Álvaro Uribe y un juego de probabilidades

¿Será que Álvaro Uribe Vélez es inocente de todos los ilícitos que se le endilgan? Hoy decidí analizar su presunto prontuario, pero no desde una perspectiva jurídica, y mucho menos política. Este es un análisis matemático, recurriendo a la bien establecida ciencia de la probabilidad. Veamos.

La Dirección de la Aerocivil fue el primer cargo público de Uribe. Durante ese tiempo se aprobaron docenas de pistas para el narcotráfico, e ingresaron centenares de aviones, muchos de ellos a nombre de reconocidos narcotraficantes. Uribe alegó que él no fue el responsable, y delegó toda culpa en su segundo al mando, (que, también vale decirlo, luego fue asesinado en misteriosas circunstancias). Démosle pues el beneficio de la duda, apostándole al miti-miti: un 50% de probabilidad de que él fuera inocente y su subalterno le hubiera hecho un montaje, del cual él no se enteró.

De allí pasó a la Alcaldía de Medellín, en donde se le acusó de tener una clara connivencia con Pablo Escobar y su programa social de Medellín sin Tugurios. A instancias de Iván Duque (sí, el papá de este otro Iván Duque) el presidente Belisario lo destituyó. Démosle de nuevo el beneficio de la duda: otro 50% de probabilidad de que su destitución fuera una injusticia, un montaje (el primero de muchos).

Vino luego la Gobernación de Antioquia, en donde se le han imputado una serie de acusaciones. Supongamos que él nunca se enteró de los crímenes de las Convivir (con fines de este ejercicio, un 50% de probabilidad); y que tampoco prestó el helicóptero de la gobernación para la masacre de El Aro (sí, ya adivinaron, 50%).

Supongamos que nunca se reunió con Mancuso y con Castaño para orquestar masacres (50%); que los atropellos que cometió el comandante de la Cuarta Brigada, el hoy condenado Rito Alejo del Río, fueron sin su colaboración ni conocimiento (50%); que las pruebas que lo involucraban presuntamente con el paramilitarismo y que fueron obtenidas en el allanamiento de “El Parqueadero”, y que además se perdieron en custodia camino a la Fiscalía en Bogotá, no lo implicaban para nada a él (50%).

Supongamos también que él no tuvo nada que ver con la conformación del Bloque Metro y la banda criminal de los Doce Apóstoles (somos generosos con ese 50%). Que las misteriosas muertes de testigos clave han sido tristes coincidencias del destino (50%). Que sí, que la caída del helicóptero de Pedro Juan Moreno en Urabá fue accidental, y que la mujer del aeropuerto Olaya Herrera que apareció asesinada con un letrero de “sapa” no lo involucran a él (50%, otra vez).

¿Sería que Uribe Presidente no se enteró de las movidas torcidas de sus ministros Palacio y Pretelt? (50%) ¿De los crímenes de Noguera y de Salvador Arana? (50%) ¿De las chuzadas del DAS? (50%) Y podríamos seguir: ¿cuál es la probabilidad de que Cepeda le haya hecho un montaje a Uribe, o que Uribe le haya hecho uno a Cepeda? Echémosle otro fifty-fifty (50%).

Entonces, cómo vamos ahora, mis queridos matemáticos. Si la probabilidad de cada uno de estos hechos (y la lista podría seguir) es de alrededor de 0,5, la probabilidad de ser inocente de dos de ellos sería 0,5 al cuadrado (o sea 25%); de tres, sería 0,5 a la 3, que es 12,5%. Y así. ¿Saben entonces cuál es la probabilidad, dándole siempre el margen de la duda, de que Álvaro Uribe Vélez sea inocente de TODOS estos ilícitos? Esa probabilidad vendría siendo de 0,5 a la decimocuarta potencia, lo que equivale a 0,006% (0,00006). Es decir, mis queridos uribistas, menos de una entre 10.000. Si usted confía plenamente en su total inocencia, vaya y compre la lotería. A la fija se saca el número gordo.

Foto cortesía de: Semana