Queridos jóvenes:
Estoy seguro de que al 81% de ustedes no les interesa el tema político. Posiblemente, lo único que medio les llama la atención es la educación, y eso porque les toca. Seguramente, a algunos solo nos importa la rumba, polas y el parche de los viernes al salir de la universidad.
Hemos pasado noches enteras bailando, y no sacamos ni un minuto para saber qué hacen esos señores y señoras que se agarran a lenguas en algo que se llama Congreso de la Republica. Claro que no. ¡Qué pereza!
Algunos de los jóvenes que están leyendo este artículo, ¿saben la diferencia entre un estadista y un politiquero? Me imagino que no, y no es necesario saberlo. Decía Churchill, que el primero piensa en las próximas generaciones y el segundo, en las próximas elecciones.
¿En cuál cree que está el Senador Álvaro Uribe?, claramente, no es un estadista. Ustedes lo saben. Está obsesionado con retornar al poder en los próximos años, si ya no lo está haciendo. Desarrolló adicción al poder y, como tal, no puede vivir sin él. Le interesa poco el país y por eso ha hecho todo lo posible para ponerle palos a todos los procesos que están en contra de su visión y actuar.
Es que nuestros políticos le han facilitado las cosas. Les ha faltado comunicación con los ciudadanos y nosotros los jóvenes la hemos terminado de cagar. No nos interesa lo que ellos hacen y acolitamos y multiplicamos lo que señores como Uribe hacen. Denos un poco de pena, pelaos.
La política tradicional deja mucho qué desear en educación, economía, recursos naturales o ciencia. Las “locomotoras” fallaron en todo, menos en destruir el medio ambiente y las promesas de convertir a Colombia en la más educada, más desarrolla, potencia de Latinoamérica, solo han sido slogan retórico de campaña, muy alejado de la realidad.
Muchachos, lo que está en juego en Colombia es mucho más importante que estar hablando y reproduciendo lo que haga o deje de ser Uribe y su partido.
Hago propias las palabras de Francisco de Roux cuando decía que “lo que está en juego es la posibilidad de que podamos vivir en Colombia como seres humanos”. Lo triste es que seguiremos perdiendo la batalla mientras Uribe y otros políticos lideren el debate político nacional. Ellos ya cumplieron su papel.
Es importante que nos apropiemos de los procesos como el que se llevó a cabo para alcanzar la paz. La paz le pertenece a la juventud y sólo nosotros podemos defenderla. “Si ustedes los jóvenes no asumen la dirección de su propio país, nadie va a venir a salvárselo… ¡Nadie!”, nos decía Jaime Garzón. ¡Cuánta falta nos hace su risa y sus profundos análisis!
El dilema del país ya no debe ser “derecha” e “izquierda”, sino entre quienes quieren construir un país más educado, más desarrollado, más tolerante y más equitativo y quienes nos quieren seguir manteniendo en la ignorancia, el subdesarrollo, la exclusión y la inequidad.
Ambos han tenido dividió este país. La derecha ha tenido su momento y no escogió la educación, la ciencia, la justicia, la salud, el desarrollo o la equidad, como pilas fundamentales de su gobierno, ¿será que la izquierda sí las tiene?
Dirijo este escrito a ustedes. Llevo intentando desde hace varios meses que comprendamos que nosotros somos el presente de este país. Soy joven, por eso conozco las frustraciones frente a las instituciones, los partidos y los políticos; pero si no creemos en ellos, tendremos que renovarlos con movimientos y propuestas nuevas.
Sé todo de lo que somos capaces de hacer cuando nos organizamos en torno a metas claras, como lo han demostrado y lo están demostrando la lucha estudiantil por la educación en este año 2018.
Me identifico plenamente con la rebeldía y con la esperanza, las dos palabras que mejor nos describen. Es el momento de nuevos liderazgos y nuevos temas en la agenda. Los invito a que se apoderen de todos los temas de nuestras regiones.
El país es de nosotros y no deberíamos seguir permitiendo que nos lo arrebaten los politiqueros de siempre, ahora vestidos con trajes nuevos y supuestamente luchando contra la corrupción, cuando todos sabemos que está totalmente articulada con el poder. La educación y la ciencia tienen que convertirse en nuevas prioridades por discutir.
A los políticos colombianos les ha faltado grandeza. Construyan nuevos movimientos políticos. Generen nuevas alternativas, como en su momento lo hizo la generación que les precedió y que logró el más importante cambio constitucional que hemos conocido: la Constitución de 1991. Todo ello al fragor de una “Séptima Papeleta” y del proceso de paz con el M 19.
Hoy los invito a que se comprometan en ser guardianes permanentes de la paz y a que conviertan un acuerdo por lo fundamental en educación en ley de la República. Sin duda, todos los jóvenes deben volver a marchar: hoy, nuevamente el derecho a la educación está amenazado.
Culmino esta carta con las palabras de uno de mis columnistas favoritos: “Si tu político no sabe cómo cambiar la educación, cambia de político”. Si lo hacemos, sin duda, construiremos un nuevo país. Pero pueden estar seguros que los únicos que lo pueden garantizar son ustedes.
Con profunda esperanza.