Ante el reciente concepto técnico emitido por el IGAC[1], con el cual se reconfirma y se reafirma que el extenso y rico Belén de Bajirá hace parte del departamento del Chocó, este corregimiento se erige como el tesoro que Antioquia quiere “recuperar” no solo para justificar las “inversiones” que según el actual Gobernador, el Gobierno seccional ha hecho de tiempo atrás en materia de servicios públicos de salud y educación, sino para consolidar el proyecto político y económico (palmicultor y minero[2]) que los paramilitares afianzaron de tiempo atrás, con la anuencia de autoridades locales, regionales y nacional.
En Belén de Bajirá confluyen los intereses de paramilitares, mineros, palmicultores, comerciantes, finqueros y de actores legales e ilegales, entre otros, en el contexto de un oprobioso centralismo bogotano, una débil institucionalidad estatal y, por supuesto, una histórica animadversión[3] hacia el pueblo negro chocoano, alimentado todo lo anterior por una visión de desarrollo capaz de confundir o negar identidades y sentidos de pertenencia en sus abandonados habitantes. Lo que por varios años se ha dado en dicho territorio es la presencia de unos intereses e interesados que, anclados a la subculturaarriera, supieron aprovecharse de la incapacidad institucional que arrastra el departamento del Chocó y de la presencia armada de paramilitares que han fungido como Estado no solo en Belén de Bajirá, sino en otros territorios en donde el Estado brilla por su ausencia.
Al político Luis Pérez Gutiérrez lo que le interesa realmente es el espacio, en el sentido propuesto por Raffestin(1993). Considera el autor que “el concepto de espacio se relaciona con el patrimonio natural existente en una región definida”[4]. Así entonces, al Gobernador de Antioquia le llama la atención es la riqueza del suelo y del subsuelo del corregimiento de Belén de Bajirá. No más.
Al gobernador Luis Pérez Gutiérrez lo que menos le interesa es la población afro, indígena y mestiza que vive en el corregimiento y la que deambula por las calles destapadas de Belén de Bajirá. Sus ojos están puestos en el objetivo de consolidar el proyecto económico que siempre le ha servido a unos pocos, en contravía del bienestar de la población. Y es así, porque el mandatario regional poco entiende del sentido antropológico del territorio. Al respeto, el territorio es un “ambiente de vida, de acción, y de pensamiento de una comunidad, asociado a procesos de construcción de identidad” (Tizon, 1995). En una aproximación más cercana a la sociología del desarrollo, Abramovay (1998) señala que “un territorio representa una trama de relaciones con raíces históricas, configuraciones políticas e identidades que ejercen un papel todavía poco conocido en el propio desarrollo económico”[5].
De allí que la andanada de amenazas y chantajes que profirió el burgomaestre contra los habitantes del caserío, a quienes amenazó con dejarlos sin luz, sin agua y sin escuela, hacen parte del proceder de quien funge hoy como una suerte de “neo virrey poscolonial” que busca sacar partido de la confusión identitaria que exhiben los habitantes de este caserío, generada, en parte, por la presencia de la Gobernación de Antioquia, a través de viejas prácticas de colonización antioqueña; y de otro lado, la presencia fantasmal del departamento del Chocó, sumido en su propia desidia y corrupción, y víctima histórica del centralismo bogotano.
Así entonces, los habitantes de Belén de Bajirá sufren una especie de “esquizofrenia identitaria” generada por el espejismo del desarrollo que desde Antioquia se aupó, a través de la prestación de servicios públicos, que aunque deficientes, han servido para que varios de sus pobladores sientan que es mejor hacer parte de Antioquia, y no de un Chocó que, como departamento, no les puede ni siquiera ofrecer la quimera del progreso que si supieron vender los antecesores de Pérez Gutiérrez. Progreso que sigue embolatado, porque jamás ha sido pensado para beneficiar a las comunidades allí asentadas, sino a particulares, legales e ilegales.
