Columnista: José David Lozano
Claudia Nayibe López Hernández, la primera alcaldesa de Bogotá en toda su historia como distrito capital, ha demostrado una forma de gobernar alternativa y diferente, una gobernanza social, conciliadora y cercana al ciudadano, de esas formas de gobernar que hacían falta hace muchos años en la capital colombiana, de una escucha activa y empoderada de los temas álgidos que padece la capital, no solo por haberlos vivido como ciudadana sino por su combinación de alta formación académica.
López es Magister en Administración Publica y Doctora en Ciencia Política de la Universidad de Northwestern, una de las 15 mejores universidades de los Estados Unidos, y su trayectoria política viene desde el empuje en la implementación del movimiento de La Séptima Papeleta en los años 90.
“Esa fue mi puerta de entrada al trabajo por la democracia colombiana, una labor que desde entonces no he abandonado. Soy parte la generación de jóvenes que la impulsó. Soy parte de la generación que forjó y que defiende la tutela y los derechos de la Constitución de 1991. Que le apostó a desarmar los violentos y a construir paz y reconciliación. Que entendió que no es quejándonos sino que es con acciones como transformamos la política, de los que nos unimos para derrotar la politiquería y hacer realidad la consulta anticorrupción”, puntualizo en su momento la nueva Alcaldesa de Bogotá.
Además de su trayectoria académica como conferencista, se desempeñó en cargos públicos en la primera alcaldía de Enrique Peñalosa y tiene una gran cercanía con el profe Antanas Mockus Sivickas. A esto añadirle su paso por el Senado de la República abanderando el liderazgo del partido Alianza Verde, en el periodo 2014-2018, en donde con su ímpetu y empoderamiento de los temas políticos, hizo temblar a más de uno en sus cargos y a muchos de los otrora colegas que hacen parte de esa clase política tradicional Colombiana.
Aunque la han querido señalar de gritona y cómplice de corrupción, no han podido demostrar caso alguno donde se vea involucrada, y es entendible que la hayan querido silenciar con triquiñuelas y tramoyeras, algo tradicional de la clase política dominante en el espectro público colombiano, siempre pasa lo mismo con alguien que se levante y señale con vehemencia la clase política corrupta que azota a Colombia hace décadas, en años anteriores se silenciaban con balas, ahora, ante los ojos de la comunidad internacional y con un proceso de paz en pie –aunque caminando lentamente- , a esa clase política solo le queda el camino de silenciar por las vías institucionales, y ahí tienen las “IAS” controladas por sus amigos, esos que ocupan cargos debiendo favores a todos y cada uno de los del “status quo”.
Esa es la clave de entender las “jugaditas” de los medios de comunicación confabulados con los intereses particulares de sus dueños –entiéndase como las familias Ardila Lule, Santo Domingo dueñas y/o accionistas mayoritarios de RCN, Caracol, Revista Semana, El Espectador, entre otras.
Volviendo al tema central, es de enaltecer la gestión a la fecha de la alcaldesa mayor de Bogotá, con unas mayorías en el concejo, eso sí, colmado de nuevas ciudadanías, jóvenes, animalistas, ambientalistas, académicos, promotores de bici, entre otros, estos mismos que serán los escuderos de ella pero a la vez realizaran un respetuoso control político en estos cuatro años de gobierno de López.
Esta gobernanza emprendida por López es tan acoplada al siglo XXI que hasta contradictores históricos han aprobado el nuevo protocolo para las protestas sociales publicado hace un par de semanas por la administración distrital, y es de entender y comprender que a todos no les va gustar y tendrá contradictores, nunca en política se tiene satisfecho a todos, y mucho menos en la capital colombiana en donde existe un caudal electoral que puede catapultar a cualquier candidato como el nuevo Presidente de la República, esto de entender que la actual gestión del presidente Iván Duque ha sido tan pobre y con inocuos resultados, que desde ya hay muchos que están colocando sus nombres a sonar como pre-candidatos presidenciales.
Para finalizar es importante aclarar que aunque la gestión de la alcaldesa ha sido excelente hasta la fecha, nunca se podrá evaluar con criterios contundentes un nuevo gobierno distrital sin dejar pasar al menos el primer año de su gestión, pero Claudia va por buen camino.
Adenda: a los promotores de revocar a Claudia, solo queda decirles que, ningún extremo es bueno, el fanatismo genera grandes equivocaciones y mucho más cuando no se tienen fundamentos. (Además según la ley, solo se puede iniciar un proceso de revocatoria después de corrido el primer año de gobierno).