, hay escándalos de pederastia, de sacerdotes con esposas e hijos; pero el tema se ha manejado a nivel interno tan bien, que pareciera que fuera más normal hablar de que muchos sacerdotes abusan de niños que hablar de que mucho sacerdotes tiene inclinaciones homosexuales.
Con la salida del confesionario de Monseñor Krysztof Charamsa en el Vaticano el ambiente se movió bastante a nivel mundial. El sacerdote que se desempeñaba como oficial de la Congregación para la Doctrina de la Fe, secretario adjunto de la Comisión Teológica Internacional del Vaticano y profesor en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.
Como era de esperarse, inmediatamente fue expulsado de todos sus cargos y adiós a los 17 años de carrera en la empresa legal de Dios, porque encima de todo, salió después en una rueda de prensa mostrando al novio y abrazándose con él para los fotos. Todo un escándalo, como para persignarse tres veces y rezar dos avemarías de carácter urgente ante lo que claramente es una discriminación por su orientación sexual, o bueno, no por tenerla, sino por decirlo en público.
Para muchos es difícil de creer o simplemente es un dato a obviar, piensan que los curas son eunucos que no tienen pene ni erecciones ni eyaculaciones, y lamento decir que siguen siendo seres humanos, así estén cubiertos por una sotana. Y tienen deseos sexuales que pueden ser con hombres, mujeres o más, porque la atracción sexual no se educa con versículos, sino que es instintiva.
El propio Charamsa aseguró en entrevista para Blu Radio que al interior de la iglesia católica y el Vaticano hay más sacerdotes homosexuales que heterosexuales. Declaraciones bastante cuestionantes si hablamos primero de la supuesta castidad que deben guardar los clérigos y segundo de la irracionalidad de una iglesia que no acepta abiertamente a sus propios miembros.
Charamsa movió el piso en el Vaticano y ya varios altos ejecutivos se pronunciaron al respecto, mostrando cierto respeto, pero más del mismo discurso que nunca es el momento apropiado para hablar de homosexualidad, porque son una serie de curas ‘maricas’ -no homosexuales, o bueno, no estoy seguro- que quieren seguir acumulando riquezas para hacerse el bien a sí mismos, y quieren hacerlo a costa de la felicidad de muchos y la creencia de otros más.
El mensaje de la iglesia contra la homosexualidad sigue transmitiéndose en la mayoría de las instituciones (colegios sobre todo) de tinte religioso y otras organizaciones que apoyan la fe, pues despiden o dejan de contratar profesionales por su calidad de homosexuales.
¿Entonces si dos hombres o dos mujeres se juntan a vivir en un apartamento, compran un par de plantas, adoptan dos perros y crían un hijo en qué se convierten? ¿Cómo lo llamaría la iglesia?
Falta mucho más que escándalos para que las personas lleguen siquiera a calcular y creer la verdad sobre lo que se tranza en una compañía que ganó el año pasado, nada más en el Banco del Vaticano, 96,3 millones de euros, una cifra que ni para qué la traemos a pesos, porque no nos cabe en la calculadora. Y en su continuo proceso de enriquecimiento sigue llevándose consigo la vida de personas inocentes que dejan de vivir realmente por servir a una causa que hace tiempo se perdió, si es que existía.
Lo de las patrañas de la iglesia y sus ataques contra cualquier abominación diferente a la familia tradicional es un cuento viejo. Pero sobre los derechos patrimoniales, ¿cómo funciona hoy en día? ¿El cura se supone que es dueño de la iglesia? O será que mas bien funciona como un arrendatario. Si el cura termina siendo como un empleado de la iglesia los hijos no tendrian derecho a ningún patrimonio, si acaso a una «pensión». En esa medida, a la monja le faltaría validez en sus argumentos. Pero no se realmente como funciona legalmente ¿Lo sabe ud? ¿o la monjita? / En ese caso, el que laven plata, e inviertan el dinero que han acumulado por tanto tiempo como lo hacen los bancos, las aseguradoras o nuestros bellos fondos de pensiones, es otra historia que me parece nada tiene que ver con la sexualidad del curita. Ojo, no simpatizo ni 5 con la iglesia, por mi que ardan unas cuantas.
El mito de las riquezas del Vaticano.
Y si, tiene mucho dinero, pero lo usa casi todo en beneficio de la humanidad. El Vaticano, o La Iglesia Católica es la organización que más servicio da a la humanidad. Y tiene sentido, puesto que es en si la misión y lo que profesa la Iglesia Católica, la ayuda a los necesitados. Decir que la Iglesia Católica tiene mucho dinero no es mentira, pero obviar lo que hace la Iglesia Católica con ese dinero es tratar de mostrar a la Iglesia como algo que no es, una estafa.
Lo invito a investigar sobre una institución que haya aportado tanto bien al mundo como la Iglesia Católica.
Algunos datos:
El vaticano destina alrededor de 30% de sus ingresos brutos a obras de caridad. Sin contar los millones de dólares que instituciones católicas (muchas pertenecientes a Conferencias Episcopales) dan de ayuda al los países pobres: Adveniat, Ayuda a la Iglesia Necesitada, Manos Unidas, y un largo etc.
«La lista de las labores asistenciales de la Iglesia Católica es realmente impresionante: tiene 5.900 hospitales, 16.700 dispensarios, 700 leprosarios, 12.600 hogares de ancianos, 19.500 orfanatos y guarderías, 11.500 centros de orientación familiar, 11.600 centros de educación especial y 44.500 centros asistenciales. Un total de 123.000 instituciones de asistencia en todo el mundo». (cfr. “La Iglesia Católica”, de Pedro Brunori, Ed. Rialp, España).
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