Autor:
Diana Abril
Cauca cultiva la paz «es el catálogo de los productos de reincorporados y reincorporadas en Cauca, donde el territorio y las comunidades en medio del fuego cruzado atraviesan uno de los momentos más complejos: recrudecimiento de la violencia, pandemia y confinamiento», el segundo de la serie Colombia Cultiva La Paz. El numeral por el que se puede acceder para impulsar sus productos es #CaucaCultivaLaPaz y, en una de las más recientes asambleas generales, se decidió apostarle a la constitución de una tienda de productos de reincorporados en Bogotá.
Es, además, una iniciativa de la Revista generación paz, con el apoyo del componente Farc en el Consejo Nacional de Reincorporación (CNR), la financiación y acompañamiento del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Embajada de Noruega. Y, sobre todo, es el resultado de la sabiduría de los mayores indígenas y afrodescendientes, el ímpetu de jóvenes y la esperanza de los firmantes de la paz del Macizo colombiano.
De acuerdo con la revista citada «los frutos de la paz en Cauca se materializan en aguacates, peces, cerdos, café, ganado, limones, artesanías, gallinas, muebles, y hasta muñecas de tela». A octubre de 2020, los proyectos registrados sumaban 46, por un valor de 6 298 000 000. Esto, en beneficio de 614 firmantes de la paz y de sus familias. De estas iniciativas, seis son colectivas y se han desarrollado en la porcicultura, la ganadería, la piscicultura y en los cultivos de aguacate Hass y limón Tahití. Los 40 proyectos individuales se relacionan con los sectores económicos de la agricultura, la ganadería, la caza, la silvicultura, la pesca, el comercio al por mayor y al detal, las industrias manufactureras, la construcción y otras actividades relacionadas con los servicios.
Pese a las iniciativas de producción y comercialización de los firmantes, desde el Acuerdo de Paz se observa una desfinanciación para su implementación. De acuerdo con un artículo de UN Periódico digital de la Universidad Nacional publicado el mes anterior, denominado La paz desfinanciada, escrito por el doctor Luis Garay y el magíster Jorge Espitia, son insuficientes los presupuestos del Acuerdo. Los autores afirmaron: «Aunque el presupuesto de la paz para 2021 se mantiene con respecto al de 2020 —alrededor de los 10 billones de pesos—, los programas establecidos para la implementación del Acuerdo Final recibirían menos recursos de los previstos en 2016, cuando este se firmó y se estimó una inversión de 129 billones de pesos en 15 años».
Es así como se evidencian cambios y, además de ello, trabas por el Gobierno y sus instituciones, pero no solo en la parte financiera, sino en otros aspectos importantes, como así lo ha hecho ver la Comisión de la Verdad con relación al acceso a la información pública de instituciones como «el Ministerio de Justicia, el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (Inpec), la Unidad de Información de Análisis Financiero, el Ministerio de Defensa, las Fuerzas Militares y la Policía Nacional». Por otro lado, los firmantes de la paz del departamento del Cauca, no poseen tierras para desarrollar sus proyectos productivos y eso agrava incluso más su reincorporación, además de otros reincorporados, como los del Meta que han debido autogestionar sus proyectos y la compra de tierras.
A nivel nacional, en contra del acuerdo firmado y para agregar a la desfinanciación, 242 excombatientes han sido asesinados desde la firma de este, y el 65 % se concentra en Cauca, de acuerdo con un artículo de El Espectador; además del asesinato de líderes sociales y de víctimas de minas antipersonas en el país según informes de Naciones Unidas y el Comité Internacional de la Cruz Roja. Ello demuestra un recrudecimiento de la violencia en el territorio nacional desde la firma de lo pactado.
