Colombia, el país de la moral superior, la justificación de la violencia y los juicios a priori

Colombia es la feria de la moral superior, la justificación de la violencia y juicios a priori, mientras esto sea así seguiremos atrapados en un círculo vicioso imposible de romper.

Opina - Sociedad

2020-05-09

Colombia, el país de la moral superior, la justificación de la violencia y los juicios a priori

Columnista:

Germán Arciniegas Sánchez

 

Hace poco vi una publicación en Instagram en un medio nacional, sobre la orden del presidente de Filipinas Rodrigo Duterte a sus fuerzas de ley de “disparar a matar” a aquellas personas que violaran el confinamiento, con comentarios como: “Un mandatario con los cojones bien puestos, aprende Duque”; “Así se genera orden”; “Así debe ser”; “Está visto que la letra con sangre entra”; “Ojalá hubiera un presidente así acá”. Esa es la muestra del país que prefiere la confrontación armada, la rendición del enemigo en campo de batalla, sin importar los costos que esto traiga consigo. Por lo general estas personas piden guerra desde la comodidad de sus casas sin haber vivido ni de cerca el conflicto. “Rambos de sofá” los han bautizado las redes.

Por lo general, les acompaña un discurso evidentemente violento, que se refuerza cada día en los medios de comunicación con las grotescas y airadas intervenciones de sus líderes, como el senador Carlos Felipe Mejía. Es un show medido, calculado, que lleva al frenesí, que hace que cada noche cuando sus seguidores sintonicen el Canal RCN, sientan el solaz de saber que hay alguien con el suficiente odio para representarlos y experimenten la sensación de que mientras existan personas como ese senador, muerte, bala, desplazamientos, asesinatos es lo que hay, mientras ellos cada domingo irán a pedir perdón por sus pecados, así como ellos perdonan a los que los ofenden.

Otro caso es el de un cirujano plástico al norte de la capital que publica un video donde hace la denuncia del supuesto ataque del que ha sido víctima por unos “desadaptados” que bloqueaban la calle, entre los cuales habían, según él, venezolanos.

En el video no se logran evidenciar las heridas de la doble paliza que según el tipo recibió y, mucho menos, se pueden identificar las nacionalidades de los protestantes. De inmediato surgieron comentarios como: “la próxima les disparas”; “dónde estará el médico pum, pum, pum” , y ni hablar de los comentarios xenofóbicos contra los venezolanos. En consenso dieron total credibilidad al testimonio del cirujano plástico, incluso medios como El Espectador, El Tiempo, Semana, La FM, y RCN con entrevista incluida, publicaron con prontitud la noticia, como suelen hacerlo, desde un solo lado, que a propósito no han ampliado con la otra versión de los hechos.

Horas más tarde usuarios de Twitter publicaron otro video donde los protestantes le reclamaban a los de la camioneta por haberlos tratado de atropellar. Video en el que, por cierto, la mujer que alega con ellos, al parecer la esposa del cirujano plástico, energúmena reta a los manifestantes con madrazos, mientras un policía en actitud tranquila trata de controlar la situación.

En conclusión, no era tan así como dijo inicialmente el cirujano plástico, el cual pudo, al ver la manifestación, dar reversa o tomar otra ruta; pero evidentemente no lo haría, él es miembro de la categoría creada por la ultraderecha en Colombia, los “gente de bien” que en su camioneta blindada se disponía a atender las demandas estéticas de sus pacientes particulares, mientras que los otros son solo unos hambrientos, entre los cuales tenían que haber venezolanos. Por tanto el destino estaba marcado: pobres versus “gente de bien”. Había por tanto, que dar total credibilidad al tipo en mención y condenar a priori a la “gentuza esa”. Condena por gente que seguramente es igual de pobre o peor, pero que también se creen “gente de bien” que no marchan, producen.

Otro grupo de colombianos son los que consideran que las personas privadas de la libertad no son sujetos de derechos. Ante la problemática carcelaria y la alta posibilidad de contagios, ante las revueltas en los centros penitenciarios y las manifestaciones de los familiares, han salido los “buenos” ha mofarse y a desestimar el reclamo que hacen estas personas. Y me pregunto ¿se deja de ser humano acaso cuando se comete un delito? Y la respuesta es: NO. Así sea el delito más atroz. Las cárceles se instauraron en las democracias modernas para precisamente acabar con la tortura y el asesinato como método de disciplinarización que provenían de los poderes soberanos (reyes). Los derechos humanos se establecieron para todos, buenos y malos, como la lluvia que manda Dios.  

Entonces, por un lado está el hecho de que la condición humana jamás se pierde (así nos raye la cabeza) y por otro, que no se puede generalizar como si todos los que están allí fueran en realidad criminales. Adicional a esto, en un sistema penal y judicial tan precario como el nuestro, donde el peso de la ley cae con todo su rigor sobre el que no tiene plata, en un país de 13 millones de personas en situación de pobreza, es imprudente despotricar con tal desprecio. Algunos de ellos han caído en el “delito” por situaciones de desesperación, ¿no se supone que un error lo puede cometer cualquiera? Pero si nada de esto es suficiente a la mente del justiciero, le invito a pensar en los familiares, que por más criminal que alguien sea sigue siendo hijo, padre, hermano y seguirá teniendo por tanto, quién se duela de su suerte. Qué tal si por ellos y su natural dolor y preocupación nos detenemos en nuestros juicios despectivos. Y no estoy romantizando el delito, para el castigo ya existe la “justicia”, para la compasión no. De pronto, mañana es usted o algún familiar el que pase por esta situación y tal vez va a querer un poco de consideración, solo tal vez.

Colombia es la feria de la moral superior y la justificación de la violencia, de los juicios a priori, mientras esto sea así seguiremos atrapados en un círculo vicioso imposible de romper y seremos gobernados por quienes hagan de la violencia y el autoritarismo su lema de campaña. Nos espera por tanto, un arduo trabajo; es verdad que la gente está despertando, pero falta mucho. ¡Ánimo!

 

Publicación de Instagram

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Germán Arciniegas-Sánchez
Psicólogo, músico, docente, antiuribista, activista, sindicalista, magíster en Educación y Desarrollo Humano “Escribir hasta morir”.