¿A quién le sirve aumentar el Congreso?

A la eterna promesa de la reforma política se le agrega un ingrediente: incrementar 12 curules en el Senado a un costo total de 4752 millones (solo en nómina).

Opina - Política

2020-10-08

¿A quién le sirve aumentar el Congreso?

Columnista:

Fredy Chaverra

 

Se discute una nueva reforma política y con ella lo mismo de siempre: instaurar el modelo de listas cerradas, garantizar la financiación estatal de las campañas y gratuidad en el transporte público los días de elecciones. Con cada proyecto de reforma política salen a flote los mismos temas y como siempre, no dudo que está se terminará hundiendo en un trámite que ya coincide con la temporada preelectoral del 2022 y a la espera de siete debates en un Congreso tradicional que nunca ha tenido una verdadera intención de autoreformarse; hogar de la clase política regional, los herederos de la parapolítica y los clanes familiares, sectores que representan el 70 % de los 171 representantes y 108 senadores, quienes son voceros de un sistema electoral anacrónico y clientelista funcional a sus intereses.

Ahora, a la eterna promesa de la reforma política se le agrega un ingrediente: incrementar 12 curules en el Senado a un costo anual de 12 960 millones (incluyendo salario, equipo UTL, tiquetes y alquiler de camionetas) 

De por sí, el Congreso criollo en su composición bicameral resulta siendo innecesariamente grande. Tras las elecciones de 2018 fue integrado por la mayor cantidad de congresistas desde la reforma al poder legislativo que se adelantó con la constituyente de 1991 (cuando se cambió el modelo de elección y se creó la circunscripción nacional a Senado).

En la actualidad, hay 279 congresistas en representación de 14 partidos o movimientos políticos (incluyendo los nueve del partido Farc). Muchos para lo poco eficiente que es el Congreso. Con cada congresista llega un equipo de asesores o asistentes a las Unidades de Trabajo Legislativo (UTL) que en muchas ocasiones operan como la «caja menor del congresista» o su plataforma personal de repartija burocrática.

Son 43,2 millones (adicionales al salario de 34 millones) para un equipo que trabaja en temas legislativos solo ocho de los doce meses del año. Tras este breve panorama es válido preguntarse: ¿el problema se encuentra en la cantidad de senadores?

Dado que el Congreso se encuentra cooptado mayoritariamente por fuerzas políticas tradicionales y corruptas, hasta que no sea renovado por sectores que piensen en soluciones estructurales a las principales problemáticas del país, cualquier reforma será cosmética o una «antirreforma». Algo que se puede evidenciar en la incapacidad de aprobar una ley que reduzca o frene la exorbitante alza de los salarios de los congresistas, poco importó que este fuera un mandato avalado por casi 12 millones de colombianos en la consulta anticorrupción, ningún proyecto que busque reducir esos salarios tiene oportunidad de ser aprobado y cada año asistimos a un aumento salarial que resulta humillante con la gran mayoría de colombianos.

Tampoco han querido aprobar una ley para limitar a dos periodos la estadía en corporaciones públicas; la reducción a 70 senadores o la posibilidad de convertir al legislativo en una institución unicameral. Nada de eso importa. Antes están buscando aumentar la cantidad de congresistas. ¡Qué vergüenza!

Al parecer, a un Congreso que no se encuentra sintonizado con el país y que en cada encuesta de percepción se considera como una de las instituciones más desprestigiadas, poco le importa seguir perdiendo legitimidad o distanciarse de la ciudadanía.

Mientras, en Italia se aprobó (vía referéndum) el recorte de 345 congresistas del parlamento para ahorrar 1000 millones de euros en 10 años, antes acá los sectores políticos tradicionales insisten en aumentar la cantidad de curules. Para que así todos los colombianos sigamos contribuyendo a un Congreso poco eficiente; cooptado por el esquema de mermelada del gobierno y que legisla de espaldas al país.

Hay que ver el precario control político que se le ha hecho a Duque en medio de la pandemia (donde ha venido legislando a punta de decretos) o las intentonas a fin de aprobar el fracking y negarles subsidios a los pequeños empresarios.

En 2022 tendremos la oportunidad de renovar y elegir un Congreso que realmente le sirva al país. Solo así se podrá pensar en una verdadera agenda de grandes transformaciones. Sin duda, es una posibilidad que está en nuestras manos.

 

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Fredy Chaverra
Politólogo, UdeA. Mag. Ciencia Política. Asesor e investigador. Es colaborador de Las2orillas y columnista de los portales UdeAOpinión y Al Poniente.