El panorama electoral en Colombia se va aclarando en materia de aspiraciones presidenciales. El Partido Liberal, sumido en una profunda crisis ideológica y programática y a través de una onerosa Consulta Abierta, eligió a Humberto de la Calle Lombana como su candidato único; y ahora, y sin que hayan decidido qué candidato puede alcanzar sus objetivos políticos, los expresidentes Uribe Vélez y Pastrana Arango anunciaron su alianza político-electoral.
En cuanto a la Alianza de Centro-Izquierda, sus principales fichas, entre ellas Claudia López, Jorge Enrique Robledo y Sergio Fajardo, no deciden aún quién de ellos enfrentará al ungido que decida el sector de la derecha y ultraderecha que representará los intereses de la coalición Uribe-Pastrana, que son los mismos que tienen el ex ministro de Santos, Germán Vargas Lleras, los ex ministros de Defensa de Uribe y Santos, Martha Lucía Ramírez y Juan Carlos Pinzón y en representación de sectores religiosos, el lefebvrista, Alejandro Ordóñez Maldonado.
Sobre la alianza Uribe- Pastrana hay que decir que se unen dos políticos que comparten sus frustraciones en torno a la desaparición de las Farc-ep. Quien ocupó la Casa de Nariño entre 1998 y 2002, exhibe el fracaso de un proceso de paz que fue mal manejado y que se dio sin el decidido acompañamiento internacional y, sobre todo, sin el apoyo de los militares. Mientras que Uribe Vélez, quien fungió como una especie de Mesías-Militarista, y con toda la ayuda militar allegada por medio del Plan Colombia, arrinconó y golpeó a las Farc-ep, sin lograr eso sí, acabarlas militarmente como era su objetivo y sueño más preciado.
Los une, además, su apoyo ideológico y una evidente simpatía política con el fenómeno paramilitar. En el gobierno de Pastrana, por ejemplo, se extendió el paramilitarismo y con la llegada de Uribe al Solio de Bolívar, se documentó que los paramilitares lograron penetrar la institucionalidad estatal: se hicieron con el antiguo DAS, con el Congreso en un 35% y estratégicamente, con la Superintendencia de Notariado y Registro, entre otras instancias estatales.
Es decir, la alianza Pastrana- Uribe se puede entender como una suerte de proyecto político que buscará “Refundar la Patria”, tal y como pactaron los entonces líderes paramilitares y sectores políticos regionales, en los documentos que se conocen como los Pactos de Ralito, Chivolo y Pivijay. Por eso, ya se hacen oír sus áulicos, al gritar: ¡A refundar la Patria!, arrrrrr.
De esta manera, la alianza Uribe-Pastrana representa a los sectores del Establecimiento que no acompañaron y respaldaron el proceso de paz de La Habana. Los mismos sectores que han logrado modificar sustancialmente el Acuerdo Final en el Congreso, en el marco de la discusión de la Ley Estatutaria que daría vida a la JEP, con la ayuda de la Corte Constitucional en varios aspectos y temas decisivos sobre los cuales emitió reciente fallo.
Esos mismos sectores harán todo lo que sea posible para incumplir la palabra empeñada en la firma del Acuerdo de Paz y someter al escarnio internacional la imagen de un Estado poco serio y exponer a que la CPI pueda asumir investigaciones contra militares por los delitos de lesa humanidad cometidos en el marco y en razón del conflicto armado, incluyendo, por supuesto, a los “falsos positivos”[1].
Hay que reiterar que las elecciones presidenciales de 2018 serán determinantes para pasar una gran parte de las páginas y del contenido de la historia de un degradado conflicto armado interno. Dependerá de la capacidad de un electorado que deviene polarizado, de asumir el proceso de paz de La Habana como un significativo hecho político y militar para lograr la pacificación del país.
Eso sí, dicha comprensión deberá pasar por reconocer la compleja naturaleza de un conflicto armado que se degradó y que dicha circunstancia compromete las acciones y decisiones adoptadas tanto por empresarios, dirigencia política, élites, militares y por supuesto, a la propia guerrilla de las Farc-ep.
Adenda: un año después de firmado el Acuerdo Final de Paz, el futuro de los desmovilizados de las Farc-ep no es nada halagador. De esta manera, el país apenas si podrá aspirar a vivir escenarios de posacuerdo, porque al parecer, le quedará grande a su dirigencia, avanzar hacia estadios de posconflicto. Triste realidad y negativa y perversa manera de honrar la memoria de los millones de víctimas que dejaron las acciones demenciales de Paramilitares, Guerrilleros y Fuerza Pública.
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[1] Véase: https://colombiaplural.com/falsos-positivos-la-jep/
Lo que es verdaderamente importante es elegir un buen. Senado y buenos representantes. Porque todo pasa por el congreso. Todas las leyes deben pasar por allá. Entonces es apenas lógico que antes de un buen presidente, sea necesario un Senado honesto, trabajador y ético que nos permite iniciar las grandes reformas y desafíos de esta nueva Colombia en la que los recursos públicos deben ser sagrados.
Y … Petro? No se le puede desconocer tan olímpicamente. sorpresas te da la vida.
Hemos decidido continuar con la campaña CADENA PERPETUA PARA URIBE