Columnista:
Daniel Fernando Rincón
De acuerdo con la narración del relato bíblico, en una ocasión, un joven de un pueblo palestino de nombre David, se enfrentó contra un corpulento hombre de un pueblo mediterráneo que invadía sus tierras, de nombre Goliat.
En dicho enfrentamiento, contra todo pronóstico, el jovencito, armado solamente con unas piedras y una honda, logró vencer al gigante, con una sola acción.
Esto, guardada la proporción de la metáfora, sucedió la semana pasada con la acción de cumplimiento que Marla Gutiérrez interpuso contra la Presidencia de la República, el Instituto Nacional de Vías-INVÍAS y el Ministerio de Transporte por la gigantesca placa del Túnel de la Línea que Iván Duque instaló con su nombre y que de acuerdo con la acción interpuesta, está vulnerando el Decreto 2759 de 1997 en su inciso 2, en el que se prohíbe la colocación de placas destinadas a recordar la participación de los funcionarios en ejercicio en la construcción de obras públicas y que el Tribunal del Atlántico falló en contra y que por supuesto el INVÍAS apeló ante el Consejo de Estado.
Más allá de los intríngulis legales que se avizoran, Marla, como David, se ha sabido enfrentar al agigantado partido de Gobierno y en esta primera batalla, ha salido avante, algo que no le perdonan ni los uribistas que ya le andan violentando, tanto en su condición de joven, como de mujer y como ciudadana empoderada ni sus contradictores en la organización política juvenil de la que hace parte.
Ahora bien, en medio de esta situación sobresalen dos hechos sustanciales.
Primero, al Leviatán que es el Estado, se le puede enfrentar y derrotar a partir del uso de la justicia, algo que en el partido de Gobierno saben muy bien, por lo que su lucha contra el sistema judicial, especialmente contra el transicional en cabeza de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), resultado de «ese maldito acuerdo con narcoterroristas» y contra la Corte Suprema, que puso en detención domiciliaria a su fundador, mentor y jefe único es fundamental y uno de los puntos de honor de dicha colectividad.
Vale la pena aclarar, que estamos hablando de la justicia bien impartida por jueces idóneos y éticos como el de Usiacuri, que se resisten a la corrupción, a las prebendas, a las compras que pretenden realizar mafias y roscas.
Segundo, la acción de Marla es el ejemplo de que en Colombia la juventud, a pesar que tiene todo y tanto en contra, cuenta con el poder de liderar, de defender las causas en las que cree, de luchar por los ideales en los que confía.
Es precisamente en estos momentos de incertidumbre, en que la retórica polarizadora que nos brindan desde los líderes del partido de Gobierno y de la oposición virulenta, nos embarra la mente y nos nubla el conocimiento y la razón; donde se hace necesario ver audacias menores de 35 años, que seguros de sus argumentos, actúan en consonancia, generando esperanza con su ejemplo.
La hazaña de David en el relato bíblico, inspiró a su pueblo a levantarse contra el invasor agigantado que batallaba en sus tierras.
Ojalá la audacia de Marla sea ese acto inspirador que permita que esos jóvenes de pueblo, de ciudad, se levanten contra todos aquellos gigantes que les acosan y puedan tejer una país distinto, en paz, con oportunidades para todas las personas, con bienestar social generalizado, con democracia fuerte.
Ojalá lo hecho por Marla inspire el cambio que desde las juventudes, merece Colombia.
