Columnista:
Daniel Fernando Rincón
“Mi embrión vieron tus ojos”, afirma el Salmo 139.
Este es uno de los textos bíblicos clásicos que los católicos y pentecostales fundamentalistas han sacado y, siguen sacando, con ocasión al tema del aborto, que nuevamente está en los primeros lugares de la opinión pública colombiana, debido a una demanda radicada ante la Corte Constitucional, que pretende volver a penalizar la interrupción voluntaria del embarazo, a pesar de las tres causales de excepcionalidad que gozan las mujeres hoy en día.
Ahora bien, si lo que quieren los fanáticos católicos y pentecostales en su distópica visión de país es que la Biblia, sea la fuente de la ley y, de la moral, habría que recordarles que, en la ley de los judíos, la Torá, la Biblia judía, se consideraba que el feto no era vida, sino una cosa intercambiable.
En el libro del Éxodo, en el capítulo 21, se narra lo que algunos estudiosos han definido como el “Código del Pacto del Sinaí”, un breve compendio de leyes que complementaban los Diez Mandamientos, que es la sustancia de aquel.
En los versículos 22 y 23 de dicho capítulo se lee lo siguiente:
“Si algunos riñeren e hirieren a mujer embarazada y esta abortare, pero sin haber muerte, serán penados conforme a lo que les impusiese el marido de la mujer y juzgaren los jueces, más si hubiere muerte, entonces pagarás vida por vida.” (Versión Reina Valera 1960).
En este texto, en donde por primera vez se formula la Ley del Talión en la jurisprudencia judía, queda muy claro que para la Divinidad la muerte y posterior aborto de un feto, en este caso víctima de una riña, no ameritaba la aplicación del popular ojo por ojo, diente por diente, vida por vida.
Recordemos que dentro de la legislación judía, la Ley del Talión era la medida por excelencia para juzgar los crímenes dentro de los códigos legales establecidos por la Divinidad, transmitidos por medio de Moisés y cuyo objetivo era establecer la proporcionalidad en el castigo a los mismos, sin motivar a la venganza o la sevicia.
Ahora, este texto del Éxodo no suele ser usado ni citado por los fundamentalistas cristianos en su particular argumentación contra el aborto libre, a pesar de que la propia Divinidad de manera explícita excluyó la cárcel y la pena de muerte para los casos de aborto, definiéndola así, como una contravención y, en su lugar, utilizan textos poéticos, oraciones, salmos, plegarias particulares de profetas que aparecen en la Biblia; textos que dentro del esquema de la Biblia judía, no son mandamientos específicos de la Ley Divina, sino expresiones particulares de la relación personal con Dios, que tenían líderes de dicha comunidad que, por lo tanto, eran muy diversas y hasta contradictorias.
Y es que a pesar de que en efecto en el libro del profeta Isaías se afirma que, “Así dice Jehová, Hacedor tuyo y el que te formó en el vientre”, o en el libro del profeta Jeremías se dice, “Antes que te formase en el vientre te conocí”, en la Biblia existen casos tales como, que ante su proverbial desgracia, Job prefiere haber sido abortado, a soportar su estado de vida lamentable, según se lee en el capítulo 3 de su libro: “¿Por qué no morí yo en la matriz, o expiré al salir del vientre?”, “¿por qué no fui escondido como abortivo, como los pequeñitos que nunca vieron la luz?”.
Por otro lado, el autor del libro de Eclesiastés, en el capítulo 6, prefiere a los abortivos que a los vivos: “Aunque el hombre engendrare cien hijos, y viviere muchos años… si su alma no se sació del bien y también careció de sepultura, yo digo que un abortivo es mejor que él. Porque éste en vano viene y a las tinieblas va y con tinieblas su nombre es cubierto, además, no ha visto el sol, ni lo ha conocido, más reposo tiene este que aquel”; entre tanto, el propio David, quien afirma haber visto a Dios desde que era un embrión en el Salmo 139, en el Salmo 51 dice que, “En maldad he sido formado y en pecado me concibió mi madre”, lo que contradice completamente lo afirmado por los profetas Isaías y Jeremías.
La Biblia, el texto sagrado de los cristianos, tiene una particularidad y es la riqueza de estilos, escrituras y contradicciones, debido a los muchos escritores y épocas en que los mismos fueron escritos.
Pablo de Tarso, el gran ideólogo del cristianismo primitivo afirma que, la Ley Judía había sido derogada por Cristo y no era necesario que los discípulos de la nueva religión, los cristianos, debieran observarla al pie de la letra, de hecho, el propio Jesús de Nazaret, el Mesías, contradijo pública y abiertamente la Ley Mosaica, siendo una de las razones religiosas por las que se le condenó a muerte.
En síntesis, en cuestiones de fe, cada quien es libre de creer incluso que todo espermatozoide tiene alma y que cada acto masturbatorio masculino es un genocidio masivo, sin embargo, en asuntos legales y, más con los que tienen que ver con derechos humanos en tanto derechos sexuales y reproductivos, que no son conceptos que aparecen en la Biblia cristiana, dada la antigüedad de la misma, es necesario recordar que el Estado Social y Democrático de Derecho, que es como está definido el Estado colombiano, es uno no confesional, razón por la cual ni la moral católica, ni los textos bíblicos deben ser la fuente de la jurisprudencia, aun cuando el 75 % de los colombianos se identifique como católico.
En últimas, las mujeres son libres de hacer y deshacer con sus cuerpos, a pesar de lo que digan los códigos morales de hace milenios, como la Biblia cristiana.