Un pedacito de la historia nuestra, parafraseando al Joe, informa que en uno de los vértices del sector primitivo o céntrico de la ciudad se levantó “Karmairi” o Kalamary, vocablo con el que los nativos llamaban a los cangrejos, muy probablemente por los muchos especímenes que abundaban en la comarca, de allí que uno de sus primeros nombres, San Sebastián en honor al santo español y Calamari de tradición indígena, formaron de manera sincrética uno de los primeros nombres de Cartagena: San Sebastián de Calamari o Calamar.
Ciudad cangreja es un nombre ignoto, otro en la larga lista de nominaciones que enaltecen los atributos de una de las ciudades más queridas del pueblo colombiano: Cartagena de Indias. Este, un poco más ilustrador de la situación de ingobernabilidad que vive en los últimos años, es un apelativo más del ámbito académico que desnuda realidades inocultables de un pueblo que vive dinámicas tumultuosas, excluyentes, acentuadamente desiguales, fragmentación socialmente severa, altamente vulnerable, menos fantástica de como la canta Vives y más dispar, real y agobiante a como la mostró Francisco ante la faz del orbe; de esta manera, la existencia de dos ciudades en una misma no es un mito, es una realidad honda y lironda.
El parecido de esta variedad de crustáceos con la dirigencia política no es mera coincidencia: cuentan con potentes mandíbulas y tentáculos para no soltar fácilmente lo que agarran (el poder); un duro exoesqueleto que los protege (indagaciones de la justicia), cinco pares de patas (para moverse fácilmente en la sociedad), antenas (para anticiparse a las movidas del enemigo); curiosamente son animales omnívoros, es decir, están adaptados para digerir todo tipo de comidas (son oportunistas desde el punto de vista alimenticio, político y económico).
Como buenos artrópodos, las famiempresas electorales se mantienen y dominan la ciudad a su antojo, pareciera que la ciudad les perteneciera a ellos y no lo contrario. Ya se olvidó que Nadia Blel Scaaf, es hija del exsenador bolivarense Vicente Blel Saad, quien renunció al Senado en el año 2007 por estar incurso en investigaciones en la Corte Suprema de Justicia que resultaron en una condena de 7 años por parapolítica, su estirpe prosigue con Nadia en el Senado y Vicentico en el Concejo de Cartagena.
Andrés García Zuccardi, Senador por el Partido de la U, heredó las “pintas” por doble partida familiar, lo García y lo Zuccardi. Variando el orden de descendencia, su mamá es Piedad Zuccardi de García, esposa de Juan José García Romero, reconocida exsenadora uribista, detenida desde el año 2013 por orden de la Corte Suprema de Justicia que le dictó orden de captura por presuntos vínculos con paramilitares; su padre Juan José García Romero es condenado por el desvío de los mal llamados auxilios parlamentarios en marzo del año 2007.
El apellido ‘García Romero’ es una las castas familiares más influyentes y cuestionadas de la costa caribe colombiana, históricamente han distribuido su aplastante poder entre los departamentos de Sucre, Córdoba y Bolívar-antiguo Bolívar grande-, está constituida además por Héctor, Gabriel, Álvaro y Teresita García Romero; destituidos, inhabilitados, sancionados, encarcelados y cuestionados.
Se hacen los de la vista gorda quienes ocultan la estirpe del Senador por el Centro Democrático, Fernando Nicolás Araujo Rumie, hijo del exministro y ex canciller Fernando Araujo Perdomo “héroe del robo a Chambacú”, miembro de una de las familias más poderosas e influyentes de Cartagena, dueños del periódico El Universal (medio de información más poderoso de la ciudad y el departamento), de la inmobiliarias Araujo & Segovia, del hotel y centro de convenciones Las Américas y de la Fundación Proboquilla, entre otros negocios.
En el terreno local, la crisis de gobernabilidad toco fondo. En la última década Cartagena ha sido testigo del rosario de alcaldes que ha pasado por el palacio de la aduana, un total de ocho alcaldes en menos de diez años, algo verdaderamente heroico. Judith Pinedo Flórez (2008-2011); Campo Elías Terán Dix , (2012-2015) de efímero mandato pues un cáncer terminal de pulmón lo apartó de cargo, falleció en de abril de 2013; Felipe Merlano y Oscar Brieva –exsecretarios de Hacienda de la administración de Terán Dix fueron encargado de la ciudad por su jefe; Bruce Mac Master Rojas, nombrado por el Presidente Santos como alcalde encargado de Cartagena ante la ausencia temporal de Campo Elías Terán; Carlos Otero Gerdts fungió de alcalde encargado por Santos entre noviembre de 2012 y julio de 2013; Manuel Vicente Duque (2016-2019) suspendido actualmente y Sergio Londoño Zurek alcalde encargado dos veces por Juan Manuel Santos en reemplazo de Duque en 2017.
Un capítulo especial merece Dionisio Vélez, elegido alcalde el 14 de julio de 2013 en unas elecciones donde la abstención rompió records históricos, 70 por ciento, entroncado política y empresarialmente con la casta Char de Barranquilla y Cambio radical, se le recordará siempre por llevar a cabo un mandato basado en el cemento, la varilla y la contratocracia con firmas barranquilleras, endeudó la ciudad con vigencias futuras en la astronómica suma de 250 mil millones de pesos, prorrogó de manera anticipada la concesión de la prestación del servicio de acueducto, alcantarillado y aseo, y por si fuera poco, también es investigado por presuntas inversiones dolosas descubiertas en el escándalo de los “Panamá papers”.
Manuel Vicente Duque (Manolo), último de los burgomaestres fugaces es elegido alcalde en octubre de 2016 y en mayo de 2017 la Procuraduría ordenó su suspensión por tres meses como medida cautelar mientras eran investigadas las irregularidades en el seguimiento y control a las construcciones urbanas de la ciudad. Esta investigación resultó principalmente del derrumbe del edificio Portales de Blas de Lezo II –que dejó 21 muertos– y la construcción de 55 obras ilegales. Duque fue enviado a la cárcel por concierto para delinquir por la firma del llamado Pacto de la Contraloría.
La ciudad se derrumba y para detener esta hecatombe es menester transformar esta realidad “cangrejera”, en una apuesta ciudadana urgente, inaplazable y necesaria para salir de la encrucijada política, económica y social que la azota.
Basta ya de seguir pasando por encima de los demás sí es necesario-como en las cangrejeras de Bazurto donde se exhiben al mejor postor para saciar el apetito de los comensales-, buscando sobrevivir a la triste suerte que a muchos de los crustáceos les espera, misma que padecen contingentes humanos, como consecuencia de un modelo de desarrollo cangrejero cleptocrático en el que pocos ganan y muchos pierden, donde se pasa por encima de la ciudadanía a como dé lugar, derivado de hacer de la política un gran negocio y no la búsqueda del bien común y de la construcción colectiva de comunidad como filosofía ciudadana.