Es muy difícil ser gay en Colombia. No solo debes pagar impuestos como cualquier ciudadano común sino que también debes someterte a que tus preferencias sexuales sean juzgadas por terceros.
Tengo muchos amigos gays y por ellos siento la responsabilidad de alzar mi voz por sus derechos. No me da pena decirlo, me daría pena si fuesen delincuentes o políticos. No son menos, ni diferentes, son iguales a mí. Ser homosexual es una condición, es como ser alto o bajito, negro o blanco.
Nuestra Senadora de la república Viviane Morales abandera el referendo para quitarle el derecho a las personas homosexuales de adoptar niños. Una medida basada en la religión (siendo este un país laico) y en la tan sonada “familia original”, un modelo imaginario que poco existe en Colombia, teniendo en cuenta la cantidad de madres solteras.
Un país con problemáticas fuertes y sistemáticas como el nuestro no debería utilizar sus recursos en contra de la igualdad. 280 mil millones de pesos es el costo para reducir las posibilidades a más de 25.000 niños que están esperando por un hogar. Esta no solo es una medida homofóbica también perjudica a la niñez abandonada. A los niños y niñas se les está quitando el derecho fundamental de tener una familia.
¿Y si ese dinero se invirtiera en programas para prevenir embarazos precoces? porque cabe resaltar que este referendo vale 28 veces más que ayudar a prevenir que las niñas sean madres antes de los 18 años.
Alrededor de 2 millones de personas firmaron para darle validez a la propuesta de Morales, un gran grupo de colombianos que sienten que tienen el derecho sobre otros. Salgan a las calles para exigir una mejor educación y mejores condiciones de vida pero ¿protestar para quitarle derechos a otros? Eso es injusto e inhumano.
Estudios de las Universidades de Nueva York, Toronto, Melbourne, Boston entre otras, reconocen que los hijos de parejas del mismo sexo son más felices porque crecen en un hogar donde se promueve la igualdad, la inclusión y el respeto.
Me causa curiosidad la famosa frase utilizada, para limpiar la conciencia y la imagen, por el sector político y social “No soy homofóbico pero no estoy de acuerdo con que se casen y tengan hijos” ¡vaya coherencia!, quien no lucha por tus derechos no está contigo, está contra ti. Aceptar a medias también es discriminar. Ante nuestra Constitución Política TODOS somos iguales y eso se debería ver reflejado en una equivalencia de derechos que se ha venido atropellando por décadas.
No permitamos que se sigan promoviendo actos de segregación. Recuerden que muchos estuvieron en contra de abolir la esclavitud, de que las mujeres votaran, de la inclusión racial. Sentir o elegir sentir no debería ser de interés público. Con quién me acuesto y de quién me enamoro es solo mi responsabilidad y es a su vez un acto de libertad.
¡Que 280 mil millones nos cueste promover la democracia no la exclusión!