Actualmente se debate en el congreso y en las escuelas la conveniencia de prohibir el uso de teléfonos móviles en los planteles educativos. Los que están a favor de esta medida argumentan que el uso de los aparatos electrónicos genera distracción, problemas como el ciberbullying y ciberacoso; es decir, nuevos retos que, con una ley como la que se pretende radicar, la escuela y la sociedad misma pretenden evadir.
Nadie puede negar las tecnologías digitales, para bien y para mal, han cambiado gran parte de nuestros hábitos como sociedad. Hoy nos relacionamos de forma distinta, hacemos amigos por redes sociales como Facebook e incluso conseguimos pareja, o lo intentamos, en redes como tinder, reservamos tiquetes aéreos o habitaciones de hotel en la comodidad de nuestra casa a través de un celular o un computador. Estas trasformaciones culturales generan retos que requieren que las escuelas los asuman.
Educar mientras se prohíbe el uso de teléfonos móviles en los planteles educativos es educar a espaldas de la cultura. Nos guste o no esta generación vive y siente a través de las nuevas tecnologías, por lo que en vez de prohibir su uso en las escuelas se debería vincular esta tecnología a la experiencia de aprendizaje.
La escuela debe ser capaz de enseñar y capacitar a sus estudiantes en el uso adecuado de la tecnología, debe enseñar que no debe usarse una red social para, de manera anónima, mancillar la honra del compañero, debe enseñar cómo protegerse de abusadores o maleantes interesados en robar nuestra información personal, debe enseñar a no deprimirse por no tener la cantidad de likes deseada en una publicación.
Las escuelas deben aprovechar de algún modo las habilidades que muchos estudiantes tienen en el manejo de la tecnología. Existen hoy en día numerosas herramientas educativas que incluyen la tecnología como plataformas para aprendizaje de idiomas, tales como Duolingo, videojuegos educativos, enciclopedias virtuales, bases de datos. pareciera que estas herramientas están pasando desapercibidas y las oportunidades tiradas a la basura.
La tecnología representa un reto inmenso para nuestra sociedad, ha modificado nuestras costumbres. Al parecer nuestro sistema educativo, en ocasiones anclado a siglos pasados, no está preparado para enfrentarse al cambio, pero sin duda debe asumir los retos y no esconderse. declararle la guerra a las nuevas tecnologías sería una batalla perdida contra el tiempo y las tendencias de la globalización. Lo cierto es que educación y tecnología no son mutuamente excluyentes. Dicho esto, ¡colombianos sean valientes y afronten el reto!
Foto cortesía de: Andina