Columnista:
Felipe Cardona Mayo
El 17 de diciembre de 1986 cerca de las 19:00 horas, en una noche fría y aletargada que cambiaría la historia del periodismo para siempre, es asesinado el director del diario El Espectador, Guillermo Cano Isaza, quien después de desenmascarar la invisibilidad del más temido capo del narcotráfico, Pablo Escobar, y de apoyar la extradición de una manera vehemente y acaso justiciera, se convirtió en objetivo militar de los sicarios inmisericordes del Cartel de Medellín.
Guillermo Cano salía del edificio del periódico, cuando al realizar un giro en la avenida, uno de los sicarios de “Los Priscos”, banda delincuencial al servicio de Escobar, se acercó a la ventanilla del auto y le propinó 8 disparos que ocasionaron la muerte del creador de la Libreta de apuntes dominicales que tanto daño le había causado a los que se escondían tras la complicidad de la ciudadanía (Cano señaló a los narcotraficantes en su columna ¿Dónde están que no los ven?… como invisibles, pues estos lograron engañar y comprar a todo el país con lujos y migajas de sangre).
Los periodistas de la época no tenían la valentía suficiente para denunciar los crímenes y los nexos de los capos en Colombia, pero es hasta 1983 donde Guillermo Cano, redactó una columna que dejaba en evidencia todas las relaciones de Pablo Escobar con el tráfico de estupefacientes y su posible vínculo con el asesinato de dos miembros activos del DAS antes de llegar al Congreso de la República como suplente del político de Renovación Liberal, Jairo Ortega. Es ahí, en ese momento, donde se sentó su futuro.
La Justicia acusó a 4 personas de conspirar para cometer este acto atroz, pero solamente uno de ellos, Luis Carlos Molina Yepes, quien fue el encargado de pagarle a los sicarios por cometer el crimen, fue condenado por este hecho. Y es acá donde entra Álvaro Uribe Vélez, el ‘Matarife’, el asesino, el narcotraficante y el paramilitar más grande que ha parido este país corrupto y olvidado.
Confirmesa S.A:
Luis Carlos Molina fue detenido en 1988, luego de que se estableciera que él era la persona que controlaba la cuenta corriente 005-21826-8 del Banco de Crédito y Comercio de la cual salió el cheque con el que se pagaron los sicarios, un total de 3.5 millones de pesos, para ejecutar el magnicidio a través de Confirmesa.
Confirmesa, era la empresa fachada para el lavado de activos del Cartel de Medellín donde Carlos Lehder, los hermanos Ochoa Vásquez, Gonzalo Rodríguez Gacha, “Kiko” Moncada y Fernando “El Negro” Galeano, acrecentaban su riqueza en una legalidad aparente que le servía tanto a políticos como a miembros de la Fuerza Pública y la justicia.
Esta cuenta era el enlace entre los miembros de la Junta Directiva de la empresa delincuencial con Pablo Escobar y sus lugartenientes, Junta Directiva en la que se encontraba como actor protagónico Álvaro Uribe Vélez, Jorge Valencia Jaramillo, Alberto Figueroa Jaramillo, Daniel Villegas Diez y Mario Piedrahita González. Las actas de socios, notariadas, de esta compañía, muestran a Uribe Vélez como miembro principal durante 1983 y también lo hace la Cámara de Comercio de Medellín No. 088633 con fecha del 19 de septiembre de 1983, en la que también formó parte Carlos Alberto Gaviria Vélez, hermano del actual senador José Obdulio Gaviria. Que consta en la Escritura de Constitución de la Sociedad No. 2227 del 3 de diciembre de 1981 de la Notaría 14 de Medellín.
De la misma cuenta se giraron en 1986, 56 millones de pesos para Raúl Montoya Flórez, quien sería presidente de la campaña presidencial de Uribe en el Magdalena. Cuando se descubrió que Molina Yepes era uno de los ejecutores del crimen de Cano, este empezó a liquidar y a cambiar sus empresas y, para esta tarea, contrató al abogado Álvaro Montoya Flórez, hermano del ya mencionado Raúl Montoya Flórez, defensor de Yidis Medina ante la Corte Suprema de Justicia.
La familia Cano pide explicaciones al senador de sus conexiones y vínculos con Molina y el magnicidio de don Guillermo; uno de sus hijos pidió a la Fiscalía que se investiguen estas relaciones. Es así como el cínico asesino de Uribe Vélez aseguró, en un debate de control político en el Congreso, ser muy amigo del director de El Espectador “Tuve una gran amistad con Guillermo Cano y él conoció la honorabilidad de mi carrera publica”; pero Ana María Busquets de Cano, esposa del periodista, negó estas aseveraciones en el medio de comunicación Canal Uno. “Amigo, no creo, por lo menos en mi casa nunca estuvo, ni yo conocí que hubiera esa amistad en ningún momento”.
Aeronáutica Civil:
Después del asesinato de Fernando Uribe Senior, jefe de la Aerocivil, Uribe Vélez es nombrado director de esta cartera burocratizada por el Gobierno de Julio César Turbay Ayala. Durante el periodo 1980–1982 se produjo la entrega masiva de licencias para exportar cocaína de manera limpia y “legítima”, donde fueron otorgadas 2242 licencias de vuelo, y 200 quedaron en manos de narcotraficantes; el exministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla mostró su preocupación por la complicidad de la dirección con Pablo Escobar, el debilitamiento institucional y la llegada de los dineros calientes a las más altas esferas del Estado, Lara llegó a inmovilizar 150 de ellos que aparecían como legales, pero la mayoría eran en realidad la flotilla usada por Gacha y Escobar para transportar cocaína a los Estados Unidos. (Rodrigo Lara es asesinado el 30 de abril de 1984).
Pero aparte de Escobar, Uribe Vélez habría autorizado la licencia de operación a la aeronave con matrícula HK 2487 perteneciente a Antonio Correa Molina y que le fue vendida a Luis Carlos Molina.
El ‘Matarife’ niega la amistad que hubo con Molina y Confirmesa S.A., pero en una carta de renuncia a la Junta Directiva, escribió sobre la “vieja amistad” que los une, y se despide con mucha amabilidad “reiterando la expresión de amistad y aprecio”.
El objeto social de esta empresa fue la realización de inversiones en actividades financieras, agropecuarias, industriales y comerciales, pero sobre todo, ser el lavador de dinero de la estructura criminal más grande del país, la misma que asesinó a Gustavo Zuluaga Serna, Luis Carlos Galán, Enrique Low Murtra, Carlos Mauro Hoyos, Diana Turbay, Jaime Ramírez Gómez y Valdemar Franklin Quintero. Estructura que le dio una oportunidad al helicóptero de matrícula Colombia HK 2704X que estaba parqueado en una de las pistas del complejo cocalero de los Llanos del Yarí en Tranquilandia. La aeronave era de propiedad de una empresa del ganadero Alberto Uribe Sierra, asesinado por las FARC 8 meses antes de este operativo. Uribe Sierra era padre de Álvaro Uribe Vélez.
Según el general y exdirector de la Policía, Luis Ernesto Gilibert Vargas, “El helicóptero, estaba en ese momento perteneciendo a una empresa donde la familia Ochoa tenía injerencias”.