Columnista: Cristian Álvarez Balbín
Por increíble que parezca, en China las autoridades se propusieron abrir un hospital para tratar a los pacientes de Coronavirus en 10 días, pero más sorprendente aún resultó el hecho de que lo lograron en tan solo 6 días.
Como si fuera una noticia de no creer, las agencias de información china dieron cuenta del “reto” afrontado por las autoridades de ese país asiático, quienes se pusieron desde el viernes pasado manos a la obra.
Pese a que la osada propuesta incluía que la entrega del centro asistencial estuviese planificada para el 3 de febrero; se conoció que ya se abrió el primer centro médico; una unidad que se planeaba abrir el próximo mes de mayo como un anexo al Hospital Central de Huanggang.
Después de leer tan asombrosa información, uno no puede sino imaginarse que hubiese pasado si dicho escenario se presentara en Colombia.
Y es que mientras en China se jactan de edificar e inaugurar hospitales en tiempo record, nosotros, nos podemos sentir “orgullosos” de ser una nación donde cada vez más hospitales se cierran por falta de insumos y de presupuesto.
De acuerdo con el portal www.globalhealthintelligence.com, en Colombia hay cerca de 2.600 hospitales para atender a toda su población, ya que —seamos honestos— en los Centros de Salud de los poblados más humildes ni pastillas de acetaminofén tienen para brindar.
Esta situación se ve reflejada en los tiempos de espera que le toma a un paciente ser atendido adecuadamente por parte de los centros asistenciales.
Pese a que el Ministerio de Salud reguló desde 2016 los tiempos de atención en las salas de urgencias o triages —en el que los clasificados como Triage 1 debían atenderse de forma inmediata, los Triage 2 no deberían superar los 30 minutos de espera, y los clasificados en Triage 3, 4 y 5 quedan a discreción de las IPS— todos sabemos que “bajita la mano” en los hospitales del país, entre más grave es el estado más tiempo deberemos esperar para una atención digna, incluso si eso significa pasar horas o días sentado en incómodas sillas.
Y es que no se puede negar que el principal problema de nuestra salud es la cada vez más grande deuda que tienen las EPS con las IPS que ya asciende —de acuerdo con estimaciones de la Superintendencia Nacional de Salud— a cerca de $17 billones de pesos.
Una cifra ridícula teniendo en cuenta que, a usted amable lector, cada mes “sagradamente” le descuentan un porcentaje de sus ingresos para pagar dicho rubro y así atenderlo oportunamente. ¿Qué se hace esa plata? Misterios de la vida.
Y si bien es cierto que el gobierno nacional busca a través de su normativa de “Acuerdo de Punto Final” zanjar dicha deuda, queda muy difícil hacerlo cuando, en conclusión, a enero de 2020, el ministerio de salud habría desembolsado apenas un total de $1.1 billones de pesos. Sería tratar de evitar una hemorragia con una curita.
¡Pero frescos, que plata para darnos “chumbimba” sí hay, hasta para tirar pa´rriba!
Otro tema que llama la atención es que al igual que en todo el continente y en todo el país, las 56 facultades o escuelas de medicina, de las cuales 18 son oficiales y 38 son privadas, se han visto afectadas por la reducción del número de estudiantes que ingresan a sus claustros a aprender las ciencias médicas, tal como lo publicó la Revista Semana.
Muchos factores podrían incluirse aquí, desde el aspecto económico impulsado por el valor de las matriculas o por el de los insumos para realizar adecuadamente la carrera.
Incluso caben hasta aspectos vocacionales como el hecho de que a los jóvenes no les interesa hacer parte de un sistema de salud viciado y mal pago en el que hay más “sacrificios” que satisfacciones.
Por último y no menos importante es el tema de la corrupción en el sistema de la salud. En los titulares hemos visto desde contralores que se hacen operaciones estéticas a través del sistema de salud de los más pobres, hasta políticos que se lucran y financian sus campañas a través de actos de corrupción como “El cartel de la hemofilia” o “El cartel de los locos”.
Cada vez que un corrupto roba dinero de esta manera, varias personas quedan sentenciadas a muerte por no poder contar con los recursos médicos que garanticen una oportuna y eficiente atención.
Ahora, retornando a la noticia inicial del hospital hecho en tiempo record… Sí, debo admitir que el suceso puede parecernos a nosotros los colombianos algo increíble, y sí, existe la posibilidad de que sea una “jugarreta” propagandística del régimen chino que en este momento tiene los ojos del mundo puestos en ellos.
Sin embargo, qué bueno que en el país del “Sagrado Corazón” pasara un “milagro” como ese.
Que un día, los banqueros que ganan tantos billones en utilidades ayudaran a solventar la crisis; que los grupos económicos asumieran el reto de generar suficiente infraestructura médica de calidad y eficiente sin robarse un peso; que el tipo de la atención que reciben en “prepagada” fuera la norma y no la excepción; que no nos hicieran el paseo de la muerte.
Pero no, eso solo pasa en los paraísos comunistas, y gracias a dios acá somos bien de derecha. Así que a seguirnos aguantando en “Polombia”, ese mágico país donde cerramos hospitales en menos de una semana por culpa de una corrupción “inexistente” pues no hay “evidencia científica de ella”, ¿cierto, vicepresidenta?