Columnista:
Dr. Germán Ayala Osorio
La crisis por la que atraviesa la mesa de diálogo entre los delegados del Gobierno de Petro y los enviados de las disidencias farianas no obedece exclusivamente a asuntos relacionados con la recuperación de territorios por parte del Estado y el supuesto incumplimiento gubernamental de lo pactado, sino a un aspecto del que poco se habla: la inmadurez política de las disidencias farianas y el perfil militarista (tropero) de su comandante alias «Iván Mordisco».
No son estos los tiempos de líderes guerrilleros formados discursiva y políticamente, como Alfonso Cano o con la sagacidad y olfato político de alias «Tiro Fijo». Los miembros de las disidencias, llamadas también Estado Mayor Central (EMC), se acercan más al perfil de los inefables «Mono Jojoy» y Raúl Reyes. Es decir, Néstor Gregorio Vera Fernández, alias «Iván Mordisco», no es un comandante formado para la discusión política: es reaccionario y en el pasado, cuando lideró el Frente 1 de las Farc-Ep, se declaró en contra de las negociaciones de La Habana, lo que significa que no está realmente interesado en entregar las armas, desmovilizarse y reintegrarse a la vida civil.
InSight Crime destaca de Vera Fernández que su “accionar criminal comenzó hace 20 años, cuando se unió a la guerrilla de las Farc-Ep. Su inicio fue como guerrillero raso, pero se especializó rápidamente como francotirador y explosivista dentro del Frente ‘Armando Ríos’, en San José del Guaviare… se perfila como uno de los líderes disidentes más violentos con una actitud marcada contra la población civil”.
A sus 48 años, «Iván Mordisco» es un guerrillero joven que está viviendo su gran momento por estar al frente de unas disidencias, a pesar de su pobreza discursiva y cultural, compartida con los hombres y mujeres bajo su mando. Podrán pasar varios años antes de que entienda que jamás se tomará el poder a tiros. A lo mejor pensará que caer en un algún combate con el Ejército le da la gloria suficiente para que sus dirigidos continúen su anacrónica lucha.
Por lo que ha trascendido, su poder de mando no tiene contraparte como en los tiempos del Secretariado de las extintas Farc, en donde internamente se discutían asuntos estratégicos y se unificó la decisión de negociar con el Estado. La condición de disidencia constituye también un problema político con el que los negociadores del Gobierno deben lidiar, en la medida en que el grupo subversivo no tiene la capacidad de daño y de copar grandes extensiones de territorio que sí tuvieron las antiguas Farc-Ep.
Su condición de disidencia choca con el cansancio de gran parte de la sociedad colombiana por la presencia de las guerrillas. El proceso de paz de La Habana le resto legitimidad a la lucha armada. El único camino posible que les dejó el tratado de paz es el de la inercia, en la que andan desde 2016 los subversivos que obedecen a «Iván Mordisco».
En cuanto a la situación de la mesa de diálogo con el ELN, hay que decir que la estructura federada de esa guerrilla es el más grande obstáculo para que internamente el Comando Central (Coce) logre unificar una postura que lleve a todos los frentes a jugársela por una salida negociada al conflicto con el Estado colombiano.
El secuestro extorsivo como herramienta de financiación es otro obstáculo que se suma a la operación de frentes autónomos que no necesariamente comulgan con las directrices emitidas por los comandantes que se envejecieron en la lucha armada, sin haber conseguido tomarse el poder y transformar el modelo económico y político, esto es, insistir en el viejo modelo socialista soviético.
El secuestro de Luis Manuel Díaz, el padre de la estrella del Liverpool, Luis Díaz, bien puede dar cuenta de la desconexión entre el Frente de Guerra Norte y el comando central. Que se haya asumido como un “error” el secuestro del señor Díaz, de parte de Antonio García, bien puede confirmar la independencia de criterio del frente que finalmente perpetró el plagio del padre del jugador de la Selección Colombia de Fútbol.
Así entonces, los retos de la Paz Total no pasan exclusivamente por las maneras en las que el gobierno ha dispuesto las mesas y llevado hasta el momento los diálogos. La inmadurez política de alias Iván Mordisco, por el lado de las disidencias, constituye un problema que no es menor; y por el lado del ELN, su estructura operativa y la pérdida de liderazgo de sus viejos comandantes, son factores que tampoco se pueden despreciar al momento de evaluar los avances o el fracaso de la Paz Total.