Colombia, motivos para ser feliz

Colombia es el segundo país más desigual, después de Honduras, en América Latina, esto es en desequilibrio en la distribución de los ingresos de sus habitantes y en el acceso a los servicios básicos.

Opina - Sociedad

2018-01-12

Colombia, motivos para ser feliz

Entre las mediciones inútiles a las que dedican tiempo y dinero encuestadoras y centros de consultoría, encontramos anualmente el índice de felicidad de las naciones. Colombia vuelve a situarse este año como el segundo país más feliz del mundo entre las 55 naciones que son examinadas para este insustancial campeonato. Solo le gana Fiyi, una isla del Pacífico Sur en donde, según el sondeo, sus habitantes llevan dos años consecutivos muertos de la dicha.

El mismo día que divulgó la prensa este dato tan alentador para los colombianos (1/7/2018), la revista Semana publicó una entrevista a un criminal en serie difícilmente equiparable a cualquier psicópata que busquemos en el medio centenar largo de países participantes en esta especie de reinado universal de belleza del alma de las naciones.

Esta sociedad feliz alberga en su seno (aunque ese seno sea la cárcel de máxima seguridad de Valledupar) a un monstruo acusado de torturar y matar a cerca de 60 personas. Todas mototaxistas de entre 19 y 30 años. Los escogía no muy altos y que no superaran los 60 kilos de peso. Montaba en el vehículo y sujetaba la garganta de su víctima hasta hacerle perder el conocimiento.

Cuando volvían en sí, las víctimas se encontraban atadas con una cuerda que unía el cuello a los tobillos, y con un juego de nudos tan complejos que el pobre hombre terminaba ahorcándose él mismo. Luis Gregorio Ramírez, el criminal en cuestión, fue miembro del Ejército y paramilitar. Asesinos hay en todas partes, incluso en Fiyi, pero tan refinados en la maldad es difícil encontrarlos incluso en la más triste de las naciones del planeta.

Y no es el único en esta sociedad feliz. La violencia en la que ha vivido inmerso este país, las familias disfuncionales, los maltratos y abusos de todo tipo han hecho que Colombia tenga a varios de los peores homicidas de la historia. Un antropólogo y profesor de la Universidad del Rosario, Esteban Cruz Niño, publicó hace dos años “Los monstruos en Colombia sí existen” (Penguin Random House) en el que describe la vida y fechorías de asesinos en serie locales que dejan a Jack el Destripador a la altura de un niño del Coro de cantores de Viena.

El libro presenta, entre otros, los casos de Pedro Alonso López, el “Monstruo de los Andes” quien asesinó a 300 niñas. También el de Daniel Camargo Barbosa, el “Sádico del Charquito” a quien se le atribuyen las muertes de 157 mujeres y el de Luis Alfredo Garavito Cubillos, quien hoy purga una condena por el homicidio de 197 niños. Y Armando Valencia, el “Monstruo de Monserrate”, descubierto hace dos años, que confesó la muerte de nueve mujeres.

Valdría la pena interrogarse qué le pasa a una sociedad que produce semejantes angelitos, y si de verdad en este país hay motivos para figurar siempre entre los más felices cada año, cuando no en el primer lugar, de este campeonato mundial de la alegría. La sola vida cotidiana de los colombianos no inspira a lanzar juegos pirotécnicos. Colombia es el segundo país más desigual, después de Honduras, en América Latina, esto es en desequilibrio en la distribución de los ingresos de sus habitantes y en el acceso a los servicios básicos.

Un extranjero que hubiese llegado aquí por primera vez esta semana y se le hubiera ocurrido, por ejemplo, utilizar el transporte público de la capital, habrá quedado interrogándose por el resto de su vida en dónde están los motivos para tanta felicidad en Colombia.

Y si esa misma mañana hubiera oído en la radio las declaraciones del ex gobernador de Córdoba Alejandro Lyons, contando cómo se robaban el dinero de la salud en su departamento, cómo sirvió ese dinero para elegir al actual presidente y cómo se montó un cartel para vender sentencias en la Corte Suprema de Justicia, la perplejidad de este visitante extranjero no tendría límites.

Le informo a ese hipotético usuario forastero del Trasmilenio bogotano y eventual oyente de radio que quienes montaron ese engranaje de robo y corrupción, ya tienen reemplazos en las listas para las próximas elecciones al Congreso. Y Colombia seguirá siendo, seguramente, uno de los dos países más felices del mundo.

 

( 1 ) Comentario

  1. El motivo de la felicidad es algo intrínseco del ser humano, no hay congruencia entre la paz interior del colombiano y su felicidad ya que no creo que con tanta violencia que viene genéticamente en las células sea motivo de tanta alegría. Más bien sería la «felicidad» mal entendida basada en la irresponsabilidad y la falta de respeto por sí mismo la que hace que se celebre muertes, pérdidas financieras, derrotas a la par de triunfos y conquistas.

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Juan Restrepo
Soy periodista. Trabajé durante 35 años en Televisión Española (TVE) como corresponsal en Mexico, Roma, Bogotá y Manila.