Ataque terrorista del ELN y el fin de la esperanza

En muy mala hora se pone de manifiesto la falta de compromiso por encontrar una salida negociada al conflicto por parte del grupo guerrillero.

Opina - Conflicto

2018-01-10

Ataque terrorista del ELN y el fin de la esperanza

Una vez más la guerrilla del ELN funge como inigualable jefe de debate del Centro Democrático y sectores adeptos a la perpetuación de la guerra con sus infames y alevosos ataques terroristas de las últimas horas.

La esperanza de una prolongación del cese al fuego queda herida de muerte por la evidente falta de compromiso del grupo insurgente con la paz estable y duradera que tanto necesita el país, y pone de manifiesto la arrogancia que ha caracterizado al grupo guerrillero de cara al proceso de Quito.

En pleno año electoral, en el cual se está jugando el futuro político de la implementación de los acuerdos de La Habana y la consolidación de las conversaciones de paz con este grupo insurgente, los actos terroristas de las últimas horas lo único que logran es allanar el camino de los opositores del proceso y llenar de certezas las dudas de los votantes que se ven tentados por la demagogia de los amigos de la guerra.

Es lamentable que a estas horas los representantes de esas castas beneficiarias del conflicto y de la sangre derramada por décadas, de gentes inocentes y soldados de la patria, se estén frotando las manos y estén literalmente saltando de la dicha por cuenta de la irresponsable y alevosa conducta del ELN.

Con estos actos el único resultado previsible de cara al electorado y, sobre todo, de cara a esos votantes indecisos que aún no asimilan la idea de un proceso de paz que nos obliga como sociedad a tragarnos algunos sapos, es la legitimación del discurso guerrerista del expresidente Uribe.

En muy mala hora llegan estos ataques apenas recién terminado el cese al fuego bilateral pactado en la mesa. En muy mala hora se pone de manifiesto la falta de compromiso por encontrar una salida negociada al conflicto por parte del grupo guerrillero.

No obstante, eso no es lo peor del panorama. La parte más dramática y preocupante de este aciago escenario es el hecho de que una buena parte de la opinión de la sociedad civil empiece de nuevo a encontrar en la salida militar la única opción para llegar a la finalización del conflicto.

Es bien sabido que el voto de opinión en buena medida no es tanto racional como pasional. Es decir, que buena parte de la opinión de la sociedad se mueve más por la temperatura del momento que por el verdadero y racional análisis de la coyuntura no momentánea sino a largo plazo.

Para quienes hemos defendido el proceso de paz, tanto con las Farc como con el ELN, estos actos nos seguirán llenando de motivos para seguir insistiendo en la necesidad de un proceso de paz y una salida negociada. Pero para los sectores de la sociedad afines al discurso populista y demagogo de Uribe y sus áulicos guerreristas esta coyuntura es el mejor caldo de cultivo para seguir sembrando su cizaña, esta vez de una manera más punzante y descarnada.

Es verdaderamente triste escuchar de algunas personas del común, como usted o como yo, celebrar la terminación del cese al fuego y la reanudación del conflicto. Es muy lamentable ver en las gentes de cualquier calle de cualquier ciudad frotarse las manos al saber del fracaso de este intento que difícilmente la historia volverá a registrar. Pero como ya está dicho, una vez más la guerrilla se pone en el papel de jefe de debate del partido político de la guerra.

Ojalá las delegaciones del Gobierno encabezada por el mismo presidente Santos, como la delegación de la guerrilla y sus máximos jefes sentados en Quito, puedan reanudar las conversaciones y encontrar los caminos para poder reestablecer el cese al fuego bilateral, imprescindible para llevar a buen puerto este intento irrepetible por encontrar la tan anhelada paz que tanto soñamos.

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Mauricio Pérez Moreno
Defensor de la educación como único método confiable para la resolución de nuestros conflictos sociales. Amante de los libros de historia y adicto a los cubos Rubik. Treinta y cinco años tratando de entender a Colombia sin mucho éxito. Convencido de que La Verdad, aunque se halle escondida debajo de las piedras, nos hará verdaderamente libres.