Columnista: Tatiana Barrios
Colombia ha sido desde antaño uno de los países con mayor número de problemáticas en América latina, envuelto en conflicto armado, narcotráfico, falsos positivos, genocidios y corrupción; hemos pasado a la historia con una mancha de sangre de la que nunca nos podremos desprender porque hace parte de nuestro pasado y son los actos que marcaron el rumbo del país que somos hoy.
Pero, ¿qué país somos hoy? Me gustaría decirle que aquellos errores fueron lecciones aprendidas y que actualmente el pensamiento político y social es diferente, que pasamos por un auge o simplemente por un periodo de estabilidad y tranquilidad nacional; pero no.
Somos un país que se enamoró de las malas noticias y se acostumbró a ellas, tal vez para poder tener algo de que lamentarse, y eligió de presidente a quien le traería muchas razones para hacerlo. Engañados por esa máscara del uribismo, donde se muestran como nobles, víctimas de persecución política y montajes, donde juegan a ser un camaleón cambiando de imagen para el contentillo de los crédulos; pero dentro de ellos organizan las cuchilladas a la misma clase que dicen proteger. No se entiende la razón que mueve a tantas personas a seguir apoyando tales personajes, ¿qué clase de opio tienen encima?
Entonces sí, somos un país que está nuevamente en manos del monstruo sanguinario del uribismo, el temido por los campesinos, el señalado nada más y nada menos que por la bobadita de los falsos positivos, el mismo al que la clase trabajadora y los estudiantes aborrecen, el monstruo que no queríamos que regresara y regresó con toda la manipulación y el engaño que lo caracteriza.
Apenas van un año y unos meses desde que inició el gobierno del innombrable, nuestro amigo del rostro tierno y comprensivo, y su administración ya lleva casi el 70 % de desaprobación por el caos en que se encuentra la nación.
La situación empeora
Se han presentado asesinatos sistemáticos a líderes sociales en todo el país, los indígenas han vuelto a ser noticia porque, como todas las minorías, están siendo masacrados otra vez, las universidades públicas en crisis, “operaciones militares” que terminaron con la vida de niños, las ansias de militarización como respuesta a los problemas del país, la falta de presencia, polémicas propuestas de reforma laboral y pensional, la situación es tan grave que ni los tiburones se han logrado salvar de esta mala racha que pasamos actualmente.
Son tantos los males que están por colmar el vaso de paciencia que ha tenido el pueblo colombiano durante estos años, que se han vuelto incontrolables para el Centro Democrático, perdiendo su poder político y haciéndosele más difícil maquillar la realidad.
Cambios electorales
Pudimos observar en las últimas elecciones regionales cómo el uribismo ha ido cavando su propia tumba, habiendo perdido poder en las ciudades de donde más apoyo recibía, hasta su epicentro (Medellín) le dio la espalda y apoyó la nueva alternativa, es el inicio tal vez del cambio tan soñado por Colombia.
Pero no siendo suficiente el cambio de administración en un gran número de ciudades del país, desde inicios de octubre se viene organizando un paro nacional con el apoyo de diferentes sectores, entre campesinos, docentes, estudiantes, indígenas, sindicatos, pensionados, partidos políticos, entre otros, que han decidido reunirse y salir a protestar contra “el paquetazo de Duque”.
Sin embargo, un partido político que ha alcanzado el poder tantas veces y durante tanto tiempo no se rinde fácilmente; desde Uribe, pasando por Duque y Marta Lucia Ramírez, entre otros grandes representantes de la actual administración, se han encargado de la manipulación de la población a través de la desinformación y el miedo difundido por los medios de comunicación.
Han hecho creer que quienes saldrán a protestar quieren una Colombia comunista, destruir las calles y acabar con el país.
Distorsión del paro
Han dicho que las motivaciones del paro están basadas en mentiras, la vicepresidenta aseguró que no existían tales reformas laborales y pensionales y cualquier iniciativa debía ser discutida con los ciudadanos, el problema es que ya su discurso no tiene peso, porque los hechos en este gobierno demostraron que como dice el refrán “del dicho al hecho hay mucho trecho” y son varias las promesas que hicieron en campaña y que, como era de esperarse, incumplieron, y debo señalar que me resulta verdaderamente difícil creer que el diálogo con los ciudadanos está en su lista de prioridades.
La vicepresidenta también aseguró «trabajando unidos, honestamente, poniendo la voluntad para que Colombia sea un país de concordia, donde discutamos las cosas con argumentos, no con engaños ni con manipulación de las necesidades de nuestro pueblo” pero, ¿no les parece cómico? La administración que llegó a punta de mentiras y desinformación habla de la no manipulación del pueblo y de la honestidad. Cínicos.
No hay engaños en las motivaciones del paro porque el descontento por su administración no es algo inventado, sus decisiones han sembrado un rechazo tan fuerte que llevó a muchos a apoyar un paro nacional que no se veía desde 2013, o es que acaso ¿la corrupción en el gobierno es una mentira? ¿El cumplimiento de acuerdos con profesores y estudiantes existió? ¿No están reprimiendo la protesta social?
Y sí, vicepresidenta, es cierto que la reforma pensional no ha sido debatida en el Congreso, pero las intenciones no sobra, y para quienes están en el gobierno es solo cuestión de querer para hacer; en el caso de la reforma laboral sobre el salario de los jóvenes, conocemos también que es una propuesta de la ANIF y una propuesta dada por una entidad tan cercana al gobierno y con tanta influencia es de cuidado, significa peligro.
En todo caso, las artimañas de quienes están en contra del paro no nos deberían impresionar, en Medellín hasta acusaron a “encapuchados” de realizar un ritual previo al paro, y resultó ser una puesta en escena del Museo de Antioquia sobre los homicidios a personas de la comunidad LGBTIQ, ¿hasta qué punto llegaran para causar terror?
Tal vez nuestro panorama sería diferente si la comunidad se informara, suena impresionante tanta gente engañada existiendo tantos medios para conocer las motivaciones reales de la protesta. Estigmatizar a los que saldrán como “comunistas” es un tema ideológico que ni al caso viene, pero como aquí la polarización está adherida al pueblo, no son capaces de separar las cosas y entender que se marcha porque violan nuestros derechos, porque no hay calidad de vida y habrá menos si se llegan a dar las reformas; porque están matando a nuestros niños, nuestros indígenas están siendo masacrados, a los profesores que educan a sus hijos no les cumplen… tienen a los colombianos hechos trizas y estamos aburridos de eso.
La dignidad no es cuestión de ideologías, marche sin miedo y trate de cambiar eso que le molesta. Eso sí, si va a marchar sepa por qué lo hace, y si no lo hará, deje atrás prejuicios, no estigmatice y por favor no se llene la boca cuando esos “comunistas” logren hacer un cambio y darle a sus hijos un mejor país.
Caricatura cortesía de Diego Caricaturista (@diegocaricatura)