Columnista:
Ed Ladino
Mientras el mundo entero se debate entre la pandemia asociada al #COVID-19 y una fuerte crisis económica, el presidente colombiano Iván Duque pensó que era el momento perfecto para posicionar su marca personal y mejorar su imagen con dinero de la Paz. Con una inversión superior a los 3000 millones de pesos y encabezada por el vidente del palacio, el señor Hassan Nassar, esta estrategia, buscaba crear un “diálogo” entre el ecosistema digital y Presidencia. La “austeridad”, característica del primer mandatario, se vio opacada con esta acción que, además de violar algunas de las leyes que él mismo estableció acerca de estos gastos, genera dudas sobre la adjudicación, ya que la empresa en cuestión fue una financiadora del NO en el plebiscito y este millonario contrato les fue entregado a dedo.
Pero más allá de lo poco ético que puede ser esto y de la cachetada a los pobres del país, muchos que ni siquiera serán destinatarios de esta campaña, pues no cuentan con acceso a Internet y mucho menos saben lo que son las redes sociales, el trasfondo del accionar presidencial nos reafirma algo que ya sabemos. Duque está caído y su imagen por el piso. Como supimos hace un par de días a través de una encuesta de Invamer, la misma que este medio analizó y cuyos resultados son dudosos y poco representativos, la necesidad de Presidencia por mostrar su “buen trabajo” y liderazgo se ha vuelto prioritario para la Casa de Nariño, en su afán por lograrlo, dejamos de ver escandalosas noticias de corrupción en las ayudas, para encontrarnos con estos escándalos relacionados con la imagen presidencial, pero claro, estamos hablando de un presidente que necesita decirle a la gente que es él quien manda; no solo transmite inseguridad y falta de gobernabilidad, sino que también nos pone a pensar si acaso el jefe de propaganda del Gobierno Duque busca construir culto a su imagen personal.
Es que dicha campaña de transformación de la imagen del primer mandatario no empezó con este gasto, ha ido desde las ilustraciones de Semana donde muestran un hombre de mentón fuerte e imponencia semejante a Superman, pasando por propuestas de aplausos masivos en apoyo a su gestión, cuyos principales activadores fueron políticos y militantes del Centro Democrático; similar a lo que se viene haciendo en todo el mundo con los médicos que están en la primera línea de lucha contra el virus, y terminando con los “props” utilizados por el presidente en sus diatribas diarias sobre la GRAN gestión que hace, que como hemos visto, van desde chaquetas con su nombre, tarros de gel antibacterial, que no se han usado ni la primera vez, y mascarillas protectoras, sí, esas mismas que no han recibido los miembros del personal médico, pero que como escenografía se ven muy bien.
El presidente incluso, haciendo uso de ese encanto natural típico de él, el mismo que usó en campaña mientras tocaba la guitarra, hacía cabecitas y bailaba salsa, le pidió al presentador William Vinasco que “cantara” el gol de la victoria en contra de la #COVID-19, una falta de respeto con los pacientes, sus familiares y la memoria de quienes ya han fallecido a causa de esta enfermedad generada por el virus SARS-CoV2; y ni hablar de los lapsus mentales, su descachada ‘LOCOMBIA’ ha sido la comidilla de las redes sociales. Entonces no es claro cuál es el interés del Gobierno en invertirle, en momentos de caos social, económico y de salud de tan grandes magnitudes, tal cantidad de dinero a mejorar la imagen de quien ha sido un líder “carismático y entregado a su gente”. ¿Acaso buscan desviar la atención de cosas más importantes? No olvidemos que el señor Nassar es un autodenominado prodigio estratega de comunicación política, y estas “metidas de pata” pueden o no ser cortinas de humo, para tenernos hablando del presidente, bien dicen por ahí, “que hablen mal o bien, pero que hablen”.
En este orden de ideas, Colombia ha pasado de tener en Iván Duque a un jefe de Estado, al principal influencer del uribismo, uno que tiene espacios diarios para comentarle a la gente cosas que muchas veces podrían ser comunicadas en campañas más austeras y efectivas, no en un “Aló presidente” a la colombiana. Duque no genera confianza ni da tranquilidad, al contrario, cada vez que realiza una alocución se le nota inseguro, cansado y hasta con miedo, basta con ver cómo es incapaz de hablar de la pandemia adecuadamente, para darse cuenta que algo pasa. Lastimosamente esa inversión hizo lo contrario, al parecer, al “estratega” se le olvidó el momento que estamos pasando y las necesidades prioritarias que tiene la nación. ¿Para qué hacer esto? ¿Para apoyar la labor de los cientos de bots de las bodegas uribistas o para alimentar el ego del señor presidente?
En este momento que se avecina, con la extensión de la cuarentena hasta finales de mayo y la recesión económica, el presidente debería seguir los consejos del Duque de 2018: “Lo primero que tenemos que hacer para recuperar la economía, es eliminar el derroche del gobierno. Acabar los gastos innecesarios, empezando por los suntuosos gastos en publicidad y eventos”; escúchese y haga caso, que el poder no se le suba a la cabeza, de verdad, nadie con cuatro dedos de frente pensaría que semejante derroche podría traer resultados positivos a quien se le ha visto rodeado de narcos, políticos y militares de cuestionable actuar. Señor presidente, si quiere mejorar su imagen póngase a trabajar, deje de andar rodeado de gente cuestionable y no convierta al Gobierno Nacional en su comité de aplausos personal.
Felicitaciones por la excelente radiografía
de las máscaras de Duque.
Excelente columna. Verdadera radiografía de lo que está sucediendo en el país.
Por otro lado, las firmas encuestadoras en el país, están quedando en su real posición, a las cuales poco hay que creerles, ya que nos estamos dando cuenta que falseán datos en función de los contratantes
Cómo se les nota lo resentido que eres
Y tu cerebro no da sino como administrador de tienda de barrio