Columnista:
Leonardo Rodríguez
Los burgomaestres en ocasiones no están preocupados por cumplir sus funciones, sino por tener la razón, por salir bien en la foto con el megáfono y por asegurar recursos y votos en su campaña presidencial, esta es la nueva crisis que enfrenta la capital por la sed de poder y el afán de llegar a la Casa de Nariño.
Para nadie es un secreto que Claudia López es una candidata a la presidencia, y la respuesta de sus adeptos, generalmente, es que la ley se lo permite. Y tienen razón. Pero el debate que quiero plantear pretende ir más allá de lo normativo: ¿es ético que un candidato presidencial asuma el manejo del mayor presupuesto de la República? Ya Bogotá sufrió mucho con Samuel Moreno, pues, en agosto de 2015, un juez ordenó su detención en un centro militar. Moreno fue destituido e inhabilitado por 18 años por parte de la Procuraduría, Petro, aunque se reversó la decisión, fue destituido e inhabilitado por 15 años para ejercer cargos públicos. Independientemente de si se es o no inocente el hecho notorio es uno: las malas administraciones entorpecen el desarrollo de la ciudad, inclusive con Antanas, que renunció con la finalidad de ser candidato y después pidió perdón. Bogotá no necesita más candidatos presidenciales, necesita un alcalde.
En virtud de esta inequívoca intensión presidencial de López, hemos sido víctimas de situaciones que ponen en riesgo, algo más allá que la salud o los derechos económicos de los bogotanos (queper se, son fundamentales), pues con sus incoherencias y su afán de protagonismo electoral ha desdibujado la democracia y minado la confianza de los ciudadanos en las entidades.
Las incoherencias:
- «Solamente, podrá salir una persona por núcleo familiar a mercar»1. Lo ha repetido hasta el cansancio, a pesar de que salió con su núcleo familiar a mercar. Debemos aceptar que la sociedad colombiana no tiene educación en civismo y democracia; muchos ciudadanos, lamentablemente, carecen de la capacidad de discernir. Entonces, que una mandataria exija un comportamiento y lo contradiga casi de inmediato, es un llamamiento al incumplimiento de la norma que ella misma propone y rasga la legitimidad de esta.
- «Sobre mi cadáver abren El Dorado». Señalaba que quienes viajaban en el primer pico eran irresponsables y en el segundo pico, viaja. Sea menester señalar que no está mal viajar; sin embargo, fue evidente la falta de planeación. Esa frase resulta no solo populista y hostil, sino que genera una pugnacidad con el Gobierno nacional (de quien depende El Dorado) innecesaria, que solo favorece a su campaña política a la presidencia.
- Esta, seguramente es la incoherencia más compleja y que más muertos ha dejado: condena todos los encuentros de más de 50 personas (o 10, según el momento) y, no obstante, reunió a más de 500 personas en Ciudad Bolívar, permitió los madrugones y que San Victorino y San Andresito estuvieran abiertos durante todo diciembre. Esto denotó una total falta de planeación, pues en algunas semanas nos encerraba en cuarentena estricta, pero en otras, abría en su totalidad. Es decir, tiraba por la borda lo que habíamos alcanzado encerrados en casa. La solución no es ahogar la economía y encerrar al vulgo, la solución es que a través de un complejo sistema médico y administrativo se logre aislar a la mayor cantidad de casos posibles sin cerrar la economía.
En un país con un índice de desobediencia social tan elevado, es necesario que un mandatario sea coherente y constante con lo que dice, con lo que hace y con lo que pide a sus ciudadanos. Deslegitima pues, la alcaldesa con su actuar, las bases de la democracia, ya que como decía Montesquieu: «las leyes inútiles debilitan las necesarias».
Con el viaje de la mandataria a Costa Rica, el alboroto que se armó en redes fue descomunal. Muchos, me señalaban de antinómico, de incoherente, pues llevé a cabo varios viajes internacionales en 2020; sin embargo, mi crítica no es por los viajes ni por los eventos en San Andresito o en Ciudad Bolívar. La solución no es cerrar vuelos y destruir la economía, la solución es lograr un balance y equilibrio entre los cuidados para frenar el contagio y de manera concomitante una reapertura gradual.
Imperioso entender que en su momento la solución no era encerrarnos a todos, sino garantizar que las personas, que potencialmente pudieran transmitir el virus, llevaran a cabo un aislamiento tan riguroso, a fin de que no fuera necesario cerrar San Andresito con el objetivo de evitar contagios o cancelar los eventos de campaña presidencial de la alcaldesa.
Las descritas soluciones, solamente se habrían logrado con una estrategia eficiente y silenciosa de la administración, con un grupo de expertos y asistentes administrativos que lograran aislar la mayor cantidad de casos posibles; pese a ello, la alcaldesa prefirió salir con megáfono en mano, colgada de una máquina de bomberos cercando a la ciudad y ahogando a la economía.
En conclusión, Bogotá, debido a la pugnacidad de la carrera presidencial que ya empezó López, ha caído en la anarquía, aumento de la violencia, irrespeto y desconocimiento de las normas y, sobre la mesa, el único debate que importa es quién gritó más fuerte: ella o el Gobierno nacional. Mientras tanto, los ciudadanos debemos mantener nuestra condición, respetar las normas, autorregular nuestro comportamiento y evitar ser focos de contagio, orientando el debate a la construcción democrática y al control político de quienes nos dirigen.
- En la página de Bogotá, D.C. de manera recurrente se encuentra: Abastecimiento y adquisición de alimentos, productos farmacéuticos, de salud, y de primera necesidad (se permiten domicilios). Para su adquisición, podrá desplazarse exclusivamente una sola persona por núcleo familiar.