Así entonces, el IGAC confirma que no existen méritos y razones para la existencia de un conflicto limítrofe entre el Chocó y Antioquia que den validez y legitimidad a los reclamos que viene haciendo el Gobernador Pérez Gutiérrez al Gobierno central por la ubicación física de Belén de Bajirá. A pesar de ello, en el mapa oficial se dibujan- o se deberán dibujar- no solo mojones, sino los rostros de una clase emergente hambrienta de naturaleza y deseosa de someterla a una idea de desarrollo que, como en otros territorios, jamás beneficiará al grueso de sus habitantes.
El gobernador de Antioquia solo busca reproducir en el tiempo las prácticas colonizadoras de sus ancestros, guiadas por anhelos de dominación y transformación a raja tabla de los ecosistemas naturales, vistos por la subculturapaisa como obstáculos para construir las bases del desarrollo y el progreso; por esa vía, entonces, los enardecidos reclamos del gobernador de Antioquia por la decisión del IGAC no se soportan exclusivamente en el ejercicio de unasoberanía en disputa con el Chocó, sino en la necesidad de extender los tentáculos de una cultura “blanca” homogeneizante que reduce el bosque, la selva o el monte, a un mero sustrato; y a las comunidades indígenas y afrocolombianos, en obstáculos a vencer porque están asociados a un inaceptable e inconveniente sentido de la propiedad colectiva.
Es decir, se insiste en la idea que indígenas y afrocolombianos son “ciudadanos incómodos e indeseables” que deben ser sacados a la fuerza de sus territorios, bien por la acción paramilitar, o por la imposición de una idea occidental de desarrollo que va en contravía de sus cosmovisiones y proyectos de vida.
En cuanto al llamado que hace el gobernador de apelar a una consulta popular para que el pueblo de Belén de Bajirá decida si desea pertenecer a Antioquia o si por el contrario, continuar bajo el dominio político- administrativo del Chocó, hay que señalar que esa propuesta está fundada en una disputa territorial inexistente. Así entonces, estaríamos ante una consulta popular que además de improcedente, resulta inconveniente en tanto que su convocatoria promueve, incita y concita al desconocimiento de la institucionalidad[6] que está detrás del concepto emitido por el IGAC. Y de esto, ojalá esté atenta la Procuraduría General de la Nación, para que investigue el proceder del Gobernador Pérez Gutiérrez.
Con la decisión del IGAC lo que queda claro es que Antioquia tendrá que olvidarse de la posesión de hecho que por largos años estableció sobre el territorio y el espacio de Belén de Bajirá. Habrá que evaluar los impactos socio-ambientales que generó dicha posesión. Eso sí, queda la «esquizofrenia identitaria» en cientos de barijenses que, guiados por la quimera del desarrollo, abandonaron los valores ancestrales que por largo tiempo los ancló al territorio.
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[1] Instituto Geográfico Agustín Codazzi.
[2] https://www.las2orillas.co/oro-esconde-belen-bajira-dueno-anglo-gold-ashanti-traves-exploraciones-choco/ Según este portal, la multinacional Anglo Gold Ashanti tiene en ese territorio un título minero.
[3] Véase: http://laotratribuna1.blogspot.com.co/2014/10/choco-biogeografico-debilidad-estatal-y.html
[4] Véase: La identidad cultural del territorio como base de una estrategia de desarrollo sostenible. Murillo Flores. revistas.uexternado.edu.co/index.php/opera/article/download/1183/1122
[5] Véase: La identidad cultural del territorio como base de una estrategia de desarrollo sostenible. Murillo Flores. revistas.uexternado.edu.co/index.php/opera/article/download/1183/1122
[6] También hay que señalar que tanto el Consejo de Estado, las gobernaciones de Antioquia y Chocó, Comisiones Conjuntas de Ordenamiento Territorial de Senado y Cámara de Representantes, entre otras instituciones, dejan entrever problemas de articulación, eficiencia y eficacia en la toma de decisiones, que permitieron la extensión en el tiempo de este “problema limítrofe”.