Columnista:
Julián Bernal Ospina
Es imposible construir paz con quienes, como el uribismo, no son conscientes de su parte del conflicto armado: los que aún viven en guerra e interpretan el mundo en función de esa actitud. Piensan que su verdad –la única posible para ellos– es la que debe prevalecer. Cualquier acto que no sea el de su propio interés es vacío, oscuro o risible. Todo es justificable para que su discurso prevalezca, sin importar las vidas humanas, la dignidad histórica y la posibilidad de un futuro común y alternativo. Todo hasta la destrucción de ese otro: su desaparición y de cualquier otro vestigio: quien hable distinto, quien se atreva a pensar diferente, debe desaparecer.
Si hay algo difícil pero necesario para la democracia –y también para la vida diaria– es la autocrítica: ese ejercicio que implica evaluar conscientemente las propias acciones, las intenciones y las concreciones con la virtud de la verdad: buscando que reluzcan no las propias justificaciones de la barbarie, sino la implicación propia, lo que por acción u omisión provocó la reacción del otro. Es aceptar que todo pudo comenzar por sí mismo, no solo por los demás.
Esto es lo que reluce en los procesos de paz en el mundo. El de Sudáfrica pudo salir adelante por el reconocimiento del Apartheid como instrumento de segregación racial y estructural. Si no hubiera sido por esa autocrítica del Apartheid, no hubiera sido posible la mesa de conversaciones para conseguir la paz. O sin el reconocimiento de perdón público de distintos actores políticos colombianos sobre acciones y omisiones en hechos del pasado: por ejemplo, en el caso de Juan Manuel Santos, con la responsabilidad estatal por los asesinatos de los miembros de la UP; por otro lado, en cuanto a las Farc, en el caso de la responsabilidad que han aceptado frente a asesinatos, masacres y otros hechos victimizantes.
Todos estos son gestos de paz que expresan implicaciones en las dinámicas del conflicto armado. Si bien pueden no ser completos, sí cumplen la trayectoria de la aceptación. Una de las máximas por las que se configuró la mesa de negociaciones de La Habana fue reconocer que tanto el Estado como las Farc fueron responsables del desarrollo de la guerra. Ello implicó comprender que, al estar sentados a la misma mesa, el uno no venció al otro.
Esto es, en definitiva, que esa verdad del contrincante no debería desaparecer sino, por el contrario, existir en escenarios deliberativos. Lo anterior provocó que miles de guerrilleros se desmovilizaran, que los jefes de las Farc –en su mayoría– participaran en política, y que se comenzara a construir un andamiaje estatal a favor de un país que ayude a limitar la violencia institucional y estructural imperante en Colombia.
Con el proceso que el exsenador Uribe enfrenta en la justicia y las respectivas reacciones del presidente Duque y los afines al uribismo hemos visto exacerbarse esa lógica de la guerra que evita aceptar la propia responsabilidad en el conflicto armado.
Los uribistas no reconocen los avances del proceso de paz; más bien le asignan a este toda la responsabilidad de lo que sucede en Colombia. Quieren hacer trizas los Acuerdos, derogar la JEP, desvirtuar las verdades que van saliendo sobre la mesa, aduciendo que ganó el No, pero sin reconocer que ellos mismos aceptaron las modificaciones que pidieron. Debe ser que no están dispuestos a poner a un lado sus privilegios de permanecer en guerra, sin desmovilizar ni la palabra, lo cual sería lo más natural al aceptar la violencia simbólica, estructural y directa de que son responsables. Aunque Uribe haya quedado libre, no se podrá liberar de su pasado –ni de su presente–.
la estrategia de los que mienten y calumnian termina esperando que la victima acepte la culpabilidad del acto que le endilgan, el slogan de garc es el mismo de hitler «quien no esta con con migo esta contra mi»,
otra es que «todos somos culpables» para disculpar sus crimenes. Julian, dice que «cuando no importa la vida del otro» si , el hombre mas caro que ha existido para las farc que ofrecian 500 millones por Huribe. si esos estan por la verdad y la justcia que digan donde estan los cadaveres de los niños que asesinaron para sostenes la mentira de que no reclutaban ni violaban menores. con mentiras no es facil llegar a la verdad. El objetiv de las farc no es la paz sino el poder a toda costa.