Columnista:
Daniel Otálora
Hace millones de años los cazadores-recolectores se integraron al territorio de la sabana dejando atrás los bosques y las selvas. En este nuevo hábitat tendrían que cazar animales veloces y peligrosos en espacios abiertos. Para un individuo era complejo atrapar a su objetivo, pero con el tiempo se establecieron grupos de humanos que flexibilizaron la caza; cada persona tenía una especialidad que permitía una red efectiva de procedimientos a la hora de capturar a la presa.
La organización es una cualidad fundamental del Homo Sapiens; es la clave para montar una revolución. Veamos la Revolución rusa; el 8 de marzo de 1917, 180 millones de campesinos rusos consagrados en el Partido Socialista Revolucionario, inconformes con el zar apoyado por la Iglesia ortodoxa, crearon huelgas y protestas que no tuvieron éxito; sin embargo, un puñado de comunistas del Partido Obrero Socialdemócrata se situaron en el lugar adecuado en el momento indicado. 23 000 personas organizadas tomaron el control del inmenso imperio ruso: los bolcheviques. Este es el ejemplo claro, no basta con los números de manifestantes, por lo general, las revoluciones son llevadas a cabo por pequeños grupos de agitadores y no por las masas; masas que presentan afectaciones a la personalidad del individuo si este no tiene ideales firmes, formando aglomeración de gente desorganizada.
En 1980 los comunistas dejaron el poder gracias a una mala organización y una serie de intereses particulares que regían por encima del Estado.
La Revolución francesa, en 1789, dividió a la humanidad en dos generaciones. Los burgueses llegaron al poder, abatiendo a los nobles: personas que llegaban al poder por actos heroicos. De esta revolución surgieron los derechos humanos; un aporte para la historia de la humanidad. Hoy en día, Francia, es uno de los países con el producto interno bruto más alto del mundo y la calidad de vida es buena. Aun así, existen desigualdades, corrupción, envidia, manipulación y egocentrismo.
En 2011, la comunidad egipcia mediante Facebook y Twitter, coordinaron sus actividades para derrocar al régimen de Mubarak que llevaba tres décadas en el poder, el problema llegó porque los egipcios no pudieron cubrir el vacío del dirigente de Estado.
Estas revoluciones están sobre nuestra mesa de análisis porque se conectan en una red transversal de comportamientos semejantes. Como médula espinal está la organización y coordinación, por consiguiente, enmarcar y delimitar las motivaciones para generar el movimiento, es importante vincular los sitios de posicionamiento estratégicos, cuando el enemigo es más grande, rodéelo. ¿Su enemigo es más fuerte?, hágale creer que están juntos en la misma causa. Las personas aprendemos por reflejos, usted es el comportamiento que se transmitirá en los demás.
Una revolución puede mejorar algunos aspectos, pero no es el éxito. El éxito llega con el tiempo, cuando incentivemos ser honestos a diario, ser leales; cuando fortalezcamos nuestra inteligencia emocional e incrementemos la empatía. Cuando dirijamos el moldeamiento de la conducta a un nuevo estado y pasemos por el proceso de extinción de comportamientos maliciosos. Será una revolución verdadera y permanente.