Hace cuatro años, cuando en Bogotá empezaron a conquistar las calles los pedales y las bielas, se creó el colectivo ConcienBiciate con el fin de crear un espacio de conciencia y de esparcimiento alrededor de las actividades culturales y deportivas que la bicicleta puede ofrecer.
Armando Rodríguez, Camilo Castiblanco, Andrés Acuña y Santiago Villaneda, hacen de ConcienBiciate, un gremio que trabaja para disminuir los prejuicios que se han creado alrededor de los bici-ciudadanos a través de contenidos pedagógicos que enseñan a la sociedad a ser un actor vial responsable y tolerante con los demás que hacen uso de las vías, congestionadas y agrietadas, de Bogotá.
¿Cómo y por qué nació ConcienBiciate?
«ConcienBiciate nació de sentir esa responsabilidad de manejar grupos grandes de personas, de mandar un mensaje positivo con ello y generar un impacto, también positivo, en todo el tema de movilidad y de empoderamiento ciudadano por medio de la bicicleta. Ese espacio se abrió de manera consciente, sobre cuáles son los mensajes y los valores que promovemos durante las actividades.
Por lo mismo, se buscaba generar un cambio cultural y generacional con ese mensaje que promovemos de generar una conciencia colectiva, de ser integrantes de la familia ‘Buena Papa’, que para nosotros es ser personas buena onda, pensando en positivo y haciendo las cosas bien. Todo eso parte de nosotros mismos y nuestra conciencia. Al impacto al que le apuntamos es ese: El empoderamiento y el cambio personal. La idea desde un principio es generar un impacto positivo para nuestra sociedad».
Armando Rodríguez, uno de los timoneles del colectivo, mencionó que «la idea era brindarle una alternativa a la noche en Bogotá. Poder salir a parchar con los amigos y compartir ese mismo gusto por la bicicleta. Empezar a hacer algo respecto a eso. Pero queríamos llegar a más gente». Y para lograr eso no solamente era indispensable moverse masivamente por la ciudad, también era importante que la bandera que izan en cada trayecto tuviera un respaldo en lo social y en lo cultural.
El respeto por las normas de tránsito y el uso compartido de las vías con otros actores viales, son parte indispensable en el gremio, pues uno de los resultados de su labor está en cambiar la imagen del ciclista como ese personaje que no respeta las reglas y que viola el espacio de la movilidad en la ciudad.
«Nosotros buscamos siempre resaltar valores: El respeto por el otro y la inclusión son fundamentales. Promovemos en nuestras dinámicas que entendamos que vamos con personas que son de distintas partes de Bogotá, que tienen distintas formas de ser. La idea es ser lo más incluyentes posible. Mediante nuestras acciones permitimos transformar la sociedad. Ahorita le apostamos mucho a cómo convivir con los otros actores viales. Cómo hacer para promover las normas que tenemos, que nos protegen y nos responsabilizan.
Cómo hacemos para convivir con los vehículos que van a prisa, que no comparten nuestros ideales y que conviven con nosotros en las calles. Cómo hacer que un bus nos vea y nos pueda dar el paso«. Así expresaron gran parte de su esencia Andrés, Armando, Camilo y Santiago, cuatro héroes anónimos y sin capa que trabajan en silencio, pero con algo de velocidad por generar una ruptura en la cultura del afán, del egoísmo y de la intolerancia que se vive entre los trancones y los huecos de las calles capitalinas.
En ConcienBiciate realizan actividades como picnics, festivales, espacios de convivencia y de pedagogía. Esto, tal como lo dicen ellos, busca diversificar los espacios en los que los ciudadanos puedan compartir el gusto común por la bicicleta, la música y una vida sana, que incluye el cuidado personal a través del ejercicio y el cuidado del entorno a través de un medio de transporte que no emite gases nocivos para el aire y que no genera ningún tipo de contaminación, estrés o deudas. Así, otro de los objetivos que trazan en el camino es el de «fomentar de manera consciente el uso de la bicicleta desde distintas perspectivas: Sostenibilidad y movilidad».
Andrés Acuña, una de las personas que pedalea por los derechos de los ciclistas y la imagen de los mismos, afirma que «los bici-ciudadanos (me gusta más ese término, porque el bici-usuario lo limita más a un tema de consumo) si nos pensamos como ciudadanía desde la bicicleta, eso podría ayudar a transformar las dinámicas de la ciudad. Yo sí creo que esa masificación de la ciudadanía permite que se hayan creado bici-carriles en vías importantes como la carrera 50, la carrera 17, entre otras. Esencialmente, ver la ciclo-ruta como el espacio para el ciclista y entender que realmente la vía debe ser para todos, es un tema de derechos. El Estado tiene la obligación de cumplirle eso a la ciudadanía».
Con base en la experiencia que tuvieron ustedes en el pasado Foro Mundial de la Bicicleta en Lima, ¿cómo ven a Colombia en todo el proceso de inclusión de ciclo-rutas y espacios para el uso de la bicicleta?
«Nosotros vemos a Colombia como el país ciclista. La gente le apuesta a la bicicleta. Mediante este vehículo puede haber una transformación social. Hoy en día Colombia y Bogotá, si se quiere, son vistas como referentes a nivel mundial de un proceso o movimiento ciudadano pro-bicicleta que se viene fortaleciendo diariamente. Y eso tiene que ver con el hastío de un montón de cosas que funcionan mal en todo el sistema.
La bicicleta es una herramienta completamente incluyente, que le genera fuerza, energía, libertad y autonomía a quien la usa. Guardando proporciones de los espacios geográficos y de las dinámicas sociales y económicas, podría estar ocurriendo en Colombia en estos años que vienen, un fenómeno que llegó a suceder en la Holanda de la Posguerra. La gente hoy se vuelca masivamente a las calles para participar de las actividades arte-cultura alrededor de la bicicleta”.
Las palabras y el lenguaje del grupo de ConcienBiciate reflejan el rol que juegan en una sociedad temeraria e incapaz de afrontar la diversidad en el espacio público. Su responsabilidad, respeto y tranquilidad muestran un grupo comprometido con la ciudad, dejando un mensaje positivo en términos ambientales, culturales y pedagógicos.
Sus huellas en las vías son de ruedas que se inflan con el aire de espíritus conscientes, que reconocen los vacíos y buscan cubrirlos con escenarios educativos, artísticos y sociales: «Nacimos en una sociedad donde nos inyectan miedo y solo vemos los ‘peros’ de las cosas. Nos cohíben de ser libres y tomar decisiones autónomas.
Por lo mismo, les decimos que se den una oportunidad, que crean en sí mismos y que si sienten que deben darle un vuelco a su vida, la bicicleta puede ser un excelente paso para mejorar en ese proceso. Es una dinámica muy empoderadora de ti mismo, de tus sueños. Dejemos de pensar en el sudor, en el cansancio, en la pereza. Empecemos a sentir todas las cosas bonitas que trae la bicicleta.
Esta herramienta te permite desarrollarte a ti, mirar hacia al futuro. En un carro si estás con rabia te la comes, te desquitas con el otro. En la bicicleta pedaleas más y eso, inclusive, te permite llegar más rápido y llegas tranquilo. Por eso hay que subirse a la bici, porque en ella hay libertad, autonomía. Esencialmente, es un vehículo de transporte, de ideas, de tejidos sociales».
Este texto se realizó en co-autoría con Jose León.
Imagen cortesía de Republicana Radio.
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