A Jesurún y a Duque los une una palabra: corrupción

Desde 1977 la Selección Colombia no perdía por seis goles y con ese resultado histórico somos hoy una copia de país como en el césped.

Opina - Política

2020-11-25

A Jesurún y a Duque los une una palabra: corrupción

Columnista:

Diego Dorado Collazos 

 

En el calor sofocante de Barranquilla, James Rodríguez salió afanado por la derecha del cuadro para televisión nacional tras una derrota lapidaria ante Uruguay. Anterior al afán de salir de la pantalla, James dejó un mensaje claro y contundente:

“Hay que asumir las responsabilidades. Aquí ya todos somos grandes y en cuatro días tenemos otro partido duro”.

En el mensaje enérgico, pero rápido, como si no quisiera darse, nos vimos todos a los ojos. Sí, es que nosotros no somos de autocrítica, eso de parar en una quietud reflexiva no es nuestro, acá no somos de estudiar las caídas y lo que estuvo mal, nosotros somos ciegos a la derrota, entre más rápido pasemos por ahí, mejor. ¿Sanar la herida?, ¿estudiarla?, ¿repararla?. ¿Eso cómo se come? Aquí pongámosle el pecho y vamos para delante, el resto que surja y se calme como pueda, tenemos que llegar a la victoria rápido, como se debe, a lo carro loco, camine que el interior se sana luego.

Por ese gen quizás es que las balas nos pasan por encima y nos resultan lejanas, que el eco del llanto de líderes y de las periferias no se escucha con nitidez en los centros. Del hueco salimos pronto, pero no miremos pa’abajo. El lío con esto, como bien nos lo pintó en la cara Ecuador cuatro días después de las declaraciones de James, es que esa actitud de renovación y de cambio no llega, que salir del hueco requiere más que dejar de mirar para abajo.

6-1 en Ecuador y el viento hizo polvo el llamado del líder a salir con nuevas intenciones, de llegar a la victoria rápido. Una verdad que levantó ampolla. ¿Será que más allá del resultado deportivo, nos picó otra cosa en el alma? Aquí, reparar no tiene justificación, que para qué la JEP; que para qué el Centro Nacional de Memoria Histórica, que aquí no hay nada, que estamos bien, que son hechos aislados.

Ecuador nos demostró que eso no es así, que no fue un tropiezo de una vez, que más bien es una aventura en idilio que se viene presentando al interior y que no se había destapado. Pero bueno, no miremos la raíz sino mejor la pelea.

Que James Rodríguez se fue a las patadas con Barrios, con Lerma, con Muriel, que el arquero no salió porque no quiso, que el DT puso su renuncia en el centro del camerino. Lo superficial, lo que llama la atención, pero ¿cuál es la raíz y el centro del problema?

No, el país es más del espectáculo desde la silla y no de la acción profunda. Y bueno… es que los medios… El ejercicio central de los medios sobre las cenizas de la Selección fue destapar unas peleas internas (aún no comprobadas) y no el problema gordo de fondo. ¡Vaya, dónde he visto eso antes!

Un gran porcentaje de medios en Colombia basan su agenda en el espectáculo de los hechos, no en el fondo, «miremos para otro lado». Centrá la cámara en las patadas de los jugadores, no en los dirigentes y su corrupción, tómale una foto al presidente repartiendo ayuda humanitaria antes de indagar la catástrofe.

La raíz del problema puede ser Queiroz, que no se va y Duque tampoco. Queiroz entendió nuestro ADN y se quedó. Lo que no funciona que se vaya, que se queme en fuego, pero nosotros apenas estamos cortando la leña. Hemos avanzado, pero falta encenderla.

¿Y los buenos líderes?, los que le ponen el pecho a esta situación y nos representan con dignidad y trabajo. Los buenos, los de calidad son más, pero siempre encuentran una forma de dividirse más y por partes no funciona, que James gambetea bien, pero se pelea con el volante, entonces a la de él. Que Cuadrado el de mejor rendimiento en Europa, pero no suelta la pelota porque no tiene confianza en sus compañeros, que Petro tiene cualidades, pero no es nuestra izquierda y entonces mejor en blanco.

A Jesurún y a Duque los une una palabra: corrupción y, pese a ello, siguen comandando una selección, un país. Los resultados, visibles como una manada de elefantes, nos deben llevar a cambiar ese gen ciego ante la catástrofe, tiene que ser reemplazado por la excitación del resultado a la estructura de la reflexión calmada, participante y de acción. Ya salimos a las calles, pero aún seguimos llorando partidos y tumbas.

 

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Diego Dorado Collazos
Comunicador Social y Periodista