Columnista:
Lady Orozco
Tal vez usted, al igual que yo, quedó conmocionado al ver el vídeo en que se muestra la forma tan fría en la que un policía termina matando a un afroamericano que vivía en EE. UU. Sí, eso duele y mueve fibras en el corazón de todos los que estamos cansados de ver inocentes muriendo y culpables en libertad.
Pero hoy quiero ocuparme de otra cosa, y es del pésimo periodismo en el que seguimos viviendo. Si bien, soy de las que pienso que ninguna muerte es comparable, se puede decir que algunas de ellas tienen puntos en común. ¿Recuerdan a Dilan Cruz?, sí, aquel joven que murió en las calles colombianas mientras protestaba por sus derechos, por su educación. Él, no fue asesinado por racismo, pero sí lo mató un agente del ESMAD, es decir, alguien que pertenece al Estado, ese que ‘supuestamente’ protege la vida de sus ciudadanos.
Las dos muertes tienen contextos diferentes, pero la realidad es la misma: fueron asesinados por fuerzas que deben ser controladas por el Estado.
El periodismo colombiano es tan denigrante que, al comparar ambas muertes, solo supieron decir que la muerte de Dilan fue algo “arbitrario”. ¿Arbitrario?, suena como si no supieses qué comer de desayuno y solo tomas lo primero que ves en la nevera.
¡A nadie se le dispara un arma arbitrariamente!, y si pasa, es porque no se están capacitando a los agentes como es debido, ¡y el periodismo ético no puede salir a decir que una muerte de un inocente es arbitraria!, ¿o es que pasamos de ser periodistas a justificadores?
Es cierto que nosotros no estamos aquí para hacer justicia, eso le corresponde a los abogados y jueces; pero tampoco estamos en esta profesión para no hacer frente a las millones de injusticias que suceden a diario en nuestro país.
Quizás fue un comentario no planeado, ni bien pensado antes de salir, pero esto solo nos demuestra que no podemos dejar de lado el foco de nuestra labor, debemos contar las cosas como son, como sucedieron, y para mí, y sé que para muchos, la muerte de Dilan Cruz no fue algo arbitrario.
No me malinterpreten, no digo que esta desafortunada muerte haya sido planeada o haya sido igual que la ocurrida en EE. UU. —no creo que sea necesario compararlas—, a lo que voy es que las fuerzas del Estado no se pueden convertir en asesinas de jóvenes o personas inocentes, y que los periodistas no podemos disfrazar la realidad con palabras.
Algún día la prensa colombiana reprochará lo de adentro tal como lo hace con lo de los extranjeros.
¡La muerte de Dilan no fue arbitraria y la prensa ética lo sabe!