Autor:
Daniel Suárez Montoya
«Matan a pobres corazones»
Matan las esperanzas de las juventudes que nacen en los barrios y son el anzuelo de los combos que reinan en la ciudad, que ponen a los políticos para negociar, que extorsionan en cada metro cuadrado, que interrumpen los universos de los chicos y chicas que quisieran encontrar un camino distinto.
«En esta sucia ciudad no hay que seguir ni parar»
Ciudad de pujanza y progreso, que no mira hacia atrás, que no le importan las consecuencias de sus actos, no importa árbol que cae, qué ave se queda sin hogar, qué familia debe buscar dónde vivir, primero es el progreso, después se acomodarán los despojados.
«Ciudad de locos corazones»
Corazones que buscan votos con ilusiones y promesas, locos corazones que juegan a salvadores y se quedan en sus millones, en sus burbujas, en que son lo que la ciudad necesita y no son más que negociantes.
«No me veras arrodillado, no me veras arrodillado»
Ciudad que necesita resistencia, que necesita a gritos una fuerza ciudadana que surja desde las juventudes, que no se arrodille ante los políticos, empresarios, ciudad que merece poner sus ojos a una ciudadanía que no le importa si viene RBD, Fito Páez o Shakira, ciudad que se encuentra en las barras de los estadios, en los parches de los barrios, debajo de los puentes montando en patineta.
«Maldito sea tu amor, tu inmenso reino y tu ansiado dolor»
Malditos ustedes, políticos interminables, politiqueros, más bien, que solo buscan el poder, se camuflan en cuanto discurso posible encuentren, pero que no piensan en la ciudad ni su ciudadanía, sino en su proyecto, no importa el color, ni el camino, solo sus bolsillos llenos.
Ciudad de extraños corazones…