Columnista:
Camilo A. López Echeverri
Los actos racistas que hemos visto alrededor del planeta han sido demasiados en los últimos días; la muerte de George Floyd, por ejemplo, ha desencadenado diversas marchas en el planeta. Aún así, debemos dirigir la mirada a nuestra problemática con el racismo a nivel nacional, pues en la cotidianidad podemos ver que somos una sociedad profundamente racista. Solo hay que dirigir la mirada a sucesos que han acontecido hace muy poco, tenemos, por ejemplo, la polémica suscitada por el locutor Fabio Zuleta acerca de las mujeres wayuu donde simplemente las reducía a una mercancía, susceptible de ser cambiada o vendida.
Es pertinente entonces conocer uno de los factores que posiblemente ha hecho que nuestra sociedad actual sea profundamente racista y, para ello, es necesario remontarse hasta principios del siglo XX, nos remontamos a una Colombia donde el poder político se encontraba dividido entre dos partidos tradicionales, liberales y conservadores.
Colombia fue uno de los primeros países en promulgar una legislación totalmente eugenésica, un conjunto de normas completamente excluyentes y racistas, esto sucedió incluso antes que Alemania, pues el país germano comenzó en 1931, mientras que en nuestro país la primera norma eugenésica data de 1920. En este punto es pertinente observar toda la élite política de la época, una élite que se encontraba muy cercana a un saber, que tenía pretensiones de ciencia, llamado eugenesia, esto en últimas significa buscar el perfeccionamiento de nuestra raza, teniendo en cuenta que Colombia es un país donde convergen diversos fenotipos humanos.
Esta élite política, conformada por diversos intelectuales de aquella época, personajes como Luis López de Mesa, ministro de Educación Nacional en el Gobierno del expresidente Alfonso López Pumarejo (1934-1938), López de Mesa también fue ministro de Relaciones Exteriores, en el Gobierno del expresidente Eduardo Santos Montejo (1938-1942); allí también se encontraba Miguel Jiménez López, ministro de Gobierno del año 1922 a 1923 del Gobierno del expresidente Pedro Nel Ospina Vásquez; el médico cirujano y pediatra Calixto Torres Umaña; Jorge Bejarano, igualmente médico cirujano, designado como el primer ministro de Higiene en el año 1946; toda esta élite política, intelectual de la época, dictó diversas conferencias sobre la raza en Colombia, conferencias, de más está decir, que tenían como asidero conceptual argumentos totalmente eugenésicos, estas conferencias se dictaron a principios del año 1920, de estas conferencias quedó el libro El problema de la raza en Colombia, los argumentos eran profundamente racistas, pues abogaban por un determinismo geográfico, por una reforma educativa anclada a prácticas higiénicas nuevas, y el fomento de la inmigración.
A principios de siglo se encontraban en boca de diversos líderes políticos, alrededor del globo, discursos para exaltar una raza definida, y atacar las razas que se consideraban no deseadas, uno de los discursos que puede ejemplificar esta problemática es el difundido por el nacionalsocialismo en Alemania. Para poder ver la magnitud del problema es pertinente analizar la legislación bajo la que se encontraba nuestro país en aquella época. En 1920 se expidió una ley que regulaba la entrada de extranjeros al país, la Ley 48 de 1920:
Artículo 7. B) A los que sufran de enajenación mental, comprendiendo en ello también la demencia, la manía, la parálisis general, a los alcoholizados crónicos, a los atáxicos, a los epilépticos; a los idiotas; a los cretinos; a los baldados a quienes su lesión impide el trabajo.
Si analizamos con detenimiento el artículo 7 de la Ley 48 podremos ver que era profundamente eugenésica, pues de fondo se estaba rechazando a las personas, por problemáticas en exceso complejas, aun así, este tipo de normas siguieron expidiéndose, con mucha más regularidad. Curiosamente a la par de ascenso del nacionalsocialismo en Alemania. Las leyes de este talante comenzaron a incrementarse mucho más; hizo gala la Ley 114 de 1922 donde uno de los requisitos, por parte de los extranjeros para poder ingresar al país, era que su etnia no alterara la nacionalidad de nuestro pueblo, un requisito en extremo xenófobo. Años más tarde aparece otro atisbo de lo que se podrían llamar «leyes eugenésicas», este es el Decreto 2232 del año 1931, donde comienzan a reglamentar la entrada de extranjeros a Colombia, allí aparecen diversas nacionalidades que podrán tener un ingreso restringido al país, aparecen búlgaros, hindús, chinos, rumanos, turcos, entre otros. Desde estos años comienzan a acentuarse ciertas leyes, donde el foco de discriminación, por parte de las mismas, es la comunidad gitana y judía. Aparece el Decreto 148 de 1935:
Artículo 60. Los gitanos, sea cual fuere la nacionalidad a la que pertenezcan, solo podrán entrar al país mediante permiso especial del Ministerio de Relaciones Exteriores y los funcionarios diplomáticos sólo les podrán visar el pasaporte con la autorización expresa de dicho Ministerio. La visa, en ningún caso podrá ser sino de tránsito y por un tiempo no mayor de cuatro meses.
Como se ha visto, la discriminación a ciertos sectores poblacionales fue aumentando, era evidente que la xenofobia que se desplegaba alrededor del país tenía bases en la mismísima legislación de la época, unos años más tarde comenzaron a aumentar las trabas para la entrada de personas de origen judío. Por otra parte, la Alemania nacionalsocialista creó todo un mecanismo lleno de jugarretas a nivel internacional, y en nuestro territorio colombiano se ubicaba uno de sus engranajes, para ello es necesario ir directamente a una ley colombiana ubicada en un año donde el nacionalsocialismo se encontraba en pleno furor, 1938:
Artículo 10. Los funcionarios consulares de la República no podrán, sin autorización especial y concreta en cada caso del Ministerio de Relaciones Exteriores, visar pasaporte de individuos que hayan perdido su nacionalidad de origen, o que no la tengan, o cuyos derechos civiles y políticos hayan sufrido limitaciones de cualquier especie que dificulten o estorben su regreso al país de origen. (Decreto 1723 de 1938).
Según el anterior artículo, en Colombia era imposible visar individuos que hayan perdido su nacionalidad de origen, en aquella época, en el ascenso del nacionalsocialismo y, en plena Segunda Guerra Mundial, los judíos eran considerados individuos sin una nacionalidad específica, y con el conocimiento, por parte de la política colombiana de aquella época, se expidió un artículo de este tamaño, una ley que iba totalmente de la mano con prácticas racistas y xenófobas.
Nuestra sociedad actual se convierte en la heredera de todos aquellos sucesos desplegados a principios de siglo, el racismo que vemos hoy en día es el resultado de todas aquellas prácticas, normas, leyes y costumbres, que antaño fueron totalmente comunes y que hoy, naturalmente, son repudiables. A todo esto, es necesario sumarle el regionalismo tan profundo en el cual se encuentra inmersa nuestra sociedad.