Asimismo, a corte del 30 de noviembre de 2020 y según datos relacionados con el conflicto del Registro Único de Víctimas, en el departamento caucano, hay 471 308 víctimas reconocidas, con base en la Ley 1448 de 2011. Estas víctimas, son divididas en víctimas ocurrencia, personas que fueron víctimas de un hecho victimizante en el territorio colombiano; víctimas declaración, que, narraron el hecho victimizante ante el Ministerio Público en el territorio, con un total de 370 501; víctimas ubicación, son las personas que, de acuerdo con la última ubicación conocida vive en el territorio y equivalen a 275 817; sujetos de atención, que pueden acceder efectivamente a las medidas de atención o reparación, con 251 047 víctimas y eventos, un hecho victimizante a una persona en un lugar (municipio) y en una fecha determinada, con un total de 612 239 víctimas.
Son quince hechos victimizantes, pero tres son los de mayor ocurrencia: desaparición forzada, homicidio y secuestro. Las víctimas son clasificadas en víctimas directas, que son las que en caso de estar en la posibilidad de reclamar sus propios derechos, debe ser la primera en ser reparada e indemnizada, antes que cualquier otra persona; y víctimas indirectas, familiares o personas próximas a las víctimas directas, esto, según la Sentencia C-052 de 2012. En el primer hecho victimizante, de acuerdo con el RUV, como víctimas directas hay 1118, en el segundo, 13 584 y, en el tercero, 1390. Como víctimas indirectas, en el primer hecho hay 3139, en el segundo, 40 312 y en el tercero, 134 víctimas. El total de víctimas directas son 16 092 y, de víctimas indirectas, 43 585. Además de lo anterior, Colombia sigue encabezando la lista con el mayor número de desplazados internos del mundo, con casi 8 000 000 en relación con otros países.
Sobre la agudización de la crisis socioeconómica ocasionada por la pandemia y el confinamiento, Fedesarrollo ubicó su pronóstico de crecimiento para Colombia en un rango entre -5,0% y -7,9% [sic] y una tasa de desempleo entre 18,2% y 20,5% [sic] (escenario central y pesimista, respectivamente). En el escenario central, por el lado de la demanda, la entidad espera una contracción del consumo privado de -5,1% [sic], explicado por las medidas de confinamiento obligatorio, una caída importante en la confianza del consumidor, el aumento en la tasa de desempleo y un menor ingreso nacional. La formación bruta de capital, por su parte, se contraería -16,8% [sic], debido a una caída en la inversión en vivienda y de otros edificios y estructuras, a la menor confianza en cuanto a las condiciones económicas para invertir y la desaceleración en la importación de maquinaria y equipo. Esto, denota, no solo un pronóstico, sino varios aciertos importantes, que deberán validarse en los próximos meses
Cabe agregar que, a pesar de las estadísticas referidas, y al mismo tiempo desafortunadas, la iniciativa Cauca cultiva la paz vale la pena. En muchos de sus proyectos productivos los firmantes se han asociado con otras comunidades campesinas, víctimas del conflicto armado. De igual manera, promueven actividades ambientalmente sostenibles que generan condiciones de vida digna para sus comunidades. Los firmantes de la paz son seres humanos como cualquiera de nosotros, que, si bien en un momento determinado decidieron —por voluntad propia u obligados por diversas circunstancias— empuñar un fusil; hoy se deciden a ser productivos, útiles a la sociedad (incluso a veces más de lo que muchos en sus posiciones cómodas o de privilegio no se atreven a hacer). Son personas, esencialmente campesinas, mujeres, mayores, jóvenes con sueños, familias, y, por supuesto, con el deseo de salir adelante en un país colmado de contradicciones como lo es Colombia.
Es así como estos procesos de reincorporación a la vida civil de los excombatientes, a través de los liderazgos políticos y sociales, y de ejecución de proyectos productivos, con base en las políticas públicas que pueden o no hacerse y, que cuando se hacen, implican acciones colectivas, tanto como el llevar a un buen final los proyectos productivos, son la muestra de un compromiso firme y decidido por buscar un futuro de paz estable y duradera, y un buen vivir, incluso en medio de las adversidades y los horrores de una guerra, que, a pesar del acuerdo ya firmado hace varios años, todavía no cesa.