Colombia es el cuarto país donde más niños son asesinados en el mundo, según la organización Save the Children que elaboró un estudio sobre la vulnerabilidad infantil en 172 países. De acuerdo con el director del Instituto de Medicina Legal, Carlos Eduardo Valdés Moreno, en lo corrido de este año han ocurrido 32 homicidios de menores de edad. Nueve de ellos perpetrados por la madre, 6 por los padrastros, 4 por los padres, 3 por hermanos, 3 por primos y 3 por otros familiares.
Casos como los de Yuliana Samboní (7 años), Miguel Ángel Rivera (2 años) y más recientemente Luciana Cardona (4 años), demuestran la bajeza en la que ha caído la sociedad colombiana, incapaz de proteger a sus niños.
Pero lo más preocupante no es solo que los crímenes sean cometidos en su mayoría por familiares, sino la sevicia con la que son ejecutados, ya que por lo general implican violación, tortura y ahogamiento, actos que solo caben en las mentes de enfermos.
Pero esto no es nada nuevo, casos de menores asesinados son noticia de abrir de los noticieros año tras año, porque la sociedad colombiana está enferma y no ha encontrado la manera de curarse. Pareciera que estamos rodeados de Garavitos en potencia y no hacemos nada al respecto.
Ya hemos olvidado el caso de Luis Santiago, de 11 meses quien fue secuestrado y asesinado en 2008, su padre, Orlando Pelayo Rincón, fue el autor intelectual del crimen por el que pagó 500.000 pesos. Pelayo fue condenado a 58 años y 9 meses de prisión por la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia.
En 2010, el subteniente del Ejército Raúl Muñoz Linares, violó, asesinó y sepultó en una fosa común a cuatro menores en Tame Arauca, hijos de un humilde jornalero. Y en 2013, Hernando Hernández Patiño, tomó un machete acabó con la vida de su esposa Jenny Losada Rodríguez, sus dos hijos Brayan y Mateo, y su sobrina María Camila. En ambos casos, los responsables fueron condenados a 60 años de prisión.
Pero ni las altas condenas a los responsables de estos atroces crímenes, han detenido las muertes. ¿Cómo es posible que alguien estuviera dispuesto a cometer el crimen contra Luis Santiago? ¿A nadie se le ocurrió denunciar a Pelayo antes de que se produjera el crimen?
La cultura patriarcal, la de querer corregir a través de la violencia y la de aceptar como bien visto que con una mano se coge el pan y con la otra el rejo, están poniendo en jaque la seguridad e integridad de nuestros niños. Quienes en lugar de estar creciendo en entornos seguros ven acabados sus sueños por los mismos que se supone deben protegerlos.
¿Cuántos niños más deben morir en Colombia? ¿Qué pasa con los padres y madres que permiten o, peor aún, cometen estos crímenes? ¿Hay forma de prevenir estos crímenes o estamos condenados a ver historias cada vez más atroces en los noticieros cada año?
Porque la indignación se acaba cuando termina el noticiero y comienza el reality de turno o la narconovela de moda. Y seguramente se nos olvidará cuando la selección juegue o haya reinado en Cartagena. Y mientras seguimos indolentes hay niños y niñas que están siendo maltratados, violados y atormentados en sus propios hogares, justo al lado o al frente o a una cuadra de donde dormimos.
Sí, yo sé que es difícil de digerir un problema más dentro de los miles que como país ya tenemos (Corrupción, polarización, narcotráfico, violencia contra la mujer, intolerancia y un gran etcétera), pero es hora de comenzar a impulsar cambios sociales y culturales a favor de la población más vulnerable. Las pequeñas acciones que se puedan impulsar en nuestros propios entornos (familia, trabajo, barrio) son la semilla de grandes acciones que pueden representar un impacto en la sociedad.
No más indeferencia. No más niños asesinados. No más violencia de género. No más indignaciones momentáneas. Regálele a su alma un día de amor por el otro, dese la oportunidad de apoyar una fundación o cree su propia iniciativa de impacto con la causa que mejor le parezca. Porque usted no se merece vivir en el cuarto país donde más se asesinan niños, ¿o si?
pues mas que nada con respecto a este tema hay personas que si merecen morir por sus actos contra la humanidad no diré nombres pero le pido de verdad con todo mi corazón que se mueran esas personas que han hecho tanto daño en este lamentable mundo
Cuando escuchan gritos en el vecindario no se hace nada por miedo a involucrarse. Nadie está llamando. Y si por el contrario se actúa entonces se es entrometido y muchas veces la misma persona agredida es la que dice » no se meta en lo que no le importa». Casos conozco.
Se vocifera contra el agresor pero en voz baja para que este no escuche cuando puede escuchar porque al agresor reconocido se le teme y nadie está dispuesto a exponer su seguridad por la seguridad de otro así sea un niño indefenso.
Muchas veces me han advertido a usted un día de estos la van a matar por «sapa» y ya he recibido amenazas por intervenir. Por exigir mis y los derechos de todos . O por el respeto de las mínimas normas de convivencia.
En fin así somos Colombia.