Los partidos de la derecha se desdibujaron ante la ciudadanía, perdieron los ideales y se dedicaron a ordeñar la ubre del Estado, los negociados y corrupción son su ideología; perdieron (o nunca la han tenido) la ética y los principios, maduraron en uso del marketing político para decir lo que la opinión sin formación política quiere escuchar, manipulan con los oligopolios de medios de comunicación, de sus patrocinadores, la opinión política de los pocos que aún actúan con su voto.
Los partidos de la izquierda se agotaron, se debilitaron tanto por su incompetencia y corrupción en el ejercicio del poder como el caso del Polo en Bogotá, como por la debilidad de sus posturas frente a la corrupción, la violencia de las guerrillas que no condenaron públicamente de manera vertical, como a mi gusto debería ser, un civilista condena todo tipo de violencia con la misma fuerza, no puede ser duro en la condena al paramilitarismo y justificante ante los hechos de la guerrilla.
Las guerrillas de las FARC y el ELN son muy diferentes, se identifican en su añoranza del pasado de las dictaduras comunistas y en su pasado y presente de vínculos con el negocio del narcotráfico, la minería ilegal, el secuestro y la extorción, entre otros. Las FARC, con algo más de madurez y pragmatismo, entraron al proceso de la democracia, renunciaron a la violencia y sus prácticas, entregaron las armas y se desmovilizaron.
Hay que exigir que se les respete la integridad, se les garanticen los derechos a hacer política y que, en contextos de justicia avalada por la Corte Penal Internacional, se hagan los procesos, se sancione y, sobre todo, se repare el daño a víctimas.
Con el ELN, es otro caso, eso ni es izquierda ni es una guerrilla coherente, ideológicamente identificada, es una iglesia con fusiles, son como Ordoñez con escopetas y hostias (Ordoñez, además, defiende la no devolución de tierras a los campesinos víctimas de la violencia paramilitar y guerrillera, al parecer la quiere toda para Fedegan, Uribe y él).
Colombia sin partidos creíbles, encontró la oportunidad en los movimientos ciudadanos y en el escepticismo político. Veamos de otra manera los resultados de tres de las encuestas que publicaron en la primera semana de febrero:
Miremos de abajo hacia arriba, la de RCN, es decir de la ultraderecha, que abarca al Uribismo, Ordóñez, Martha Lucía, Duque, Pinzón, Viviane y Vargas Lleras
Resaltan el Voto en Blanco, 30% de los eventuales electores repudian a todos los candidatos y el 8% no sabe o no responde, es la forma de presentar el hecho de que los candidatos de opinión libre y posturas éticas le saquen el doble y más a el primero de los suyos, es más la suma de todos los de la ultraderecha (de la ultraderecha Uribismo, Ordóñez, Martha Lucía y Duque, Pinzón y Viviane y Vargas Lleras) es menor al voto en blanco, 25% es decir que una cuarta parte de los votantes aprueba sus radicales y confesionales propuestas, y su respaldo a la violencia y la corrupción.
En la de Caracol y Red+ hacen ver que se ratifica Fajardo y Petro, pero aproximan a Iván y de la Calle, muestran que Fajardo y Petro duplican y triplican a cuarto y quinto.
La de Semana, Caracol y Blu reflejan voto en blanco disminuido y pareciera que una importante proporción de esos votos se decidieran en el momento de marcar en hacerlo por Petro y por Fajardo, es decir, lo que clama la opinión libre (la que no vende el voto) es por el cambio y la sanción a los corruptos de siempre, a los mediocre y filibusteros que secuestraron el Estado y lo pusieron al servicio de sus familias, gremios y amigos.
Fajardo tiene una postura que no les cabe a los analistas tradicionales que todo lo quieren meter entre polos de izquierdas y derechas, y que interpreta el pensamiento elaborado de la academia, de las clases medias, de los micro, pequeños y medianos empresarios, de los viejos y viejas que están excluidos del derecho a pensionarse, de las mujeres que exigen equidad de género, de la juventud que necesita oportunidades y no traga entero. Ese que centra su programa en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, no es de izquierda, tampoco de derecha, es del siglo XXI.
Petro, que es de origen de izquierda, ha enriquecido su visión y discurso con variables muy contemporáneas y justas, lo ambiental, el amor, lo social. Se desmarca y condena las inviables prácticas del régimen dictatorial de Maduro, reivindicando la postura socialdemócrata de inclusión, oportunidades, respeto y garantías para todos los opositores, es una postura de moderna Izquierda, es coherente, lo que hay que analizar es la viabilidad y sostenibilidad de algunas de las propuestas, no su humana y justa intencionalidad. No es de asombro que ya en una de las encuestas sea el puntero en un empate técnico con Fajardo.
Para no agotar el análisis que seguirá cambiando con ríos de dólares Odebrecht, narco parapolíticos, corruptos, y harán subir a los de la ultraderecha, también al muy buen candidato del tenebroso partido liberal y a su nueva aliada la post-neoliberal Clarita, hay que concluir primeramente que el panorama político se consolida en la voluntad de la mayoría de la ciudadanía en atacar el drama que consume a Colombia: LA CORRUPCIÓN Y LA MEDIOCRIDAD, por eso el voto por Petro, Fajardo, en Blanco y de la Calle son la abrumadora mayoría.
Fortalezcamos la tendencia con optimismo en las elecciones parlamentarias. Restemos el poder de las clases corruptas en donde tienen las palancas de manipulación, el Congreso.
En marzo, todo habrá cambiado y serán menos los que quedan en la contienda. Si ganan los de ultraderecha, seguirá perdiendo la ciudadanía, la juventud verá como le siguen robando la esperanza y su futuro.
FALTA EN ESTE ANALISIS UN LLAMADO A LA UNIDAD DE LOS SECTORES DE IZQUIERA,, QUE DEJEN EL PERSONALISMO Y AMPLIEN SU VISION DE UNA CANDIDATURA QUE REPRESENTE GRANDES LINEAS DE POLITICA PUBLICA CON CRITERIO SOCIAL Y DECIDIDO RECHAZO A LA CORRUPCION.